Guía de claridades (I)
Viernes, 30 de Junio, 2017
La Guía, o cómo volver a aulas
Hay follón por una Guía sobre el lenguaje claro que cuelga Carmena en webs municipales, por citarse en ella a la publicación proetarra Gara como fuente fiable para asuntos administrativos, claros y españoles. Pues sí que es toda una garantía.
Pero no es la cita de Gara lo más llamativo del asunto, sino la guía en sí. Hemos leído unas 25 páginas y no nos ha quedado claro si es la guía, o se trata de la guía de la guía. En cualquier caso hemos de decir que estamos muy de acuerdo con la mayoría de preceptos que plantea. Tanto, que sobran.
Así, su primera recomendación aconseja “Pensar lo que quiere decir y planear cómo hacerlo”. Eso es fundamental, porque si no sabes lo que quieres decir, lo mejor es quedarte callado. Cómo hacerlo también es importante. Verbigracia: “Voy a usar la boca, voy a expresarme mediante la escritura, utilizaré el lenguaje de sordos, etc, etc.”
La segunda aboga por usar palabras comunes. “Por ejemplo, la palabra petitum en Derecho es un tecnicismo innecesario, en su lugar utilizaríamos la palabra petición, que no genera duda alguna.” Perfecto, a mayor paparrucha, mayor claridad.
Vamos con la tercera. “Recordar el orden que no falla: sujeto, verbo y predicado”. Ésta sí qué es buena. Ya lo dice la Gramática, pero como no se estudia, viene la Guía y nos alumbra.
Cuarta: “Redactar oraciones y párrafos de extensión breve. Máximos propuestos: entre 2 y 3 líneas en una oración. Entre 12-15 líneas en un párrafo.” Perfectamente de acuerdo. No como en San Camilo 1936, la novela de Cela que no tiene puntos y aparte y aquello es el desmadrose.
Quinta: “Evitar la profusión de oraciones subordinadas”. Nada de subordinadas. Venían en la letra pequeña y no las estudiamos.
Y llegados aquí, vamos a tener que seguir mañana.