Archivo de Septiembre, 2005

Norte y sur

Viernes, 30 de Septiembre, 2005

No hace falta ser catastrofista ni incendiario para determinar si el Estatut catalán vulnera o no la Constitución. Hasta sus propios redactores dicen que sí, que se la pasa por el arco de triunfo dos o tres veces, como haría una manzana con la ley de gravedad deteniendo su caída a tres metros del suelo. Si es así, por mucho que ZP les haya prometido aprobarla sin tocarle una coma, ese texto no puede salir adelante, a riesgo de que esto se convierta en patio de Monipodio donde cada hijo de vecino elija qué normas gusta de cumplir y cuáles no.
Si en la propia Cataluña su Parlament no ha sido capaz de comprender la grandeza del consenso constitucional, mientras éste no se modifique, su texto queda fuera de la ley sin más monsergas. Dicen que es una patata caliente para el Congreso. Bueno, que lo sea y que actúe en consecuencia.
Naturalmente que sería mucho más bucólico y pastoril recibir un texto como el valenciano, pactado entre casi todos y acorde con la Carta Magna; pero pensemos que Cataluña está actuando como el niño incontinente que a la hora de escribir la carta a los Reyes Magos emborrona una docena de folios con el catálogo completo de Toisarás. En algún momento tendrán que intervenir los padres para decirle:
_Mira, monín; ni existen los Reyes, ni tenemos dinero para comprarte la multinacional del juguete, ni es bueno que dejes a los demás niños a dos velas.
En caso contrario, si el Estatut, por muy alto que clave su pica, está dentro de la legalidad vigente, que se apruebe sin problemas. Listos que son ellos pidiendo.
Ni catastrofismo, ni manos a la cabeza, ni mucho menos, brazos en alto. Porque si no, da la impresión de que toda España, y su presidente a la cabeza, ha perdido el norte. Y de momento, que se sepa, sólo estamos perdiendo el sur, ese sur que limita con Marruecos y al que ya le hemos dicho con toda claridad que tiene un poco abandonada su política de fronteras.

Eldorado del norte

Jueves, 29 de Septiembre, 2005

El efecto que puede producir la llegada de alguna de nuestras revistas de colorines a cualquier rincón del África desnutrida ha de ser similar al que se apodera de Jiménez de Quesada cuando a sus oídos llega la leyenda de Eldorado.
Páginas dedicadas a la eliminación de la más leve imperfección epidérmica en hombres y mujeres, muestrario de las prendas más sofisticadas sobre los modelos más metrosexuales, perfumes, cremas, coches, aparatos sin límites de funciones, gafas que han de hacer juego con la sombra de ojos y sobre todo, recetas, muchas de recetas de exquisitos platillos a cada cual más apetecible. Eso no es una revista de actualidad, eso es el catálogo del Paraíso, el croquis del jardín de las Hespérides y la gaceta de los hiperbóreos en dicha continua.
¿Problemas? Pocos y asumibles. Que si la duquesa no ve con buenos ojos a Gonzalo Miró, que si Paquirrín echa barriga, que si Ángel monta un Cristo bárbaro con la Rey.
Y nosotros aquí, pensarán ellos, comidos por las moscas, sin agua potable y con la perspectiva de guerras sucesivas para entretenernos. Debemos subir a ese norte maravilloso que derrocha longanizas y se divierte en tomatinas. Bastará que nos sentemos bajo el alféizar de cualquier ventana para que nos caigan los restos de estos epulones rebosantes de lujos asiáticos que por abundantes, menosprecian o despilfarran.
Jiménez de Quesada también creyó que encontraría lo mismo entre el pueblo chibcha, pero Eldorado, de existir, se había agotado hace mucho tiempo. Quizás la revista les haya hecho concebir una sociedad mucho más lujosa de lo que en realidad es, pero en cualquier caso, Europa significa un Eldorado mucho más real para los actuales emigrantes de lo que fue el lago de los chibchas para el explorador español.
El derroche y la miseria se dan la mano en unos kilómetros de valla que ahora va a elevarse tres metros más.

El 711

Miércoles, 28 de Septiembre, 2005

En el 711 cruzaron el Estrecho muy pocos hombres. Se calcula que con Taric lo hicieron siete mil y con Muza, once o doce mil más. Se duda incluso que Taric, al que ahora se admira desde Al Qaeda, fuese bereber, árabe o musulmán, sino godo y como Muza y don Julián, socio de los hijos de Witiza, enfrentados a don Rodrigo tanto en la disputa del poder, como por motivaciones religiosas. Éste representaba ya a la corriente trinitaria, mientras que los witicianos y bereberes mahometanos eran unitarios _ es decir, Dios es Uno _, o bien sin una religión especial. Esta visión del 711 dificulta enormemente que se mantenga en pie el título de Invasión Árabe para definir los acontecimientos de aquel año, aunque lo sucedido después sí permita hablar del establecimiento de éstos reinos.
La comparativa entre los años de lucha que libraron las poderosas legiones romanas para rematar la conquista, y las batallas relámpago que bastaron a estos escasos efectivos, mal organizados y sin experiencia bélica para hacerse con toda la península, refuerza también la visión de que aquello tuvo que ser más una revuelta político/religiosa entre peninsulares con tintes migratorios, que la conquista de un reino por otro.
Los trinitarios, con Santiago Matamoros a la cabeza, plantearon una reconquista que iba a tardar siete siglos en darse por terminada.
Viene esto a cuento de todo cuando está sucediendo sobre terrorismo islámico, recuperación del Al-Ándalus e inmigración ilegal. A lo de Melilla ya no se sabe si llamar avalanchas, invasión, flujos, éxodo, huida, desesperación o caos. Y si no se sabe cómo llamarlo, mucho menos cómo afrontarlo. Se espera la llegada de las lluvias como grandes colaboradoras fronterizas, se levanta la altura de la valla, se apela al ejército y a la Comunidad Europea; se mira a Marruecos, se recurre a expulsiones y se organizan centros de acogida. A nosotros nos dio por recordar el 711.

Hace 30 años

Martes, 27 de Septiembre, 2005

Hace treinta años se ejecutaban las últimas penas de muerte en España. Eran los estertores de un régimen sin futuro y fue tal el convencimiento de ello que todos se maravillaron de lo bien que nos adaptamos de la dictadura a la democracia, como si el único inconveniente para hacer el tránsito hubiese sido aquel hilillo de vida que le quedaba a un señor disolviéndose en heces con forma de melena.
Las penas de muerte las siguieron dictando otros para que a nadie le cupiese la menor duda de que su enemigo no se llamaba Franco, sino España. Han pasado tres décadas y ahora, lejos de maravillarnos por los consensos obtenidos en el desarrollo de aquella naciente democracia, se mantienen actitudes y diálogos violentos y catastrofistas.
ETA hace estallar otro artefacto en la provincia que ese día visita ZP y que de paso, alberga una central eléctrica de Endesa. Quizás alguien pueda pensar que es un terrorismo de baja intensidad y que se aguanta muy bien, pero el recordatorio amenazante es de honda preocupación.
El conseller de Comercio y dirigente de ERC, Josep Huguet, no repara en gastos al advertir que si falla el Estatut, se generará en Cataluña una “guerra civil, entre comillas”, contra España, recordando el levantamiento del XVII contra Felipe IV. Si esto es un lenguaje democrático, fluido y normalizado, que venga sant Boi / Baudilio y lo vea.
Para que nada falte, y refiriéndose al mismo asunto, el ex presidente Aznar anuncia que esta semana se darán los pasos decisivos “para un cambio de régimen, sin mandato, ni consentimiento de nadie”.
Han pasado treinta años desde las ejecuciones y es cierto que hoy podemos verlas como un episodio lejano y superado, pero también lo es que se repite el mismo lenguaje de radicalismo y confrontación, cuando no de violencia, que reduce el optimismo a la moderación.

Galicia / Galiza

Lunes, 26 de Septiembre, 2005

Cuando desde el poder político se propone un cambio en la toponimia, del tipo de que sea, se supone que es una reclamación fuertemente sentida por el común de los ciudadanos, bien porque algún día ese territorio se llamó así, bien porque se ha impuesto el uso del topónimo popular sobre el oficial.
En el caso que nos ocupa, el cambio de Galicia por Galiza, no responde a ninguno de los dos supuestos, sino a una interpretación filológica, según la cual, la evolución de Gallaecia habría sido más patrimonial y más correcta si diese Galiza, por observarse en el topónimo oficial la influencia del castellano.
Si aplicásemos el mismo espíritu purista y revisionista a todos los topónimos actuales nos encontraríamos con la obligación de modificarlos en su totalidad, pues su evolución no siempre responde a leyes filológicas, ni mucho menos al respeto por el sentido original del mismo. Por ejemplo, la galleguización generalizada que se llevó a cabo recientemente acabó por sepultar el sentido primigenio de muchos nombres en aras de una corrección lingüística que mucho ha de satisfacer a los filólogos, pero muy poco a los historiadores.
Por qué el río Riveiras do Sol acabó siendo río Sor, por qué Areas acabó siendo Fisterra, o por qué el dios Ares ya no se reconoce en Bares son asuntos que podrían ponerse encima de la mesa con los mismos, o más mimbres, con los que se pretende el cambio de Galicia a Galiza.
Reconozcamos que el topónimo Galicia sufrió una evolución deturpada, y que Galiza hubiera o hubiese sido la versión más correcta desde el punto de vista de las normas lingüísticas, ¿a cuántos más étimos sería necesario meter mano? Y sobre todo ¿para qué? ¿Para decir que la gente se equivoca al hablar? ¿Para dar satisfacción a quienes lo adoptaron como bandera?
De acuerdo. Cuenten con nosotros, pero no sólo en el caso de Galiza, sino en todos. Ya verán qué divinas sorpresas se llevan.

Delincuencia legal

Domingo, 25 de Septiembre, 2005

Hay un sistema para acabar con la delincuencia de raíz, legalizarla. Ése parece ser el gran descubrimiento del ejecutivo. Se pacta, negocia y dialoga con quienes menos aprecio demuestren a la ley; se subvenciona y alaba a quienes se burlan de ella; se ridiculiza y fustiga a quienes siguen creyendo que el camino hacia una sociedad justa es precisamente la justicia, y no la ausencia de ésta.
Así las cosas, quien no comparta este ideario será arrojado a la cueva troglodita vestido con el sambenito de carca y las orejas de reaccionario. Ellos son la quintaesencia del progresismo, la verdad y los chakras. Fuera del Gobierno no hay salvación.
Y si no son todo eso, al menos tienen el poder y lo están ejerciendo a base de bien. Lástima que en el entorno comiencen a verse signos preocupantes de una actuación que no se circunscribe a las fronteras españolas, por ejemplo, por encontrarnos en el llamado espacio Schengen. El ministro Sarkozy ya ha asomado la patita denunciando el proceso de regularización masiva de emigrantes; el alcalde de Ávila no puede por menos que asustarse ante el trato que reciben quienes ponen bombas en su término y otros sesudos personajes hablan abiertamente de la destrucción del Derecho.
Es posible que muchos crean que esas críticas hacia la actuación del Gobierno sólo están motivadas por la lógica disputa política del poder y que todo se debe a los fantasmas que cruzan de noche los cerebros de la oposición, indisponiéndoles para ver con claridad el magnífico futuro que se está construyendo. Pero a poco que se profundice en el creciente estado de opinión, basta para distinguir entre lo que es el PP y su meliflua estrategia en pos de recuperar el espacio perdido y lo que son auténticos temores de que se esté gobernando con criterios de atrezzo, es decir, muy bonitos por fuera, pero más falsos que un gato de escayola. La legalización de la delincuencia sólo puede producir más delincuencia; legal, eso sí.

Intimidades de baño

Sábado, 24 de Septiembre, 2005

En cuanto el legislativo despache las urgencias que tenga sobre la mesa, sería muy bien recibido que abordase el Plan sobre Homologación de Grifos en H/P (hoteles y pensiones), pues así como las llaves de estos establecimientos responden ya a tarjetas standard, los grifos son cada uno de su padre y de su madre, ocasionando notables pérdidas de tiempo e incluso leves, pero molestas quemaduras.
El aspecto de alguno de ellos no desmerece del salpicadero de Alonso, dada su complejidad y la variedad de sus funciones. Como no se acompañan de un libro de manejo, el huésped los mira y remira antes de lanzarse a manipularlos, y cuando lo hace, puede ocurrir cualquier cosa.
Esta mañana hube de vérmelas con uno de dichos artefactos, situado en la cabecera de un baño protegido por una mampara de cristal, de ésas que suelen ser bastidores, pero que en esta ocasión estaba fija. Al presionar el primero de sus múltiples mandos, un chorro de agua hirviendo alcanzó de pleno la parte derecha de rostro, torso y pelvis que suelo utilizar como cuerpo. Respingoné cual felino, golpeándome allí donde no debo especificar, lo que originó la bajada de santos, desde Abdón a Zenón. No obstante, insistí en la idea primigenia, que era ducharme.
Y ahí estaba el problema. El agua se expelía con tanta fuerza y calor que imposibilitaba mi acceso a los controles. Pensé en atacarlos por encima de la mampara, pero corría el riesgo de nuevos y más graves tropezones. Se trataba de ser valiente y de triunfar sin recurrir al servicio de mantenimiento, de modo que recordando los meses en Pontoneros de Zaragoza, tomé una toalla y cubriéndome el brazo con ella, llegué hasta la grifería infernal y corté el suministro. Uf!
Como bien pudiera repetirse el caso con personas de edad provecta, o con torpes pretecnológicos como menda lerenda, es por ello que urgimos la redacción del PHG (H/P). Les dejo, que debo aplicarme el Halibut.

Lo digo en serio

Viernes, 23 de Septiembre, 2005

Pese a la retirada del plan de reducción de carreras universitarias, se asegura que el trabajo de los rectores en el que se basó no sufre por ello merma alguna, ni en su valía, ni en su aplicación futura. Lo creemos por la fe que nos inspiran nuestros mandatarios, la fe del carbonero. No es de imaginar que los rectores hayan gastado parte de su precioso tiempo en elaborar un plan que proponga tonterías, que no valga para nada y que sea inaplicable hasta en el Níger, que como saben, está a la cola en eso de la educación.
Pero una vez sentadas esas premisas que salvaguardan el buen nombre de los rectores y su capacidad para saber cómo han de ser las titulaciones futuras, la pregunta que se hacen algunos ciudadanos, quizás con menos fe de la debida, es qué culpa social se ha cometido para sufrir de jueves a viernes estos sucesivos vaivenes de anuncios revolucionarios, polémicas encendidas y retiradas vergonzosas.
Los rectores pueden pensar que han trabajado en vano y los ciudadanos incrédulos dirán que el Gobierno ha establecido un pacto secreto con los cardiólogos para procurar un masivo incremento de infartados.
_Por favor, anuncien mañana que se va a circular por la izquierda y quien no tenga un automóvil con volante a la derecha deberá pagar la módica cantidad de setepecientos euros.
_¡Pero si es una gilipolluá..!
_Da igual, al cabo de unos meses retiran el acuerdo y mientras tanto nos llenan las clínicas de accidentes cardiovasculares.
Si esto no es una campaña de desprestigio de todo lo que huela a español, se le parece mucho. De ahora en adelante, cada vez que hable un miembro del Gobierno tendrá que advertir:
_… y lo digo en serio.
De lo contrario, así se pongan de rodillas ante la estatua del Ángel Caído del Retiro, les vamos a dar tanto crédito como a Lidia Lozano, con perdón.

Tranco de las patatas

Jueves, 22 de Septiembre, 2005

Un equipo de televisión recorre el norte de España obteniendo imágenes con destino a un documental sobre costumbres y tradiciones. En un lugar de Logroño, de cuyo nombre mejor será no acordarse, los científicos televisivos divisaron a lo lejos lo que parecía ser una bucólica escena agrícola, protagonizada por una cuadrilla de jornaleros que se afanaban en la recogida de la patata, tubérculo indicadísimo para la elaboración de tortillas, como sabrá el lector.
_Bajemos a esta pieza cultivada y tomemos hermosos planos de tan española actividad agrícola como es la extracción patatera de la madre tierra _ dijo quien parecía comandar a los tomavistas.
_¡Ea! _ dijeron ellos.
Y dirigiéndose a la persona que menos pisaba el patatal y que, por deducción, ejercía el mando de las operaciones, preguntáronle si era de su agrado que aquel rústico grupo humano pudiese servir al objetivo de la cámara para así figurar en el documento gráfico y reconocerse luego en las pequeñas pantallas de sus amados caseríos.
Lejos de mostrar la menor de las alegrías por la propuesta, el hombre comenzó a lanzar imprecaciones y lo que parecían ser frases de profundo calado escatológico que dieron a entender al equipo cinematográfico que prefería ser azotado en sus nalgas antes de permitir que la grabación se llevase a cabo.
Por algunas de las palabras que salieron de su boca y por el aspecto magrebí de los integrantes de la reata, los televisivos entendieron con notable nitidez que el grupo de trabajadores formaba parte de los sin papeles y sin contrato, al servicio de aquel sin vergüenza.
Con las mismas, los recién llegados recogieron los bártulos camarísticos y tripoideos, huyendo a toda prisa de aquel lugar; pues el rústico del que les hablo portaba en sus manos una gruesa barra de hierro, cuya utilidad como arma no deseaban comprobar.

San Juan de Ortega

Miércoles, 21 de Septiembre, 2005

El cuartel inferior del escudo municipal de Atapuerca está ocupado por medio sol que asoma. De aquí se extraen anualmente gran cantidad de vestigios que permiten arrojar luz sobre la forma de vida del homo antecesor hace 1.200.000 años. A pocos kilómetros de los yacimientos se levanta el santuario de San Juan de Ortega, que estos días vive gran ajetreo de peregrinos, turistas y curiosos. La causa que los trae está relacionada con el calendario solar. Son los días previos al equinoccio de otoño y al igual que en su paralelo de marzo, dentro de la iglesia construida por el Senior de Ortega se repite el llamado Milagro de la Luz, o lo que es lo mismo, el resultado de precisos cálculos astrológicos, arquitectónicos y matemáticos para que a las cinco de la tarde _ hora s. _, un rayo del astro recorra el triple capitel románico que representa la Anunciación.
María, en actitud expectante hacia el sol, aguarda la llegada de la luz y se muestra indiferente ante Gabriel, el arcángel anunciador. El efecto es genial.
Al frente de este singular santuario se encuentra desde hace más de treinta años José María Alonso Marroquí, que dispensa con generosidad alimentos y atenciones a los peregrinos. Su ilusión por la obra del santo constructor ha conseguido importantes ayudas oficiales que garantizan la pervivencia del monumento, pero ahora sufre los avatares de la política. Anexo a San Juan de Ortega está San Nicolás, que necesita urgentes obras de restauración. Para ello, Alonso obtiene 800 millones de las antiguas pelas, concedidos en tiempos del anterior Gobierno. Sin embargo, los meses pasan, los equinoccios se suceden, y la nueva titular de Fomento parece haberse olvidado del enclave burgalés.
Sabedor de que admiramos el equinoccio ortegal y de que nos dedicamos a lo que él considera influyente oficio de la columna periodística, Alonso reclama nuestra ayuda. Naturalmente, correspondemos a su solicitud, por si de algo sirviese.