Retxe que retxe
Sábado, 31 de Mayo, 2008Con todas las opiniones contrarias que se escuchan sobre el referéndum de Ibarretxe, Pancracio Celdrán podría hacer otro libro, esta vez no de insultos, sino de descalificaciones: innecesario, absurdo, fraude, caprichoso, ilegal, atentado contra la convivencia y otros así.
De todos ellos destacan el que le aplica el Gobierno, ilegal; y el de ETA, fraude. Sí, ya sabemos que los comunicados de ETA no merecen ser comentados, pero no me negarán que en este caso, cuando retxe que retxe trata de poner en sus manos la solución dialogada a no sé qué conflicto, resulta muy ilustrativo que los etarras se lo manden guardar en el cajón, porque ellos seguirán contribuyendo a la paz y a la concordia con más muertos encima de la mesa.
Ni con ésas el lehendakari se apea de la burra. El Gobierno lo considera claramente anticonstitucional y ETA anuncia que no le hará caso. ¿A quién le puede interesar entonces el resultado de semejante consulta? A quien la convoca, claro.
Es un referéndum a su persona. Si se celebra, lo gane, lo pierda o se lo hagan comer con patatas, Ibarretxe, y no el País Vasco, estará salvado para la historia como el hombre que le dio voz a los vascos y vascas por encima de la Constitución y de cualquier otra legalidad.
Por eso dice hoy que si lo pierde, se irá a su casa. No le interesa el resultado, sino que se celebre; como esos partidos internacionales entre Euskadi y Camerún. Da lo mismo perder 0-3 que empatar a ochos. No aporta nada positivo, pero te das el gustazo de desafiar al Estado al que perteneces.
Einstein compara el nacionalismo con una enfermedad infantil. Algo así como el sarampión de la humanidad. Y eso que no conoció a este hombre. De lo contrario habría buscado el símil en otra enfermedad menos pasajera.