Misa de requiem
Domingo, 30 de Noviembre, 2008Ya saben, a un mosso catalán se le escapó la lengua materna cuando redactaba un atestado y aunque se apresuró a traducirlo, se ve que le quedaron prendidas algunas palabras del infame idioma cervantino sin trasladar. La anomalía fue hábilmente detectada por la superioridad, que dio parte a las más altas instancias y éstas determinaron suspensión de empleo y sueldo, traslado, escarmiento público y abjuración de levi, como la de Galileo.
Leo en La Vanguardia, en perfecto castellano, que el tripartito pierde la mayoría en intención de voto y sube CiU, pero que la labor del presidente Montilla resiste la baja generalizada de su gobierno. Son resultados que te dejan perplejo y desconcertado, pues con comportamientos políticos como el del caso del mosso resulta muy difícil seguir manteniendo que aquella tierra sea la vanguardia cultural o artística de nada que merezca la pena.
Aquello es una ensalada de pequeños paletos que echan mano de la represión y la censura, como lo haría cualquier sargento chusquero que llega al poder tras derrocar al tiranuelo del turno para ganarle en tiranía y zafiedad.
Si al mosso que dejó escritas algunas palabras en castellano lo suspenden de empleo y sueldo, qué no harán con Juan Marsé, que se atrevió a construir una frase tras otra hasta obtener varias novelas. En justa correspondencia, Marsé corre el peligro de ser cocido en caldereta por estos caníbales de la inteligencia.
Pronto celebraremos los treinta años de la Constitución. Suponemos que los actos consistirán en una misa de requiem y algunos responsos, porque a la vista está que entre todos la mataron y ella sola se murió. El próximo día 6, sus deudos deberíamos salir a la calle con brazaletes negros y cara compungida. Hemos sido tan imbéciles como para darles poder a sus asesinos. La historia no nos absolverá, pueden estar seguros.