Nunca positivo

La calle es el escenario donde se trata de representar un drama para que se beneficien los que en esos momentos no son los gerentes del teatro.

Madrid es el escenario ideal. En toros le disputa la categoría la Maestranza sevillana, pero en manis y algaradas, no hay color. Lo que no pase en Madrid, no pasa. Por eso la capital lleva este año mil y la madre de manifas _ bulevares arriba, bulevares abajo _, como se lamentaba el castizo. Es el precio de la capitalidad, le dijeron otras veces cuando los madrileños protestaron de tanta protesta, y con toda seguridad es así.

En la gestión de la calle se afana un conglomerado de siglas e individuos difíciles de identificar, aunque sí sus intenciones que siempre son las mismas, es decir, perjudicar lo más posible, no se vayan a creer que estamos de acuerdo con la situación. No, por Dios. Podrían ahorrarse los esfuerzos porque nadie va a imaginar que gusta sobremanera estar con el agua al cuello.

Cabría esperar que en justa correspondencia estos gestores de las vías públicas también las ocupasen en épocas de bonanza diciendo lo bien gerenciados que están sus bienes comunes, lo felices que somos y lo muy atractivo que resulta al extranjero invertir en un país así, lo cual nos vendría muy bien, por ejemplo, para evitar estas épocas de decaimiento.

Pero no, no se convoca ni una. Solo se sale cuando hay posibilidades de agrandar un poco más la crisis, la leyenda negra o el abismo que se abre por delante; eso sí, con la sana intención de tumbar al Gobierno, aunque últimamente se añade acabar con el Congreso y hacer gravilla del Senado. ¡Qué razón tenía Van Gaal! Como ayer han estado por la calle los ilustres juristas Garzón y Villarejo, quizás sea señal de que la cosa va adelante y a poco que se trabaje, mañana se abre al público Altamira y celebramos asamblea en los toros de Guisando.

¿Referéndum sí o sí? No, no, no

Desde que empezó todo este rollo identitario espoleado por Mad Mas, sir Artur I, se echaba en falta que alguien reclamase la contundencia exigible para estos casos al Estado y al Superestado que para todos nosotros es hoy la UE.

En esa reclamación coincidimos, mira tú por dónde, con Ricardo Martín, colega de profesión, amigo de juventud y compañero de arbitraria detención en tiempos transicionales, valga el neologismo, quien ayer mismo la enarbolaba de manera original, como si las propias instituciones estuviesen paralizadas a la espera de que alguien les recuerde sus obligaciones. Y el Rey, venga a cederle a Mas el lugar que le otorga el protocolo. ¿Puede haber una situación más grotesca?

Cuando la deriva del presidente catalán y de todos los que le bailan el agua en su tarea de responsabilizar a España de sus propias incompetencias, fracasos e ignorancias, llega hasta donde ya ha llegado, es de todo punto necesario que el Estado y la Unión Europea se personen en Barcelona para decirle que ese referéndum del sí o sí es no; que lo suyo no es delincuencia, sino lo siguiente; que si alguien falta la ley, no es un independentista, sino un golpista, y que en todo caso la UE no va a admitir un estado seccionado porque se lo impiden sus estatutos, que no va a haber euro, que no va a haber nada de nada y que pare ya de hacer aspavientos con las manos, porque cuantos más hace, menos razón le asiste, aunque tenga esa cara de cartón piedra que le serviría para doblar a Martin Sheen de espaldas.

Esa claridad expositiva se agradecería un montón, porque de tanto callar, a algún catalán desinformado le puede dar la sensación de que le asiste la razón a Mas, cuando en realidad el único que asiste es Iniesta a Messi.

Los pokémon de Famosa se dirigen al ferial…

Los pokémon corren por Galicia como los pulpitos del cartel de San Froilán, observados desde su coche por esa familia que acude a la fiesta entre el asombro, el terror y una pizca de esperanza en despertarse mañana con la noticia de que todo era falso. La noticia de que todo fue debido a una campaña publicitaria de Aurora do Carballiño, que ha lanzado en busca de clientes por las cuatro provincias a Tkachenko, al Puñales, al Cura y al Number One. ¿Pikachu no evoluciona?

Fíjense en esa familia del coche que imaginó Joaquín París. El padre está muy, pero que muy acongojado. Como se diría en poligonero, superacongojado, tía. El niño sonríe como cuando no se tiene ninguna gana de hacerlo. A la madre le está entrando el desasosiego y ya no sabe si hizo bien saliendo de casa, o hubiese sido mejor irse de alpinismo a Peña Trevinca. Solo la niña se adorna con una sonrisa que parece sincera, aunque para ello necesita cerrar por completo los ojos. Ojos que no ven, fiesta que no se resiente.

El panorama no da para más. La carretera está atestada de pokémon. Los hay bisojos, con bigote, adormilados y uno enseña los dientes con auténtico pavor. Vayas a donde vayas, te asalta uno y se te queda mirado como quien dice: “Te voy a sacar las pelas aunque te vayas a vivir a Cataluña”.

Lo suyo es el fraude, el saqueo y la ignominia. Nasío pal prevarique. El pokémon es tan profesional que no va al monte porque es gratis, y no hay manera de cobrar una mordida. Es tan responsable, que si da las buenas tardes, pide por ellas un 5 por ciento. Es tan solidario que es incapaz de defraudar a uno solo. Defrauda a todos. El pokémon, en definitiva, es un pulpo, un cienfalópodo moluscular, octopusiano, tentacular, ventosino y prensil, sobre todo muy prensil, como a la vista queda.

Mas se lleva el timón a casa porque no sabe qué hacer con él

En presencia del Rey, para robarle portadas y dar solemnidad a la bobada, el presidente Mas ha llevado su incompetencia al extremo de convocar elecciones cuando todavía le faltaban dos años por completar el encargo de las urnas.

En aquel momento, hace dos, le dijeron: Señorito Mas, gobierne cuatro años y rentabilice bien todos ellos a favor de Cataluña, de acuerdo con la legalidad que le confiere la Constitución española y el resto de leyes vigentes en el Estado español para que sus paisanos se lo premien, o en caso contrario, se lo demanden.

No ha obedecido ni uno de esos extremos, que ya es decir. Aún de entre aquellos más zafios que por razones desconocidas llegan a la gobernación, la mayoría hace auténticos esfuerzos por cumplir al menos una de las encomiendas, la de permanecer esos cuatro años amortizando los gastos y los riesgos de convivencia que acarrean los procesos electorales.

Es posible que existan ciudadanos encantados de ir a las urnas cada dos por tres y antes de los plazos señalados, como también los hay quienes disfrutan observando las desgracias ajenas, pero admitamos que encontrar un ejemplo del primer caso es más complicado, pues se necesita a alguien que disfrute observando las desgracias propias.

Este es el hermoso panorama que se deduce del paso de Mas por el poder y es de esperar que los ciudadanos catalanes sabrán corresponderle en esta nueva llamada al voto, no ya por si quieren o dejan de querer la independencia, sino por el peligro que corren de volver a ser convocados en los respectivos colegios el próximo mes de abril. Un método como otro cualquiera para estar entretenido y ahorrar en escobas, pues mientras pasan las campañas _ que es donde verdaderamente disfrutan los políticos mediocres _, la casa permanece sin barrer.

Así nos hemos quedado. Más tiesos que la mojama

Durante la transición nos hicieron creer que el inmovilismo era el búnker y que solo los que se quedaban con la vista clavada en la historia impedirían que esto fuese el jardín de las delicias. Pero después de enterrar el búnker y de contratar para él varias misas de aniversario, el panorama está todavía más inmovilista que cuando Girón de Velasco prometió tirarse de nuevo al monte desde una localidad tan poco aguerrida como era y es Fuengirola, a la que alguno llamó entonces Fuengirona, por lo del falangista montaraz.

Inmovilismo es no saber Cataluña si se desgaja un poquito, si se desgaja del todo, o si se disfraza de puertorriqueña y canta la María de West Side Story, enamorada de un madrileño de Hoyo de Manzanares. Si es estado libre asociado, o si el resto somos los que libremente nos asociamos en el suyo.

Inmovilismo es salir ahora de federales, como si de un as en la manga se tratase. Lo teníamos escondido para hacer un full ful. ¿Federales? ¿Cataluña socio ecuánime de un estado con una bandera, un idioma y unos mismos objetivos? O la repueblan con otros políticos traídos de Alemania, como aquellos colonos centroeuropeos que importó Pablo de Olavide para ocupar con ellos las tierras de Sierra Morena, o a la vista está que de federales tenemos lo que los mosquitos de cariñosos.

Inmovilismo es comprobar que ya no queda rincón de España donde se fomente el uso de esa palabra, la única con posibles de ser común a todos, y cómo los dos partidos mayoritarios asentados en toda ella, sí los dos, hacen caso omiso de viejas promesas y juegan a ser la novia en la boda, la bandera en la Diada y el muerto en el entierro. Uno enseña catalán en Baleares, lo nunca visto, y el otro zapateriza todo lo que toca.

¿Qué es inmovilismo? ¿Y tú me lo preguntas? Inmovilismo eres tú.

Chávez, intranqueable

Hoy está previsto Rodear el Congreso. No es la toma de la Bastilla, ni el asalto al palacio de Invierno, pero lo podemos situar a medio camino entre Tejero y El Álamo.

Dicen que son ochenta las organizaciones organizantes, lo cual demuestra dos cosas; la enorme cantidad de siglas que existen en España y su inutilidad total, pues a la vista está que todas protestan.

La organización es un invento que se debe a arte diabólica, aunque las primeras estuviesen formadas por los caballeros de Santiago, o naciesen bajo la protección de la Cruz de Calatrava. Eso no fue nada más que el principio, porque con el paso del tiempo dejaron de tener nombre y pasaron a ser acrónimos, palabras sin sentido con los que poder enmascarar turbios objetivos.

Antes no podían hacerlo. La de Calatrava, por ejemplo, se llamaría ORCACA, Orden y Caballería de Calatrava. ¿A dónde vas en aquellos tiempos con título semejante? En cambio hoy lo que mola es que no se entienda, porque así es más fácil que te den las subvenciones. EXUCRICRI ¿Y esto que es? No sé, tú dales 6.000 euros y que arreen.

80 organizaciones dispuestas hoy a romper los cordones policiales y a cantar la tradicional canción infantil: “Atrancar las Cortes, que no pase nadie, que pasen mis abuelos comiendo buñuelos”.

Cuando en 2009 Hugo Chávez se encontró con un problema similar porque a la oposición se le había ocurrido presionar contra la reforma constitucional, el presidente aprovechó uno de sus mítines para ordenar a su ministro del Interior, delante de la masa enfervorizada de seguidores, que: “Al que salga a atrancar una calle me le echan gas del bueno y me lo meten preso”.

Ésa es la ventaja que van a tener hoy las ochenta organizaciones rodeantes del Congreso. Aquí ya no queda ni gas del malo.

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Un fotograma del video

La muerte tenía un precio. Se lo puso el ministro de Ferrocarriles pakistaní, quien promete 100.000 dólares de su pecunio por la cabeza del director del vídeo de Mahoma. Es menos de lo que cobró Clint Eastwood por entregar la banda del Indio, pero en estos tiempos puede animar a un cazador de recompensas de baja por artrosis. Lo difícil no será cargarse al mediocre cineasta, sino cobrarla.

​El caso es que el mundo vive pendiente de lo ofendidos que puedan estar, o dejar de estar, millones de seguidores del profeta porque les han dicho que un tipo, no se sabe si copto, judío o ex seminarista, ha grabado un vídeo más malo que el Ecce Homo de Borja, que ninguno ha visto, que no se sabe si se rodó en Chipre, en Chile o en La Rioja, porque todos los fondos son con chroma key, que no lo verían ni en el Museo de los Horrores si no se hubiese dado está desmesurada reacción y que todos, hasta los ministros de Ferrocarriles, juran venganza contra Estados Unidos en primer lugar, y contra todos los demás, en segundo.

​Lo primero que enseñan las escuelas diplomáticas es la fragilidad de las relaciones internacionales y es de imaginar que este caso se estará estudiando como ejemplo fehaciente de que hoy en día las relaciones no penden de un hilo, sino de un vídeo. Por eso, sabiendo lo que se sabe, ¿quién puede ser el primer interesado en producir un bodrio semejante? ¿El de dentro, o el de fuera? Churchill decía que el diplomático es la persona que primero piensa dos veces y después no dice nada. No vamos a hacerle caso, porque de lo contrario no habríamos escrito ni una sola columna en la vida, y respondamos que cualquiera. Sabiendo que una producción de mil dólares puede levantar a millones de personas en la dirección deseada, ¿quién no lo haría? De modo que la pregunta, como siempre, es: Qui prodest?

(Nota.- Por supuesto, me tragué el vídeo enterito)

La campaña

​La campaña antivandalismo de la Policía provoca sentimientos enfrentados. El primero es de congratulación. Vaya, no se trata solo de una impresión particular. Parece ser que las autoridades también comparten el criterio de que la labor destructiva de las catástrofes naturales se ve ampliamente reforzada por la creciente actividad salvaje de congéneres con pinta humana y a cargo del presupuesto.

​Es una reacción tardía, muy tardía, pero bueno, al menos no se ha perdido por completo el sentido del bien común, el patrimonio y la propiedad pública.

​La segunda es de estupefacción ante el lema de campaña, que es algo así como informar a la población de que los destrozos de unos los costeamos todos. Si a estas alturas, además de pagar la escolarización obligatoria, hay que subvencionar campañas para decir esto, o que Rajoy no es el dueño del Gregorio Marañón, o que conviene no acuchillar al compañero de pupitre, es señal de que estamos tirando el dinero a espuertas.

​Y de ahí, a la tercera sensación. ¿A los pechos de quienes se han creado estas oleadas de vándalos nininis _ estudios, trabajo, cabeza _, más que a los de los dineros públicos destinados a tal fin con concienzuda filosofía?

​Aquello del todo vale, no se vayan a traumatizar, solo son unos niños, la moral es un antigualla, no a los exámenes, no a los suspensos, no al cero que el pobre sufre, no tenía un final feliz y el educando se desespera, acostumbrado como está a los algodones, a promocionar sin esfuerzo, a que todo le sea dado. ¡Ah! ¿Pero la vida no es también así? Pues conmigo que no cuenten para doblar el espinazo y recoger espárragos. Yo fui educado para no dar golpe y si doy alguno es para transportar botellas, para romper alguna que otra cristalera y para cargarme el mobiliario urbano que encuentre a mi paso.

Al caballo de Pavía le sucede la Muladona de Mas

Si todavía no es un independentista convencido, está dejando pasar una de esas bicocas que la vida ofrece a los espabilados. Tras la demostración de Más, recibido ayer en loor de multitudes por cosechar la consabida negativa centralista, nos adelantan que Urkullu seguirá sus pasos cuando lo entronicen el 21-O. No, no esperen que Núñez Feijoo también lo haga, porque él dice que al tomar posesión de su cargo juró fidelidad a la Constitución. Los otros dos también lo hicieron, pero ya sabes, un día juras en arameo y al siguiente, en hebreo.

Y es que hay dos tipos de personas: los que sienten en las entretelas las inmensas ansias de estar independizándose las 24 horas del día, y las que se conforman con irse de casa de sus padres a los 18 años, que tal como están las cosas, resulta mucho más difícil que separarse de España.

De momento Mas ya se ha declarado al margen de la ley. Es decir, además de maleducado, delincuente. Y lo peor es que quiere que le aplaudamos con las orejas y le hagamos la ola, un ejercicio que muchos españoles realizarían si no fuese ilegal y si sirviese para garantizar los derechos de los habitantes de Cataluña y los de ellos mismos, amén de olvidar para siempre que un día existió lo que dio en llamarse el conflicto catalán.

Muchos obstáculos como para saltarlos a la grupa de la Muladona, como hizo ayer Francecs Homs, a la sazón portavoz de la Generalitat, confundiéndola con el caballo de Pavía para a sus lomos penetrar en los espacios de la sacrosanta legalidad y dar así, no ya un golpe de Estado, sino dos.

Con el primero, crea el Estado español sin Cataluña, y con el segundo, el Estado catalán sin España. Para no habernos preparado con bicarbonato, el señor Homs tiene una consideración pantagruélica de nuestras tragaderas. Nos cabe todo y todo lo digerimos al arrullo de una siesta.

Dice el político: Yo confío en la Justicia, salvo que sea en contra, en época electoral o en Pascual Florida

​La confianza en las actuaciones judiciales, ésa de la que tanto se habla cada vez que afectan a un compañero de partido, no debe ser tanta como se dice, si a continuación se añade lo mucho que da de pensar la proximidad de una convocatoria electoral.

​En realidad no ha de ser muy grande nunca, si cada dos por tres la tenemos en la boca. Declarar que: “Yo confío en la Justicia” es sinónimo de decir absolutamente lo contrario, porque solo faltaría que no fuese así.

​Lo de ayer ha sido una catarata de declaraciones contradictorias y de cargas de profundidad lanzadas contra la independencia judicial, que a ésa sí que la votamos todos. Una catarata que podría justificarse por la sorpresa con la que se desencadenó la Operación Pokemon, pero solo por eso.

​Si usted cree que la mejor manera que existe de defender a su correligionario es lanzar sombras de duda sobre la maquinaria judicial que ha caído sobre él, solo le quedan dos caminos para evitar que lo tomen por un indocumentado: O bien denuncia tal estado de cosas mucho antes de que sea apresado ese camarada suyo _ cuando apresen a alguien de un partido rival, por ejemplo _, o bien se perfora la lengua con un candado y deja pasar las semanas iniciales tras el arresto sin pronunciar palabra. Luego, ya en Navidades, va y suelta la tontería que se le ocurra.

​Hay varias convicciones a las que un político no debe aludir ni en peligro de muerte, cuales son: la plena confianza en la justicia, la inquebrantable vocación de servicio y la indiscutible sumisión al ideario del partido, porque cada vez que una de las tres sale a relucir en un discurso, lo único que logra el deponente, es que todos pensemos en lo contrario.  Ayer, ni siquiera hizo falta pensarlo, lo dijeron:

_Yo confío en la Justicia, pero esto huele a elecciones que tira para atrás.