Lucha contra la corrupción
Jueves, 31 de Enero, 2013
Mapa de la corrupción, según Transparency International. Sobran las claves para interpretarlo
Como diría un cultiparlista, son innúmeros los casos de corrupción conocidos, pero por desgracia seguimos cometiendo los mismos errores que el primer día. Y vete tú a saber qué día fue ése, aunque todo apunta a algún chanchullo de comisiones cobradas ilegalmente durante la toma de Granada.
El principal error y el que se comente con mayor reiteración consiste en considerar la corrupción como un defecto de la clase política española, dando por sentado que el resto de la sociedad somos un coro de querubes y serafines con alitas y mofletes sonrosados. Es cierto que hay que ser político para tener contacto con grandes cantidades y poder mangarlas, pero es falso que la corrupción se dé solo en combinación con el cargo público, porque la corrupción bien entendida empieza por uno mismo.
A partir de esa idea, que dan por buena incluso los propios políticos, se derivan el resto de los errores. Por ejemplo, estos días se escucha hablar a Rajoy de un pacto contra la corrupción como remedio a todos los males y como si la jura de la Constitución no fuese suficiente pacto para hombres de honor. Si ésa es la solución, cuantos más acuerdos se establezcan, más incumplirá el corrupto, pues está claro que lo suyo no es pararse en remilgos. “¡Carambitas, un pacto entre caballeros. Las manos quietas!”
Si se examina con cuidado el mapa mundial de los atracos al erario, se concluye que éstos son siempre menores allí donde el ciudadano se siente más copropietario del patrimonio, más respetuoso de las leyes, más orgulloso de su clase política y mejor conocedor de su historia, de su arte y de su libertad. Cuando demos pasos en esa dirección se podrá decir que luchamos contra la corrupción, que es el sinónimo de la ignorancia.
Todo lo demás serán parches, entretenimientos y ganas de seguir en el mismo sitio.