Gorki en Cuba
Domingo, 31 de Agosto, 2008
Gorki Águila es el músico detenido en Cuba por no cantar loas a la revolución, sino críticas a sus defectos. Le han hecho una entrevista después de evitar una condena a cuatro años de cárcel mediante una multa de 30 euros, que es el doble de su sueldo como serigrafista en una imprenta de carteles cinematográficos, un trabajo que dice gustarle mucho. La multa, confiesa en ella sin rubor, la pagó su padre “que es muy castrista y ahorrador”.
Cree que la rebaja se debió a la repercusión internacional de su caso y aunque ya tiene 39 tacos, se le ve con el entusiasmo de los músicos que se abren camino sin importarles demasiado la suerte de sus canciones.
No es fácil escuchar a un cubano expresarse desde dentro de la isla con la frescura con la que él lo hace, así que no sería extraño que Águila volviese a estar en los papeles, no tanto por sus músicas, como por sus letras.
El músico con nombre de novelista ruso define la isla como una muñeca de ese país: una gran cárcel donde caben otras muchas, cada vez más pequeñas, hasta llegar a la mazmorra, donde ya estuvo dos años en otra ocasión. El resultado, recalca, es que nunca sales de prisión.
No sé si su rock es bueno, malo o regular, pero sí sé que representa un ariete de la libertad de expresión en un mundo que se ha concebido sin ella. La practica con humor e inteligencia y así le salen frases propias de Groucho, como cuando dice que “lo más democrático del régimen es que reparte muy bien la miseria”. Al oírlo pienso en Loquillo y su indignación al saber que sus colegas pesebreros de España le negaron su apoyo a Gorki porque está mal visto meterse con Cuba y se pueden quedar sin conciertos en la plaza del pueblo. Éstas son las revoluciones por las que algunos abogan. Quítate tú de carcelero, que me pongo yo. Por si le sirve de consuelo, sepa que se le escucha.