Los límites del silencio
Domingo, 1 de Diciembre, 2024Doña María Cristina Álvarez es directora de Programas de Moncloa, o sea, de la Presidencia del Gobierno, desde el 16 de julio de 2018, cuando triunfa la moción de censura de Pedro Sánchez contra la corrupción del Gobierno de Mariano Rajoy, toda una veterana del sanchismo empoderado.
Ahora está señalada por dedicarse a hacer gestiones en pro del máster de la señora del presidente, doña Begoña Gómez, lo cual no parece ser lo más adecuado a su condición laboral en el palacio, y se discute si lo es, si las anteriores esposas de los presidentes disfrutaron también de las mismas o similares ayudas, o si, por otra parte, lo que hacía era o no conforme a ley.
Qué le vamos a hacer. Hoy hay mucho rifirrafe y no se pasa una. Lo extraño de doña María Cristina es que, siendo una abanderada contra la corrupción como es ella, aupada a ese cargo gracias a la denuncia contra las prácticas del anterior Gobierno, se haya negado a declarar ante la Comisión de investigación del PP en el Senado, es decir, no haya puesto de su parte todo lo que se espera de alguien que quiere colaborar con la justicia y con las instituciones del Estado.
Se entiende que un particular, si su silencio está amparado por la ley, se acoja a ese derecho y haga mutis por el foro hasta que deba cantar de plano, pero en el caso de una servidora del Estado a tan alto nivel, el silencio es burla, escarnio y tomadura de pelo a los contribuyentes que le pagan mensualmente sus buenos euros. ¿O es que acaso se los paga Begoña?
Tampoco el silencio que esta señora mantuvo ante la Comunidad de Madrid fue de recibo, por mucha Ayuso que presida la institución. Fue, lisa y llanamente, una cuchufleta al ordenamiento constitucional y el reflejo de una chulería que debería quedar grabada en el corazón de los votantes, aunque ya se ve que los hay de memoria débil.