Amable Veiga, el nacimiento de la fonología gallega
Jueves, 28 de Abril, 2022El catedrático de Triacastela fue pionero en Galicia de esos estudios a través de su tesis doctoral
ALONSO MONTERO, QUE comparte con él casi todos sus años de docencia en Lugo, pide para Veiga una calle, al tiempo que lo define como “un home grave, serio, honesto, rigoroso y de cabeza filolóxica”. Se refiere a Amable Veiga Arias (Triacastela, 1929), un excelente estudiante que pasa por las manos del mítico latinista don Froilán López, el profesor más hueso de las aulas lucenses, que a su vez lo tiene como su mejor alumno.
Después hará Filología Clásica, los tres primeros años, en Santiago, y los dos de especialidad, en la Universidad Central como alumno libre. Las dificultades económicas las solventa dando latín en pasantías y donde puede, pues conocimientos tiene ya para hacerlo sin desdoro.
Su erudición como latinista no impide, ni tenía por qué hacerlo, su afición por el fútbol como seguidor de la Gimnástica, de cuyo juego publica en los cuarenta algunos análisis muy profundos y semi-científicos.
También en Lugo será profesor adjunto interino de latín y griego hasta que gana la cátedra Joan Vaqué Jordi, un especialista en Arquímedes, y lo sustituye en griego. Para entonces ya se había casado con la profesora de inglés del Instituto y del Círculo, Francisca Teresa Rodríguez Andrade, con quien tiene el primero de sus dos hijos en 1958.
Uno de ellos, Juan Felipe, muere electrocutado cuando la familia veranea en Barreiros el año 1971, una tragedia de la que se acusa a Fenosa por cometer un imperdonable descuido.
Será adjunto numerario en 1961 y a continuación, catedrático de Lengua y Literatura Latinas, con el número 2 y con plaza en Mieres, donde permanece dos años. Posteriormente se doctora en 1980 con la tesis Algunas calas en los orígenes del gallego, dirigida por Manuel Díaz y Díaz, que a la postre será su obra más conocida y la que sienta las bases de la fonología gallega.
Profesor del Femenino, será nombrado director del Masculino y entre uno y otro destino, lo encontramos como asiduo colaborador de Grial, tertuliano en el Méndez Núñez y conferenciante, como por ejemplo en 1965 con “A propósito de la pronunciación del latín”, una de sus especialidades, pues es pionero en esos estudios dentro de Galicia, como se refleja en su tesis.
Su residencia en Lugo se va a interrumpir entre 1973 y 1977, cuando imparte clases en el instituto Xelmírez de Santiago, a donde había solicitado el traslado.
En 1968 forma parte de un histórico jurado literario para Lugo, pues premia por primera vez a los alumnos del Instituto Xosé María García Palmeiro, que será periodista y primer decano del Colexio de Xornalistas de Galicia, y a los poetas y narradores Darío Xohán Cabana y Xesús Rábade Paredes.
A instancias del ya citado Xesús Alonso Montero, traduce al gallego con Antonio López Otero el Evangelio de San Marcos, que hoy permanece inédito, y gracias a uno de sus alumnos, Arcadio López-Casanova, puede ver publicada su Fonología gallega (Fonemática) (1976) en la colección Biblioteca Filológica de la Editorial Bello que Arcadio codirige en Valencia.
Los criterios de Amable no coinciden en algunos puntos con los de Carballo Calero, como pone de relieve Alonso Montero en la necrología que publica en Moenia el año 1995.
En efecto, Amable Veiga fallece un año antes, a los 65 de edad, en San Pedro de Benquerencia (Barreiros), donde residía jubilado anticipadamente y donde había perdido de forma tan trágica a su hijo. Arrastraba un lupus eritematoso sistémico diagnosticado en 1965.