Fauna cesante
Miércoles, 30 de Noviembre, 2011
Típico ejemplar de oso colgado de una pola
Hace un siglo, y durante años, los cesantes eran legión. A cada cambio de gobierno, y los había con frecuencia cardíaca, los ministerios se despoblaban de funcionarios liberales al tiempo que los ocupaban los conservadores.
Después ya se entendió que era más útil mantener un funcionariado estable y que se marchasen solo los políticos. Más tarde hubo una guerra y cuando salimos de ella se dio por sentado que lo realmente práctico era que no saliese nadie, y que políticos y funcionarios estuviesen todo el tiempo en el machito.
Con la llegada de la democracia se garantizaron períodos de cuatro años de estabilidad laboral para todos, pero se recuperó la figura del censante tetranual, reservada ahora al gremio de los políticos.
Como todo en esta vida muda y se perfecciona, los partidos han desarrollado una nueva figura a la que llamaremos el oso perezoso, consistente en colgar de una rama a una persona que se debería ir, de tal forma que el siguiente gobierno se lo encuentre ahí, con estatus de funcionario, pero con cara y ademanes de político, dispuesto a no dar golpe, a cobrar ricas tajadas, o a recibir sustanciosas indemnizaciones. Del mismo modo que el oso libidinoso, el perezoso se lo pasa pipa jodiendo la marrana.
Cuando llegan los nuevos a los despachos, les advierten:
_Tiene usted dos osos perezosos colgados de una Dirección General y una lapa en Proyectos.
Las lapas son osos perezosos de anteriores gobiernos que se han enquistado de tal forma, que su enganche al puesto se cosifica y resulta prácticamente imposible despegarla. Puede darse el caso de que un nuevo gobierno se encuentre lapas de sus épocas anteriores, pero tampoco se llevan una alegría, porque la lapa es de natural arisca y poco colaboradora.