Archivo de Marzo, 2017

Nicanor y el circo (I)

Viernes, 31 de Marzo, 2017

Cartel de Félix Malleu

La historia del lucense Nicanor García es breve, como veremos estos días. Sin embargo, en torno a él se pueden contar acontecimientos que enlazan varias décadas.

Hubo un tiempo, entre el XIX y el XX, en el que el domador de leones Félix Malleu se gana la vida, no solo con su espectáculo de fieras, sino durmiendo con ellas en el Circo Colón de la plaza de Santa Bárbara. Seguro que Ramón Pernas sabe algo de eso. La gente podía verlo roncar a cualquier hora dentro de la jaula y a cambio le deja unas monedas.

La vida de Malleu forma unos constantes dientes de sierra que van de la fama al olvido, de la gloria a la miseria, de los leones a los muñecos. Su vida de domador inspira una obra de Pilar Millán Astray, y como marionetista suscita el interés de Buñuel y Lorca.

En enero de 1921, cuando ya ha abandonado las fieras y se dedica a los títeres, un periodista madrileño, Diego San José, publica toda su trayectoria en un artículo nostálgico y de homenaje, pues él lo recuerda siendo el primer domador que mete la cabeza en las fauces de un león, durmiendo con ellos, o luchando a brazo partido contra dos ejemplares que se le escapan de la pista cuando participa con ellos en la Feria de Navidad de Valencia, que casualmente se está celebrando en esos mismo días.

La fuga de Malleu _ la de sus leones _, sucede el 12 de enero de 1900, veintiún años antes. Se incendia el circo Feijóo y los dos machos del domandor, Fortuny y Conde, campan por las calles valencianas como el toro que mata Fortuna, por las de Madrid.

Hieren a tres peatones, pero gracias a la habilidad de Malleu y a la valentía de su ayudante, José Sánchez Agudo, consigue devolverlos a la jaula sin mayores desgracias.

Pero, ¿y nuestro Nicanor García? ¿Qué pinta el lucense en todo esto?

Ni paro, ni jubilación (y II)

Jueves, 30 de Marzo, 2017

Una de las obras de Avelino Rodríguez Elías

El trotamundos de Viveiro, Francisco Saturnino Martínez, salva con salud e ingenio su encuentro con los aimaras, de mal nombre collas, hasta el punto de que Evo Morales, perteneciente a ese pueblo, crea la Coca Colla, pero prohíbe utilizar ese nombre como despectivo. Algo así como si Núñez Feijóo prohibiese hacer chistes de gallegos.

Estamos mucho antes y Francisco, satisfecho por el número de kilómetros recorridos, se asienta en Paraguay, donde trabaja la tierra hasta que la Sociedad Española de Socorros Mutuos, que tanto ha hecho por la emigración, lo acoge en su Hogar Español de Asunción, donde cumple, como mínimo, los 101 años de edad.

Cuando el periodista luso-gallego Avelino Rodríguez Elías lo encuentra a esa edad en Asunción (1948), Francisco es el más activo de los allí acogidos. Ha solicitado una azada para cavar la huerta a diario y ayudar así al sostenimiento del Hogar, que vive de las aportaciones de los españoles residentes en la capital paraguaya y de la propia sociedad fundadora.

La entrada al edificio se inicia con dos escalones más altos de la cuenta que muchos de los ancianos residentes no pueden salvar sin ayuda, por lo que la institución ha solicitado voluntarios para que estén siempre al quite y echen una mano a los que menos fuerzas conservan en las piernas.

Por supuesto, a sus 101 años, uno de los permanentes samaritanos es Francisco, que siempre aparca por unos momentos la azada y se apresta a servir de ascensor a quienes ya no pueden subir sin ayuda.

Si a esto añadimos que el único objeto de su propiedad que guarda con cariño es un despertador que lo saca puntualmente de cama para iniciar su tarea, comprenderemos por qué Francisco ha llegado a cumplir tantos años y por qué entonces nadie habla de generaciones perdidas.

El médico de Evo (I)

Miércoles, 29 de Marzo, 2017


Francisco Saturnino, fotografiado por Avelino Rodríguez en su habitación del Hogar Español de Asunción (1948)

De nuestro personaje de hoy nos da noticia el periodista Avelino Rodríguez Elías, que lo localiza en el Hogar Español de Asunción (Paraguay), el 19 de marzo de 1947, cuando se dispone a celebrar sus primeros cien años de vida.

Se llama Francisco Saturnino Martínez, sin segundo, como entonces se dice. De su centenario se deduce por tanto que nace el 19-III-1847, y sin embargo no le ponen José.

Lo hace en Viveiro y ya en edad moza se convierte en trotamundos, aunque de cortas etapas, pues se traslada de la ciudad del Landro a la del Masma, Mondoñedo, y de allí, a la del Xuvia, Ferrol, donde se beneficia de las ayudas de la Fundación del marqués de Amboage, que mediante pago libra a los jóvenes del distrito de las obligaciones militares.

Joven y sin cargas, nuestro célebre se traslada a Lisboa, donde trabaja y se lo pasa muy bien, según su propio testimonio; pero al cabo de unos años la capital portuguesa se le queda pequeña y decide dar el salto al Brasil, y de ahí, a Bolivia, siempre en aras de vivir lo más feliz y despreocupado posible.

Se gana lo poco que necesita con una máquina fotográfica que le permite revelar al minuto y vender ese instante a novios, pandillas y militares. El minutero recorre Bolivia cuando tropieza con indígenas aimaras, de mal nombre collas, predecesores de Evo Morales.

Por razones que solo se intuyen, los aimaras dan en pensar que Francisco Saturnino es un curandero _ quizá por la cámara instantánea _, y le piden que cure a los enfermos de su grupo.

Pasado el tiempo, el de Viveiro explica que no cree oportuno contradecirlos y se mantiene en su papel de falso menciñeiro.

Con agua azucarada y cocimientos de hierbas sale del apuro sin curar demasiado, pero también sin matar a nadie. Al menos hasta que desaparece como puede.

Juana, subalterna a su pesar

Martes, 28 de Marzo, 2017

Fortuna (x), tras rematar la faena

En el apartado de célebres por un día ocupa un sitial destacado la lucense Juana López y López, de idénticos apellidos que Julia, aquella mujer que sobrevive al hundimiento del Princepessa Mafalda.

Juana de 66 años, también vive en Madrid el 24 de enero de 1928. Ese día, Nicolás Fernández amanece en Carabanchel Bajo enfrascado en las labores de conducir tres astados al matadero, dos toros y una vaca. Algo hace mal porque uno de los astifinos se tira a la calle y en veloz carrera se dirige al Puente de Toledo, que es el camino más corto para llegar al centro de la ciudad.

El bicho reparte sustos mientras es seguido por un muchacho que toma a la vaca de una cuerda a manera de cabestro, confiado en poder reducir a aquella fiera desatada.

De Toledo, que es puente, a Segovia, que es puerta, y allí el toro se encuentra frente a frente con Juana, que siendo de Lugo, se asusta lo justo a la vista del morlaco y trata de protegerse detrás de un árbol.

Sin embargo, algo ve en ella el animal, que decide hacerla su primera víctima. La coge, la empitona, la zarandea y Juana vuela por los aires en imposibles volteretas. Pero no se ceba en ella y el toro enfila ahora el Paseo de la Virgen del Puerto.

Recogen a Juana y la conducen a la Casa de Socorro del distrito de Palacio, donde le aprecian conmoción visceral y contusiones en la cabeza y el tórax, de pronóstico reservado, aunque la policía la califica de grave. Vive en Pinos Alta 7 (Tetuán de las Victorias), calle que hoy se mantiene.

El reguero de heridos, brincos y topetazos se prolonga por Ferraz, Plaza de España y Leganitos, hasta que en la Red de San Luis es estoqueado por Diego Mazquiarán, Fortuna, torero de profesión, entre los entusiastas aplausos del respetable, peatones y conductores que en aquel momento circulan por la Gran Vía.

Inventor romántico (y III)

Lunes, 27 de Marzo, 2017

El Flotante Pasarón concebido por Ubaldo

Una vez que Ubaldo hubo puesto negro sobre blanco los principios de la navegación aerostática y el correo flotante universal circunnavegador, solicita del Gobierno español el título de Descubridor de la navegación atmosférica _ admosférica se puso_, y la explotación durante diez años del susodicho correo flotante.

Todo ello estimado en la cifra de 20 millones de pesos, que era el rendimiento o el pago, por cuanto él cedía al Estado español su descubrimiento.

El ribadense Ubaldo Pasarón lo pone en manos de Isidro Wall y Alfonso de Sousa de Portugal, X marqués de Mejorada del Campo y IV conde de Armildez de Toledo, intendente de la isla de Cuba, donde se hallaba destinado el inventor.

La documentación pasa a las competencias del ministro de Hacienda, el cántabro Pedro Salaverría y Charitu, se concede una patente de cinco años y que si quieres arroz, Catalina.

La prensa de Cuba y España entera se divide en ubaldistas y anti-ubaldistas. Aquellos que se sienten compatriotas de un adelantado de las ciencias y los que ven a un nuevo loco que habla de volar, de correos y de globos en paparruchas.

Se ignora la seriedad con la que Salaverría examina el invento, pero a la luz de los conocimientos actuales cabe pensar que se le presta poca atención. En esa época Zeppelin también está en América, un poco más al norte, y toma apuntes para el dirigible que tiene en mente, pero faltan todavía cuarenta años para la comprobación empírica de sus teorías. ¿Se pudo haber adelantado España? Es posible, pero Ubaldo muere poco después.

Salvador Lorenzana lo considera una de las figuras señeras entre los románticos gallegos y Ubaldo lo fue en todos los sentidos, no solo por su obra literaria, sino también por la altura a la que aspira elevar sus sueños.

Antes que Zeppelin (II)

Domingo, 26 de Marzo, 2017

El precursor

Antonio, Celso y Benito Pasarón y Lastra, los tres hermanos mayores de Ubaldo, lo preceden en vocación y empleo militar, pero ninguno desarrolla la originalidad del pequeño de la familia.

Siendo alumno de la Academia de Ingenieros Militares de Guadalajara con 19 años se inicia en poesía, teatro y periodismo, pero pronto se centra en ciencia militar y obras monumentales. Entre las primeras, Instrucción castramentaria para acampar la Infantería en yermos y despoblados.

Y de las segundas, algunos títulos que meten miedo por su ambición: Atlas crítico de la historia de España del Adelanto Humano desde la edad más remota hasta nuestros días, o el Mapa mundi comercial geoestratégico de la Tierra, cuyos meros enunciados provocan la aparición de almorranas al imaginar el tiempo de trabajo requerido para llevarlas a buen puerto.

Sin embargo por ninguna de ellas aparece Ubaldo en esta sección. Lo hace por el contenido del “Pilotage aeronáutico por Ubaldo Pasarón y Lastra, descubridor de la navegación admosférica”, faltas ortográficas incluidas.

Se trata del primer planteamiento sobre “navegación aerostática de fijo rumbo y velocidad arbitraria, hasta la del huracán”, tal como lo define el propio Ubaldo, que se erige como precursor de Zeppelin.

Aprovechamos las palabras de Antonio Pérez Martínez para explicar que se trata de un globo dirigible flotante formado por dos “secciones meridíánicas elipsoidales”, unidas por su concavidad a modo de ciruela claudia, con una eslora elipsoide y diámetro mayor horizontal equivalentes a los de una fragata, con resistencia para maquinaria, tripulación, pasajeros y carga, que podría circunnavegar la Tierra a una legua de altura en once días, dos horas, 52 minutos y 13 segundos.

Ubaldo Pasarón y Lastra (I)

Sábado, 25 de Marzo, 2017

El Moro Muza que habla de Ubaldo

Entra hoy en esta Cuerda de célebres con todos los honores inherentes al gremio don Ubaldo Pasarón y Lastra, militar, inventor y poeta en sus breves 37 años de existencia, cuyo Ribadeo natal lo recuerda hoy con una calle, aunque su celebridad sea semidesconocida allá donde se mire.

Tampoco es mal título ser hoy un célebre desconocido cuando hay tanto inepto popularísimo. Dejémoslo ahí como reflexión general para la sección.

Antes de avanzar conviene precisar la fecha de nacimiento de don Ubaldo, pues en sus biografías figura una que no lo es, y ya que son escasas, al menos que sean correctas. Se dice que nace el 16 de agosto de 1927, e incluso en algunas se localiza este hecho en Viveiro. Bueno, pues nos jugamos las patillas a que fue mes y medio antes, el 28 de julio del mismo año y en Ribadeo.

Ya decimos que Ubaldo no es precisamente un desconocido, pero sí mantenemos que es un desubicado. Quienes han tenido la oportunidad de acercarse a su obra lo han tratado de genio, o de loco, y ahí es donde se lía la madeja, porque Ubaldo no es ni una cosa, ni la otra, sino las dos al mismo tiempo.

A quienes antes llama la atención son periodistas o militares. El primero, Juan Martínez Villergas, alias El Moro Muza, avispado y de mente abierta como pocos, que ya se fija en la singularidad del ribadense el año 1862. El segundo, más influyente, el general José Almirante y Torroella, que lo que incluye en su Diccionario militar… de 1869.

Después, ya en desorden, Antonio Pérez Martínez, Salvador Lorenzana _ o sea, Fernández del Riego _, y Felipe Crespo de Lara, el tradicionalista de Goicoechea y feminista asilvestrado que lee la famosa conferencia “Si gobernasen las señoras, lo harían mejor que ellos”. Y más tarde, los coetáneos.

Piropos en la distancia

Viernes, 24 de Marzo, 2017

La sección

Desde el 1 de diciembre de 1892 y durante ocho años, Rogelio Quintáns, como administrador y propietario, y Ramiro Vieira Durán, como director, editan en Pontevedra el quincenal La Revista Popular, donde se da cabida a muy diversos géneros periodísticos; a la ciencia y al arte; al gallego y al castellano; al humor y la seriedad.

Dentro de esa variedad temática, y mientras no se demuestre lo contrario, para mí las tengo que La Revista Popular contó con una sección única en el mundo.

Precisemos. La sección no es única, porque muchas publicaciones contaron con otras similares. Lo que constituye una rareza es la forma de llevarla a cabo.

Se titula “Galería de bellezas” y su contenido es fácil de explicar. En cada número, una, dos o tres señoritas de Pontevedra reciben los encomiásticos piropos versificados de un vate que cae rendido de ripios ante su donosura sin par. En otras cabeceras son los propios enamorados los que versifican sobre los labios como rubís, partidos por gala en dos, que los partió para mí, la gracia infinita de Dios.

En La Revista Popular ese papel lo ejerce el poeta alcarreño Luis Cordavías, amigo de los redactores gallegos, ¡aunque él viva en Guadalajara! Es decir, que en su vida ha visto delante a las muchachas por las que desparrama su estro poético.

¿Qué ocurre entonces? Bueno, el caso es que Vieira y Quintáns quieren contar con una sección así, pues saben que por unos días será la comidilla de Pontevedra. Sin embargo ningún colaborador se atreve a hacerlo por el qué dirán. Resuelven enviar a Cordavías cuatro datos sobre la beldad de turno y Luis hará el resto… de oídas.

Leemos los versos que dedica a María del Valle Inclán (1893): “Instruida y amable / fina y discreta / es de las más simpáticas / de Pontevedra”. Tampoco es que se pasase en piropos.

De cómo recibir un tesoro

Jueves, 23 de Marzo, 2017

Nada de alegrías

En la crónica de O Grove debe figurar el día 18 de marzo de 1914 como la fecha en que allí es descubierto un tesoro, pero también el momento en el que se imparte una lección básica relacionada con estos hallazgos.

Un joven criado manipula un barril en una vieja casa del barrio de Hospital, cuando las maderas carcomidas del cuchitril ceden a la presión, se pulverizan y tras ellas dejan ver una arpillera que esconde suficientes monedas de oro como para aviar a dos generaciones de haraganes.

Corre el chaval entusiasmado para dar noticia del bombazo a las dueñas de la casa, madre e hija, y cuando apenas termina su relato, la mayor de ellas _ madre por tanto en el conjunto _, le contesta sin inmutarse:

_Pois si que ten! Ben sabiamos nós onde tiñamos gardado o tesouro! Vaites, vaites.

Ésa es una eficaz manera de reaccionar en estos casos para no dar ni una propina a quien ha conseguido el Ábrete Sésamo.

Posiblemente la señora es discípula de aquella otra viuda de Fingoi, que el 5 de febrero de 1909 contrata a un obrero para realizar ciertos arreglos en su casa de ese barrio lucense tras pasar el luto de su difunto marido.

Cuando el operario realiza los primeros golpes para demoler un muro interior que es el objetivo de la señora, comienza a caer sobre él una lluvia de monedas áureas y el hombre cree estar, no en Fingoi, sino en los exactos aposentos del rey Midas.

Avisada la viuda, acude ésta al lugar con cara de indiferencia, no exenta de cierto disgusto, como diciendo, mire usted cómo me ha puesto todo esto perdido de oro. Y eso sí, le agradece al obrero su rasgo de honradez. No obstante, le dice al hombre, lo mejor es que se tome libre el resto de la jornada y así ella tendrá tiempo de recoger toda esta trangallada que nos ha caído del muro. Mañana será otro día para seguir obrando.

El oro de Carlos IV

Miércoles, 22 de Marzo, 2017

Banco de España

Las monedas de oro aparecidas en el futuro Banco de España arman mucho revuelo por todo Lugo y cada cual extrae sus conclusiones.

La más seria y fundamentada es la de colegir que ha llegado el momento de afrontar con brío la construcción del Museo de la Historia que albergue las muchas maravillas que atesora el subsuelo lucense… hasta que son descubiertas y se esfuman.

El Museo es una necesidad como el comer, máxime ahora que el padre Fita Colomé, el epigrafista de más renombre en España entera, ha solicitado a la ciudad el envío de una fotografía del acróstico de Odoario que existe en la catedral para compararlo con otro que está estudiando en Oviedo. ¿Es o no es nivel?

Nunca se concreta qué es lo que aparece en Castelar, o por decirlo en clave realista, qué es lo que desaparece. Para la historia queda que son cuatro monedas de oro, valoradas cada una en 200 pesetas, y un tarro de barro conteniendo un montón, que a ver cómo se valora eso.

Las vendidas, s.e.u.o., no se recuperan y el impacto se mitiga hasta que en junio del propio año de 1901 se reaviva la fiebre del oro cuando toda la ciudad comenta el hallazgo de botes metálicos llenos de monedas herrumbrosas que un hombre realiza en su finca y que ordena tirar por no darles ningún valor.

¡Pedazo de animal!¡Pudo tirar con ellos el futuro de sus hijos y el de la ciudad que le vio nacer! En otros lugares sí que saben apreciar los frutos numismáticos, como le pasa a Margarita, la criada del cura Alonso, párroco de San Miguel de Cabanas, en A Baña, y ciego de solemnidad. Ella y un muchacho de 14 que le ayuda encuentran debajo de una losa de la cuadra hasta diez botes de ésos, repletos de monedas de Carlos IV que se calcula valorados en más de 40.000 duros. Lástima que un vecino de Páramos les diga que son medallas de San Andrés y se quede con 26 de ellas por 18 reales.