Archivo de Febrero, 2021

Jaime Fernández, el forteano de la lluvia de peces

Domingo, 28 de Febrero, 2021

El año 2000 se produce en Abadín un fenómeno que un siglo antes Charles Fort incluye en su Libro de los condenados

AL NORTEMERICANO CHARLES Fort se le ocurre pensar con criterio científico que en el mundo se producen infinidad de fenómenos extraños para los que el conocimiento humano no tiene explicación y se dedica a coleccionarlos hasta juntar más de 25.000 casos, cuyas fichas ordena y guarda en cajas de zapatos.

El resultado de todo aquello es El libro de los condenados, publicado en 1919, donde se recogen unos mil de los citados sucesos, clasificados en diversas categorías.

Uno de los apartados más sorprendentes a primera vista es el de la lluvia de peces, de ranas o de otros animales. Estos hechos inexplicables comienzan a recibir el calificativo de forteanos y lo mantienen hasta que se les encuentra la causa que los origina.

Jaime Fernández Iglesias (Abadín, 1945), propietario de los viveros Costa de Lóngaras, en Moncelos, se convierte de la noche a la mañana en testigo de uno de esos casos forteanos, muy a su pesar, porque más de un vecino bromea con lo que él les narra.

Jaime nace en San Xoán de Seivane de Vilarente y tal como deja entrever ese dato y su segundo apellido, es en efecto primo del poeta Aquilino Iglesia Alvariño, ya que su abuelo y el padre de Aquilino son hermanos. Del escritor es precisamente la primera foto de su vida, obtenida en Vilarente cuando tiene entre seis o siete años.

El hecho que nos ocupa ocurre el 21 de septiembre de 2000, en Moncelos. El propio Jaime lo cuenta así:

“A noite anterior houbera unha treboada con chuvia e vento. Pola mañá o tempo xa estaba calmo, pero cando abrimos o viveiro comezamos a ver no chan ducias de peixes pequerrechos, que nun principio semellaban xureis, pero que logo determinaron que eran alevíns de bogas. Uns trescentos, así como algas e plantas”.

Al principio cree que le han tirado basura en su terreno, pues el vivero está pegado a la carretera, pero aquello no justifica la cantidad de peces y algas esparcidas por la finca.

Después de unos días en los que nadie parece interesado por el caso, cuando los gatos y los pájaros ya se han llevado buena parte de las bogas, miembros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas analizan la extraña lluvia y determinan lo que ha pasado, como también lo haría más tarde el criptozoólogo e investigador del mismo CSIC, Óscar Soriano.

Nadie duda en achacar lo sucedido a un tornado que se forma la noche anterior, pasa por las aguas de algún río cercano en las que se encuentran las bogas (Chondrostoma polylepis), las mantiene en el aire y las descarga en el vivero de Jaime, probablemente porque allí comienza la llamada Costa de Lóngaras, una elevación súbita del terreno que provoca una pérdida de fuerza del tornado o su desaparición total.

Probablemente la succión de los alevines tiene lugar en el cercano río Anllo, o en alguno de los regos que rodean la zona. Mientras no se aclaran los hechos, Jaime se arriesga a que lo tomen por loco cuando cuenta a sus vecinos un suceso que todavía era forterano.

En lugares como el departamento de Yoro, en Honduras, la lluvia de peces es un fenómeno anual entre mayo y junio, que los habitantes esperan como un regalo, pues muchos de ellos pasan directamente a la cazuela.

La explicación de Yoro es la misma que en Moncelos, pero más constante. La formación de un tornado, aunque hay quien lo atribuye a los rezos de un misionero español, Jose Manuel Subirana, que en 1860 rezó para que Dios concediese alimentos a los pobres de la zona. ¿Sabía Subirana la formación de tornados?

Dom Mauro, el abad de Samos por antonomasia

Domingo, 28 de Febrero, 2021

Permanece 47 años al frente del monasterio de donde nace y fallece, tras recuperarlo de un incendio devastador

FUE DURANTE CUARENTA y siete años, de 1930 a 1977, el abad mitrado del Real Monasterio de Samos, es decir, superó en once el tiempo que permanece Franco en el poder, según dónde se inicie la cuenta de uno y otro.

Mauro Gómez Pereira (Samos, 1895), bromeaba diciendo que no sabía dónde había nacido, porque cuando naces “no tienes sentido y debes fiarte de lo que te dicen”, como escucha de sus labios Paco Rivera, un tanto incrédulo de que todo un abad recele de la palabra de sus padres.

La broma, porque lo es, no impide que algún lector pueda pensar que este hombre era especial. ¿Por desconfiado? Sin duda, pero también por tenaz y perseverante.

Sus padres y los de sus siete hermanos son Manuel Gómez Neira y Juana Pereira García, labradores. Su vida gira por completo en torno al monasterio, no solo porque nace en sus proximidades, sino porque allí recibe la primera enseñanza y en sus aulas estudia Humanidades y parte de Filosofía.

En 1915 es destinado a Chile, donde vive seis años y donde se ordena sacerdote para ser rector en Puente Alto, (R. Metropolitana de Santiago) y dar clases en una escuela de la orden.

Tras su estancia en Chile, lo envían a la universidad romana de San Anselmo, que lo doctora en Canónigo y Civil. En la capital italiana es secretario de la curia benedictina hasta 1930, cuando lo nombran prior de San Salvador de Lourenzá, aunque en Vilanova no llega a cumplir el año, porque entonces se produce el siguiente y último nombramiento de su vida como abad del monasterio donde había nacido.

Una de sus primeras iniciativas es la creación de una comisión con el objetivo de que Samos reconozca y se vincule al más ilustre de sus huéspedes, el padre Feijoo. Para dom Mauro es inconcebible que la eximia figura científica de Feijoo no tenga en el monasterio una presencia dominante, y así nace el comité presidido por Gregorio Marañón que dará como principal fruto la estatua sedente del sabio sin que lo parezca, cincelada por Asorey al estilo de la de Nebrija, y sobre todo, de quien transforma con su nombre el colegio de Santiago Alfeo, el pensativo Alonso III de Fonseca.

Pero los acontecimientos quieren que dom Mauro tenga que enfrentarse, no ya con la obligación de pagar una deuda histórica, sino con una mucho mayor, como es la reconstrucción del monasterio tras el incendio de 1951.

Una imprudencia cometida por el padre encargado de la fabricación del Licor Pax provoca una explosión y unas llamas consiguientes que alcanzan a buena parte de la abadía.

Don Mauro calcula unas pérdidas de entre los dos y los tres millones, pero esos presupuestos pueden despistar al lector actual, ya que la destrucción del edificio es realmente de calado y para remediarlo se necesita una voluntad como la del abad, el hombre idóneo que obtiene caudales donde no los hay, sin olvidar la brillante y barata aportación del padre arquitecto Monleón.

El “ora et labora”, que predica la orden, lo expresa dom Mauro diciendo que “en este mundo todo tiene remedio”. Le faltó añadir, “menos la muerte”, pero es que a él aún le quedan por delante casi dos décadas para recibir en su pecho la Gran Cruz de Isabel la Católica de manos de Fraga, cuando en agosto de 1965 da un salto desde Perbes. Fue gracias a la suscripción que promueve Lobo Montero.

Gómez Pereira muere en 1977, cinco años después de delegar en el abad administrativo Germán Martínez y Martínez a causa de la diabetes, aunque el mitrado sigue siendo él.

Isidro Fernández Lugilde, secuestrado por Galvâo

Jueves, 25 de Febrero, 2021

Es uno de los 200 gallegos que viajan en el Santa María con el que el militar intenta poner en jaque a Franco y a Oliveira

HENRIQUE GALVÂO, POLÍTICO y militar portugués, diseña la Operación Dulcinea para denunciar las dictaduras de Oliveira Salazar en Portugal y de Franco en España, y propiciar un alzamiento de las tropas lusas en África contra Oliveira, casi como en el 18 de julio español. Con Galvão están al mando de la operación los gallegos Xosé Velo, alias Carlos Junqueira de Ambía, y José Fernández Vázquez, alias Jorge de Soutomaior.

Se lograría a través del secuestro del paquebote Santa María, de la naviera portuguesa Companhia Colonial de Navegação, que hace la ruta Lisboa – La Guaira (Caracas) – Curaçao – Miami, muy utilizada por pasajeros gallegos con destino a alguno de esos puntos. Isidro Fernández Lugilde (Lugo, 1895), fue uno de ellos y la experiencia le cuesta un regreso plagado de incertidumbres.

Cuando todo acaba y los 200 pasajeros gallegos llegan a Vigo a bordo del Vera Cruz, Isidro aparece en la escalinata del barco con una jaula y un canario comprado en Maracaibo, por lo que se convierte en una de las imágenes del desembarco.

Testigos de su llegada son once familiares _ hijos, nietos y hermanos _, y un periodista, Juan María Gallego Tato, que ha sido enviado por El Progreso para que lo cuente a los lectores a través de cinco reportajes. Le acompaña el periodista gráfico Ángel Llanos. No puede sospechar que años después, al frente de la información gráfica de El Progreso va a estar un sobrino de quien ahora atrae los objetivos de todas las cámaras, José Luis Tejero Fernández.

Isidro pertenece a una conocida familia lucense. Curiosamente, uno de sus hermanos tiene su mismo nombre y regenta la carnicería de carne de caballo que existió en San Fernando, detrás de la iglesia de San Froilán. Otra, Isaura, se ha casado con el capitán Mariano Tejero Ruiz y son padres de los Tejero Fernández.

Isidro decide viajar a Venezuela para visitar a uno de sus hijos, Isidro Fernández Vigo, que se encuentra allí. También van en el barco más lucenses, como Pablo Blanco Castro, que vivió 28 meses en la localidad venezolana de San Tomé, y Ángel Rodríguez Vázquez y su esposa, de Guntín.

Los días 20 y 21 de enero de 1961, Galvâo y los veinticuatro hombres que ha reclutado para la operación suben en las escalas de La Guaira y Willemstad (Curaçao) con la intención de apoderarse del barco rumbo a San Juan de Puerto Rico el día 22, como así ocurre. El golpe cuesta una víctima mortal, el tercer piloto João Nascimento Costa, y otros dos marinos que intentan avisar al capitán Mario Simões Maia, resultan heridos.

Los pasajeros son informados de que el paquebote ha cambiado de manos. Galvâo no les inspira tanto temor como algunos de sus piratas más jóvenes, por miedo a que precisamente por su edad se lancen a cometer alguna barbaridad. Ellos reciben las órdenes de alguien que se hace llamar Carlos Junqueira de Ambia (Velo).

Los tres lucenses pudieron cambiar impresiones muchas veces durante los días que dura el secuestro, navegando en zig zag en medio del Atlántico para no ser detectados. La información que Galvâo les hace llegar es cambiante y contradictoria. Les promete grandes recompensas, pero no parece que vayan a salir nunca del mar. Les anuncia que se han sumado buques de guerra a la revolución y que no intenten hacer ninguna señal.

El calor es asfixiante, el agua escasea y cada vez hay menos alimentos. Un joven llega a perder ocho kilos en la travesía.

Isidro vuelve a pisar tierra gallega el 13 de febrero.

C. Peregrín Otero, embajador en Berkeley

Miércoles, 24 de Febrero, 2021

El lingüista de Lourenzá deja su cargo en Asuntos Exteriores para hacer una nueva carrera universitaria

LA LINGÜÍSTICA NO es su primer interés universitario, pero en las vueltas que da la vida acaba por encontrarla, y no de las manos de cualquiera, sino directamente de las de Noam Chomsky.

Peregrín Fernández Álvarez y su esposa, María Otero Estua, tienen dos hijos, Carlos-Peregrín Fernández Otero (Lourenzá, 1930) y María Dolores. El primogénito es un magnífico alumno que acabada la guerra hace el bachillerato en Lugo y marcha a la Universidad Central para estudiar Derecho, Políticas y Económicas.

Gana unas oposiciones al Ministerio de Asuntos Exteriores y siendo consejero letrado de Cultura Hispánica y secretario de la Oficina de Cooperación Intelectual, cuando parecía que su futuro profesional estaba encauzado, retoma el aprendizaje universitario en el State Teachers College, de Kirskivilie (Missouri) para obtener el título de Arts Master.

Posteriormente, en la universidad californiana de Berkeley descubre la revolución lingüística que propone Noam Chomsky, un coetáneo tan solo dos años mayor que él, y se entusiasma.

Tanto es así que se convierte en el traductor al castellano de la obra fundamental de Chomsky en aquellos años, Aspectos de la teoría de la sintaxis, publicada originalmente en 1965 y que gracias a él llega a España en 1971 (Aguilar).

Poco antes de que aparezca el libro, Carlos-Peregrín lo comenta para El Progreso en una entrevista con Ángel de la Vega. Son las primeras referencias a Chomsky en España. “Yo lo considero como uno de los autores, en su especialidad, más geniales que conozco. Espero que cause un gran impacto, no sólo en lo que a lingüística se refiere, sino en otras ramas del saber, como la filosofía y en la psicología”.

Por otra parte, en el verano de 1960, Carlos-Peregrín había defendido su tesis doctoral sobre Luis Cernuda, que está en México, y organiza una visita del poeta a la universidad californiana de Los Ángeles.

Ese interés por su obra despierta en Cernuda nuevas ansias por crear que deben figurar en el haber de nuestro personaje. Será su última etapa, pues fallece en 1963. Sus estudios sobre el poeta sevillano, así como los de Elisabeth Müller, Philip Silver y Derek Harris, acaban por situarlo en el lugar que le corresponde dentro de la generación del 27.

Fernández Otero también hace literatura, investigación lingüística y periodismo, algunos de cuyos trabajos se publican en El Progreso, como la serie Gallegos por el Mundo, en la que investiga a Vicente Fernández, su paisano de Lourenzá, padre de Juana de Ibarbourou, y unos reportajes sobre Nueva York.

Ya es profesor de Lingüística y Literatura Española en Berkeley, cuando el 1 de julio de 1965 es elegido para ser director adjunto del Centro de Estudios de dicha universidad en Madrid durante un plazo de dos años y se casa con Carmen García.

Sus obras Letras I, editada por la Tamesis Book Limited, de Londres, y Escritos Lingüísticos I, son los primeros tomos de una serie de ensayos sobre estas materias. También escribe Lingüística formacional, que ya avanzó en un trabajo aparecido en Grial el año 1964 y sobre la que imparte un curso en el Centro de Transformación y Ciencia, de Madrid.

En esos años tiene un desencuentro con la censura franquista cuando le sugieren que utilice a Virgilio y no al Che Guevara en una cita. Defiende la teoría de que el gallego representa un estadio anterior del castellano.

Llega a ser profesor emérito de la universidad californiana y se da su nombre a una calle de Vilanova de Lourenzá.

José Antonio Iglesias, un guardia en el Congreso el 23F

Martes, 23 de Febrero, 2021

El monfortino vive en directo el secuestro y 30 años después se cita con un diputado para devolverle algo que le pertenece

HACE CUARENTA AÑOS José Antonio Iglesias (Monforte de Lemos, 1951), entraba en el Congreso de los Diputados inmediatamente después que el teniente coronel Antonio Tejero. Él era un guardia civil destinado en Arganda del Rey.

Como estudia BUP, acabado su turno, aquel 23 de febrero piensa dedicarlo a descansar y a preparar un comentario de texto de Pío Baroja. Pero los planes se tuercen. Le ordenan que se incorpore a Príncipe de Vergara con siete compañeros.

De allí los trasladan a la Carrera de San Jerónimo sin saber muy bien para qué. Comienza su participación en uno de los acontecimientos que marcan la moderna historia de España.

Nace en San Pedro de Sindrán y estudia en los Escolapios. Se define como un bala. Garbo también lo era y después, ya ven. Pronto se traslada con la familia a Sarria, donde hoy vive, y en 1976, después de seis años trabajando en Inglaterra, entra en el cuerpo sin demasiada vocación, pero con la seguridad de que complace los deseos de su padre, miembro también de la Benemérita que morirá atropellado en A Cañiza.

Los periodistas Manuel Darriba y Joaquín Prieto han escrito sendas narraciones de aquellas 24 horas a través de los recuerdos de José Antonio, que son vívidos, en consonancia con la fecha.

Dentro del Congreso se sitúa a la derecha de la tribuna de oradores, al menos, al principio. A Darriba le aclara que “los primeros disparos no fueron en la Cámara, esto nunca se dijo”.

Distingue a Juan José Rosón, ministro del Interior en funciones. Dos días antes ha estado con Luis Rosón, su hermano, que le ofrece la posibilidad de pedir un traslado a Sarria, pero él lo rechaza. Está bien en Madrid, mucho mejor que en Asturias, donde ha servido antes.

Se acerca a Juan José, al que no conoce, pero le dice: “Manda carallo, dónde nos vamos a ver usted y yo”. Le trae tabaco _ dos paquetes de Malboro _, porque el ministro está nervioso. Es consciente de que en un golpe de estado puede suceder cualquier cosa.

Iglesias se mueve como Perico por su casa. Entra, sale; le echa un ojo al Hotel Palace, telefonea a su mujer desde una cabina y saluda al diputado sarriano Antonio Díaz Fuentes. En la sala de los relojes ve confinados a Felipe, Guerra, Carrillo, G. Mellado y R. Sahagún.

Tras cinco horas de encierro, otro de los diputados, el socialista catalán Lluís Maria de Puig Olivé, hermano del secretario de Tarradellas, abre el libro que lleva encima _ “La poesía de Rafael Masó” _, y escribe sus impresiones en una de las páginas en blanco. El teniente César Álvarez lo ve y le grita que allí está prohibido escribir.

Tejero le arrebata el libro y lo deja en una mesita, al pie de la tribuna, donde queda todo el secuestro. Hacia el final, Iglesias toma el libro y le arranca la hoja escrita, la guarda y deja el ejemplar. No sabe a quién le pertenece, pero actúa, dice, por seguridad.

Hace diez años, treinta después del 23f, se difunde el acta del Congreso y en ella se descubre la identidad del diputado, lo que permite a Iglesias saber quién es el propietario de aquella página que él conserva. Llama a El País y les cuenta que desea devolvérsela a Puig, como así ocurre frente a la fachada del Congreso.

Para el monfortino es algo más que una reconciliación. Muchos años antes, siendo presidente de Sintel, Rosón le facilita trabajo.

Ya jubilado, José Antonio se convierte en activista de la Plataforma Sarriana polo Río y se encadena al Malecón de donde lo arrastra la Guardia Civil. Ya lo dijo él, un bala.

Frascuelito, el paradigma de la vergüenza torera

Lunes, 22 de Febrero, 2021

Había sido seminarista en Mondoñedo, donde su padre tiene un horno de bollos que pierde en un incendio

LA LIGA DE Amigos de Lugo pugna en 1913 por levantar un coso taurino en Montirón que la iguale a las otras capitales. Entrarán 6.000 almas alrededor de un albero de 40 m. De madera costaría 13.000 duros. De piedra, 16.000.

La Liga afila todos los argumentos. Es bochornoso que no disponga de una mezquita taurómaca la provincia que es patria de los dos únicos toreros gallegos, “el fracasado Frascuelito y el triunfante Celita”.

En lo referente a únicos se les va la mano, pero ¿quién es ese tal Frascuelito? Poco se sabe de su vida, salvo lo ocurrido el 14-VIII-1904, que ahí sí que nadamos en detalles. Se llama José Antonio Fernández Rodríguez (Madrid, 1884), aunque él presume de cuna mindoniense.

Entre García Doural y Ruiz Leivas nos dan la filiación completa. Sus padres regresan pronto a Mondoñedo, donde hacen hogar y negocio en San Lázaro con un horno de bollos. Su padre es Juan de Dios Fernández, nacido en A Tellada (San Salvador das Cortes / Paradela), y su madre, Vicenta Rodríguez Bermúdez, de la propia Fonte Vella.

En 1910, el horno es pasto de las llamas, por lo que se dedica al negocio de los huevos y a punto está de sufrir la estafa de unos misteriosos timadores cartageneros.

Su hijo, seminarista de Santa Catalina, concluye que más cornás da el hambre y se convierte en Frascuelito. El desastre comienza a tejerse.

Por razones que solo cabe achacar a un país de pandereta que fue y que persiste, Antoñito es contratado para una tourada a celebrar en A Coruña con motivo de las fiestas de María Pita.

Habrá seis toros de magnífica estampa para Mazzantini y Lagartijo y otros cuatro de Carreros (Salamanca) para la tourada con rejoneadores portugueses como José Bento D´Araujo y Víctor Marques, y forçados.

La cuadrilla española la encabeza el espada Ángel García de la Flor, Padilla, con tres banderilleros, entre los que se encuentra Frascuelito.

Cómo sería aquella tarde de nefasta que la crónica se titula “Salvajada a la usanza española”. Preside el teniente de alcalde, señor Areal. Rejonea D´Araujo, correcto. En el turno de los banderilleros se arma. Frascuelito le coloca medio par donde la grupa pierde su casto nombre, “considerando que hasta el rabo todo es toro”, dice la prensa. Estalla el escándalo. Lluvia de botellas y otros proyectiles contra el de Mondoñedo, que comienza a temblar cual jirafa en el Polo. En su primer revolcón, suelta el estoque que volando va a clavarse al pie de Padilla. Lo que faltaba.

El herido estoquea otra vez en el rabo y el acero asoma indecente. El público pide cárcel para Padilla y que sea la Benemérita quien mate al cornúpeta. Otro pinchazo y lo degüella. Media hora de pitos. El maestro llora y se retira a la enfermería.

Los foçados se lían con el segundo y Frascuelito se planta ante él como un saco de patatas. “Suda más que si estuviese cavando todo el día”, comenta Dafonte. El público vuelve la cara avergonzado. El estoque va a donde “no puede decirse”. Mucha gente huye.

Tantas veces como se acerca al toro, tantas se revuelca en la arena. Se le cae la coleta, pero finalmente lo mata con “estocada horripilante”.

El público pide cárcel para Antoñito. Éste alega que no puede más y se larga a la enfermería. Al nuevo no hay quien lo mate. El presidente se las pira, pero el público le pita para que vuelva. Recuerden que estamos en María Pita.

El cuarto tampoco tiene matador y la plaza estalla. Tras ser curado, Frascuelito es conducido al calabozo por negarse a matar dos bichos. Padilla se suicidará años después.

Novo Cazón, a intrahistoria de Vilalba

Domingo, 21 de Febrero, 2021

Lembranzas do catedrático nunha entrevista pouco tempo antes de falecer

POUCOS MESES ANTES da súa morte tiven a sorte de botar unha longa parrafada con José-Luis Novo Cazón (Vilalba, 1949). Foi casualidade, porque nin por asomo podía sospeitar que estabamos tan preto da súa fin.

Frases soltas daquela conversa foron publicadas na serie Antoloxía da Memoria e unha escolma apareceu como “Última entrevista” ao día seguinte do seu pasamento. Outra boa parte permanece inédita.

Novo, coñecido como Luis de Cernadas, estuda Filosofía e Letras para facer o doutoramento en Historia pola Universidade de Oviedo. Foi catedrático de Xeografía e Historia, subdirector xeral do Libro, Bibliotecas e Patrimonio Documental da Xunta (1984- 1988), director xeral da EXB (1987-1990), e presidente do Instituto de Estudos Chairegos.

Da súa infancia conta que “en traballos de campo participei pouco porque a min me dedicaron a estudar. Amais meu pai era carpinteiro e a labranza non era a súa actividade principal. Meu pai non me aprendeu o oficio pero eu ás agachadas fun practicando algo, despois de observar como traballaba. No fondo imitaba a meu pai polo que sentía unha profunda admiración”.

“En Vilalba existían dous cines, un aquí na rúa de Meira fronte á Academia, que hoxe desapareceu o edificio e mais o cine, e o parroquial. As películas que traían non eran moi axeitadas para nenos. Unha das primeiras películas que vin foi Los diez mandamientos. Despois vin outra que hoxe me escandalizaría se a ve un neno, que foi El último cuplé, de Sarita Montiel, que non sei como me deixaron entrar, pero o feito é que a vin. Sara Montiel era guapísima. E curiosamente, eu vina no cine parroquial. Para explicalo hai que lembrar que había un coadxuctor, que logo saíu de cura, e que xa daquela era moi liberal e ao mellor poñíaas porque a el tamén lle gustaban ese tipo de películas.”.

Novo fala logo da compañía catalana da luz que fixo o salto do Tronceda e que “tamén querían facer un ferrocarril que enlazase Ribadeo con Baamonde pero quedou en nada. Iso sería un gran avance naquela época porque as comunicacións entre Vilalba e Baamonde para fornecerse de mercadorías facíanse con recuas de cabalarías, pero a pesar das presións da entidades locais non foron quen de conseguir o tren. Conseguiron abrir as rúas que comunican con Ferrol, Lugo e Baamonde”.

Autor de A Memoria de Vilalba (2006), Novo Cazón era a persoa ideal para lembrar tanto o pasado remoto, como o inmediato: “Meus amigos non, pero meu pai si que cultivaba tabaco porque era un fumador empedernido. Por certo, estaba prohibido porque era un produto estancado, de aí que o cultivase no medio das leitugas. Do que non me lembro é do proceso que seguía. Outros, como un veciño meu, fumaba ramas de pataca envoltas en papel de xornal. Cada un se defendía como podía. Cando tiña 89 anos pregunteille: “Manuel, ti canto levas fumando?” E díxome: “Desde os trece anos e non sempre tabaco”. Pois logo non fumarías marihuana ou cousas polo estilo? “Non, non. Rama de pataca envolta en folla de periódico”. Veleno puro.

“Daquela non se pode dicir que fosemos galegofalantes senón castrapo-falantes pois mesturabamos o galego co castelán. O galego utilizabámolo no ámbito doméstico e o castelán no académico. Para moitos de nós, a escola foi a primeira toma de contacto cunha nova lingua, o castelán, e co tempo fómonos facendo bilingües. Eu podo dicir que cando fixen o ingreso no instituto era prácticamente bilingüe. Unha que aprendín como lingua materna, e outra na escola, e sen ningún problema”.

J.M. de Arce, las infinitas ramas del Pazo do Piñeiro

Domingo, 21 de Febrero, 2021

En la casa chantadina confluyen familias, linajes y personajes de la historia española

CON RAZÓN EL jovencito periodista en ciernes Afonso Eiré creyó haber encontrado la exclusiva que le abriría las puertas de la profesión al situar el nacimiento del Gran Capitán en sus queridas tierras de Chantada, porque desde Fernán Núñez de Temes, conquistador de Córdoba y chantadino, se llega en línea recta a Gonzalo Fernández de Córdoba, y porque desde entonces, la casa y pazo do Piñeiro, en Soilán (Santa María de Pesqueiras / Chantada), ha visto crecer entre sus paredes a gente muy principal.

El único error de Eiré fue arrimar demasiado la cuna del Gran Capitán a Pesqueiras.

También podría acercar hasta allí al dramaturgo Pedro Calderón de la Barca, aunque en propiedad solo le correspondería el título de chantadino a María de Arce, que casa con Pedro Pérez Calderón de la Barca, tíos del literato.

Otro de ellos, el personaje de hoy, es José María de Arce y Calderón de la Barca (Chantada, 1769), que nace por estas fechas de febrero. José María de Arce es tesorero del Reino de Galicia entre 1797 y 1807, antes de ser ascendido a Intendente de los Reales Ejércitos y de Zamora, con motivo de la Guerra de la Independencia. En 1812, el general Castaños lo nombra también intendente interino del 6º ejército y del reino de Galicia, lo que le permite ser vocal de la Junta Superior del Reino de Galicia.

Sus conexiones familiares, ya decimos, son como las de todos ellos, complejas y de renombre. José es hijo de Antonio Clemente de Arce Calderón de la Barca, señor del citado Pazo do Piñeiro y sobrino nieto de Benito Alonso Enríquez Sarmiento, es decir, el IV marqués de Valladares, aquel al que dieron muerte cuando acudía a visitar el lecho de su amante y de cuyo asesinato no se libran de sospechas ni su mujer, ni alguno de sus hijos.

Es nombrado caballero de la Orden de Carlos III en 1815 y se casa con la coruñesa María Salomé Burriel, que era camarera mayor de la Reina.

José y María Salomé son padres de cinco hijos; a saber, Pedro Alcántara, auditor de Guerra de la capitanía general de Castilla la Nueva; Juana Justa, casada con José María Saco y Noguerol, señor del Pazo de Alongos; Ramona, casada con el leonés Pedro José de Cea y Jove Núñez Portocarrero; Josefa, casada con José María Quiroga y Pardo de Arias Bolaño y Lemos, señor de otro enclave chantadino, el de Basán Grande, y Carlos, que es teniente del Regimiento de Milicias de Lugo, para destacar luego en la batalla de Nebreda contra los carlistas y ganar la Cruz de San Fernando.

De ahí a ser nombrado mayordomo de semana de Su Majestad y diputado en Cortes por Lugo hasta la legislatura de 1854. Carlos se queda con el Pazo de Piñeiro, lo robustece y se casa con Jacoba de Parga, que hereda a su tío paterno Jacobo María de Parga y Puga, lo que nos abre las puertas a infinitas conexiones que nos llevan a los condes de Gimonte y al popular alcalde de A Coruña y reconocido gastrónomo Picadillo.

Volvamos a José María. Después de ocupar diversos puestos España adelante, regresa al norte en 1820 y preside la Diputación Provincial del Reino de Galicia.

De ideología liberal, como certifica durante el famoso Trienio, se libra de ser depurado _ o purificado, como también se dijo entonces _, con el regreso del absolutismo de Fernando VII, e incluso ocupa una plaza de consejero del Consejo Supremo de Guerra hasta morir en 1830.

Por ahí adelante llegamos a los hermanos Álvaro y Enrique de Arce Temes, militar e historiador el primero, periodistas ambos; pero ni que decir tiene la gente que ha quedado sin nombrar.

García Portela, la excelencia en cirugía

Jueves, 18 de Febrero, 2021

A Lugo acuden pacientes de otras provincias atraídos por su fama como médico

EN MARZO DE 1960 la primera sede social del Real Aeroclub de Lugo se establece en el domicilio de su presidente, Manuel García Portela (Riós / Ourense, 1904), situado en la avenida que hoy lleva su nombre y en el sanatorio que allí levanta Alfredo Vila López en 1946. Treinta y tres años después, también en marzo, su hijo, Francisco García Díaz, que es nombrado socio perpetuo de ese club cuando muere su padre, descubre la supernova SN1993J desde la terraza del referido y emblemático edificio.

García Portela había nacido efectivamente en Vendas da Barreira, de Riós, como otro médico de gran renombre en Lugo, Ulises Romero García. Acaba Medicina el año 1928 en Madrid y es ayudante de cirugía del doctor zamorano Laureano Olivares y Sexmilo, una de las eminencias de la primera mitad del XX en España.

Becado por la JAE, Junta de Ampliación de Estudios, perfecciona conocimientos en las ciudades alemanas de Heilderberg y Tubinga. Allí se encuentra al estallar la guerra, pero él se ofrece al bando franquista en Verín, aunque es rechazado por no haber plaza de cirujano. Insiste en Burgos y es destinado al Hospital Militar de Griñón (Madrid), llegando al grado de capitán.

Después de unos años en Madrid y Palencia, se instala en Lugo, donde en poco tiempo adquiere un gran prestigio profesional. En 1943 es cirujano del Hospital provincial y su participación en la vida social de la ciudad es cada vez mayor debido a su fama como médico que atrae a pacientes de otras provincias.

Así lo encontramos al frente de la gestora del aeroclub que impulsa Ramiro Rueda, aunque como alcalde no puede presidir. Páramo Fernández, Pardo Ouro, Rivera Manso, Cruz Lamas, Aniceto Puente, Velayos, Tomé, Campoy, Pallín, Arias, Abelleira o López Rábade, son algunos de los que lo acompañan en la aventura. La sociedad tiene 300 socios y nace con un triple objetivo, dotar de unas instalaciones al aire libre para sus socios, conservar el campo de aviación de Rozas y mantener la ilusión de ver que algún día regresan allí vuelos comerciales, como los que aterrizaron la década anterior.

Participa en numerosas asambleas y simposios de Europa y América, e interviene en operaciones al lado de los más prestigiosos cirujanos de Canadá, Bélgica, Holanda, Francia, Alemania y la República Árabe Unida.

Fue director del Hospital Provincial y decano de la Beneficencia. Era numerario de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Galicia y Asturias, de la Sociedad de Cirugía de Galicia y de la Sociedad Internacional de Cirugía, así como presidente del Sindicato de Actividades y del Colegio Médico. También encabeza el comité técnico de la Asociación Española contra el Cáncer.

Casado con Esther Díaz López, el 11 de mayo de 1966 debe viajar con ella y con el doctor Pérez Mel, jefe provincial de Sanidad, para asistir en Madrid a una reunión del Consejo General de Colegios Médicos. Finalmente sólo le acompaña su sobrino político Dositeo Bal Piñeiro, administrador del Sanatorio Portela y gerente del Garaje Villares. Cenan en Arévalo y en las cercanías de Villalba, el automóvil que conduce se estrella contra un autobús de viajeros que circula en dirección contraria, falleciendo ambos.

Fernando Pardo Gómez se encarga de transmitir la noticia a su viuda, y los doctores Sarry y Ulises Romero se desplazan a Ávila para hacerse cargo de los cadáveres, con el fin de trasladarlos a Lugo, donde una gran multitud participa en sus honras fúnebres.

Pardo Celada, la primera ginecóloga

Miércoles, 17 de Febrero, 2021

Abre consulta en Lugo el año 1937, después de haber ampliado estudios en Alemania y antes de hacerlo en Inglaterra

SIGUE LOS PASOS de su padre convirtiéndose en médico ginecóloga, obstetra y pediatra con ribete de pionera en eso y en usos y costumbres, como son vestir de pantalón, utilizar la bicicleta o moverse sola por el mundo.

Ángela Pardo Celada (Becerreá, 1904) es la hija mayor del matrimonio que forman el ginecólogo José Pardo Alfonso y Luisa Celada López. La casa familiar del médico se encuentra en Santa Eufemia de Vilartelín (Baralla). A través de sus tíos, Gumersindo, Sofía y Manuela, la familia se amplía con otros muchos personajes, como es Odón Esteire, el bromista del que habló Fole, hijo de Manuela.

Su primera intención es estudiar odontología. En octubre de 1927, recién terminada la carrera, es nombrada médico de la Residencia de Señoritas de Madrid y obtiene una plaza en en la Cátedra de Obstetricia y Ginecología, adscrita a la asignatura de Hidrología y Climatología médica y auxiliar del Laboratorio de Fisiología dirigido por Juan Negrín.

Su hermana Carmen termina entonces Filosofía con notas inmejorables. Saltará a los periódicos por lograr que una reclusa obtenga la licenciatura en esa facultad.

Al año siguiente muere su padre y en noviembre de 1932, de regreso en Lugo, opta a la plaza de médico tocólogo del Hospital de Santa María. Dice El Progreso que la sesión municipal en la que se decide es “muy movidita”.

Cobreros de la Barrera preside el bronco debate que se origina donde hay “alusiones personales, frases duras, actitudes nada diplomáticas, griterío, escándalo, campanillazos…”

Ella compite con Máximo Fraga, Luis Varela Almoina (excluido), Manuel Fernández Márquez, Antonio Grandío, Antonio Rois Peña y José María Fenollera. Gana Fernández con 15 de los 17 votos. Los otros dos son para Grandío.

En diciembre de 1936, ella y su madre colaboran en el aguinaldo al soldado, pocos días antes de que se anuncie como profesora para la preparación de enfermeras en Ronda de Santiago 15-2°.

Se ve que es una iniciativa temporal, porque ya en mayo de 1937 abre su clínica y laboratorio en el segundo piso de San Pedro 30 como “médico especialista en partos y enfermedades de la mujer, y en niños”.

El Progreso informa entonces que Pardo Celada también fue ayudante de Varela Radío en los hospitales de Santa Cristina y San Carlos (Madrid), y de los directores del Hospital de Eppendorf (Hamburgo), Heynemann y Roedelius.

Acabada la guerra se traslada a Bispo Izquierdo, 5 y en 1940 se publica su trabajo de licenciatura, Contribución al estudio de la colesterina.

En los sanfroilanes de 1952 dona una copa para el Gran Premio Motociclista y al año siguiente embarca en Vigo en la motonave Alcántara para dedicar los dos meses siguientes a la ampliación de conocimientos en Londres y Liverpool, cuando ya es médico numerario del Hospital Provincial lucense.

En 1967, ella y su colega Rodrigo Castro atienden el parto triple de Hermesindas Muradas Sánchez que saltará a la prensa. Poco después sufre un grave accidente en la Nacional VI, a la altura de O Corgo, cuando viaja acompañada de su primo Benigno Corredoira Alfonso, de 85 años, vecino de la Ronda de los Caídos 86.

El turismo que conduce choca contra el camión de Manuel Ferreiro Paradela, al cruzarse ambos con un carro que ocupa la mitad de la calzada. Ángela sufre la fractura de varias costillas y la tibia y la rótula de la pierna derecha. Benigno fallece pocos días después. Ella morirá en septiembre de 1988.