Cotillas excomulgados
Lunes, 30 de Septiembre, 2013
A chismorrear al Trastiberim
Que me perdone el Concordato, el Nuncio Apostólico y la Bula de la Santa Cruzada, pero este Papa dice unas cosas muy raras. Comenzamos a sospechar cuando elementos de las facciones más refractarias a todo lo que se emane del Vaticano se ponían muy contentos con Bergoglio. La Policía no es tonta. Si éstos se alegran, otros tendrán que entristecerse.
Entiéndase bien. Tampoco es que sea piedra de escándalo, ni que nos tiremos de los pelos como cuando arrasaban los Beatles. No, decimos simplemente que si eso es hablar ex cathedra, o parecido, que venga san Dámaso y lo escarbe, que para algo fue gallego y patrono de la arqueología.
Bergoglio se dirigió ayer a los gendarmes del Vaticano que celebraban su san Miguel y les habló de los chismorreos. Todo el interés de la pieza oratoria consistía en un mensaje contra las fuerzas demoníacas que tratan de provocar una guerra civil en el Vaticano mediante el chismorreo.
Ya puede ser fuerte lo que se comadrea, porque nunca se ha distinguido por ser un lugar libre de habladurías, y de las gordas. De modo que si el Papa insta ahora a los guardias para que frenen cualquier chascarrillo, éste tiene que ser desmesurado. Que Lucrecia Borgia era algo casquivana, u otro de gravedad parecida.
Para que no haya dudas de ningún tipo, el Papa creyó necesario explicar a la Guardia cómo actuar en caso de tropezarse con un cotilla dentro del Vaticano. Les indicó que se dirijan a él y le informen: “Aquí no se puede chismorrear. Salga por la puerta de Santa Ana, y chismorree allí. Aquí no se puede”.
Ha sido tal la insistencia del Pontífice sobre este asunto, que hoy no se chismorreaba de otra cosa en todo el Vaticano.