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Martes, 15 de Mayo, 2007.
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Con todos los respetos que sea menester, pero aquí la única forma de contar lo que pasa es imaginándonos una peli cutre de Pajares y Esteso. Pajares es ZP y Esteso, Barrena.
La película comienza con algunos periódicos desafectos que abren a toda plana diciendo que el Gobierno de Pajares miente. Más que una novedad parece un recordatorio.
Miente, dicen, porque Pajares se ha reunido con la ETA de Esteso para diseñar en comandita cómo hacer que las listas de Batasuna estén en las urnas y que al mismo tiempo parezca que ellos son los garantes de la ley. Se ve desde el principio que es una comedia de enredo, aunque se corra el peligro de acabar en drama.
En la siguiente escena, Pajares dice muy serio que el proceso está interrumpido y que la mitad de las listas de ANV son más legales que el Colegio de Abogados. A raíz de esta declaración, Conde Pumpido comenta que la opción de Batasuna no es ANV. “No debe serlo _ corrobora el Fiscal General del Estado _, puesto que lo dicen y ellos son muy serios en esas cosas. Necesito más indicios adicionales.”
Cambia el escenario y vemos a Esteso y Permach que participan en una manifestación a favor de las candidaturas de ANV. Conde se mosquea. “¿Estarán apoyándolos para disimular que en realidad no los apoyan? _ medita en su despacho _. ¡Éstos son muy pillos!” Llama a Pajares y lo discuten.
Entonces ETA/B pide el voto para ANV y Esteso lo comunica urbi et orbi.
A Conde le preguntan si ya tiene los indicios, o si necesita que Esteso se acerque a su despacho para confirmárselos. El Fiscal duda. Pajares ya no sabe qué hacer para no meter más la pata. El temor a un atentado le provoca unos goterones de sudor que cruzan su frente. ¿Qué hacer? ¡Estamos en manos de Esteso!
La peli tiene un final abierto, cuando Esteso ordena la detención de Pajares y el espectador pone de su parte lo que pueda pasar después.
La marejada que provoca el Rey con sus declaraciones a favor de quienes se esfuercen por lograr más acuerdos como los del Ulster, ha reportado a la Corona insospechadas adhesiones de sus más señalados enemigos y sorprendentes críticas de quienes se suponen sus más fieles partidarios.
La paradoja bien merece un domingo de reflexión, fruto del cual nos atrevemos a decir que no es el monarca quien se equivoca o se expresa de forma inoportuna para justificar la contrariedad de los unos; ni tampoco manifiesta nada que motive el alborozo de los otros. Los aduladores y los vituperadores que vieron en sus palabras un resquicio por donde colar fuelle independentista, lo hacen por su cuenta y riesgo. Pues tuviese la mente o no en el País Vasco, el jefe del Estado sólo dijo que era preferible vivir en armonía, que acostarse a diario tras un toque de queda, deseo que es fácil de compartir por la inmensa mayoría.
Si al Rey no le ha dado un tantarantán María Manuela, de sus palabras sólo se puede deducir una invitación a los violentos para deponer los métodos castigados por la ley y para integrarse a la actividad política bajo la Constitución y el ordenamiento vigente del momento, como cada hijo de vecino. La novedad sería recibida con gran alborozo y en poco tiempo se podría hacer una fotografía preciosa con Txeroki entrando en la delegación de Hacienda para entregar su declaración anual de la renta.
Cualquier otra lectura que haya llevado al entusiasmo entre las filas de los más contumaces desgarradores de España, o a la desesperación entre los unionistas, sólo se explica en muy graves trastornos cerebrales que puedan estar afectando al monarca y de cuyo diagnóstico no hemos recibido comunicación alguna.
A la pregunta del Ulster, el Rey ha respondido lo que todos diríamos, una vulgaridad que en estos tiempos tan precarios de sentido común se convierte en genial.
Perdida la capacidad de sonrojo por una excesiva exhibición de las vergüenzas, el Gobierno ha inaugurado una nueva etapa en la que ya no necesita ampararse bajo ningún disimulo, mostrándose ante la ciudadanía en todo su esplendor, es decir, in puribus, como las presentadoras de ese telediario donde combaten el aburrimiento informativo a base de teta y cachas.
Un episodio se sucede a otro sin tiempo para reponerse del asombro, de tal suerte que en la confusión resulta difícil distinguir si estamos en uno, o ya hemos pasado al siguiente.
Uno de los últimos, al menos hasta el mediodía del sábado, narra cómo el Gobierno echa mano de un párrafo suprimido de la sentencia del Constitucional para convencer a la opinión pública de que la doctrina del Tribunal era la misma que la de ellos, es decir, que ilegalizar ANV era una decisión desproporcionada. Nos ahorramos los detalles pues se pueden encontrar en medios de alcance.
El caso es que el Gobierno no duda es jugarse su credibilidad, honradez y obligada ejemplaridad sin miedo alguno a que lo pillen con las manos en la masa, quizás porque quienes lo respaldan son los primeros en promover el precioso ejercicio “sáltese conmigo cuantas más leyes mejor”.
El riesgo electoral que podría conllevar una actitud así se mitiga mediante una fórmula magistral de venta en farmacias y que se elabora de la siguiente guisa: Sobre una base de dictadura franquista se extiende una paparrucha de memoria histórica, a la que se añaden unas gotas de guerra de Iraq y dos pelos del bigote de Hitler. Agítese y tráguese. Es infalible. Anestesia todo cuanto toca. En caso de que el paciente no responda al tratamiento, se sugiere espolvorear varios insultos de facha o fascista, pero sin abusar, porque pierde efectividad.
Y todo se hace para favorecer a De Juanas y asimilados, con lo cual el grado de perversión es doblemente mayúsculo, digno de figurar en los anales de la historia universal de la infamia.
A Murphy y a sus colaboradores en corolarios se debe la formulación del principio que sostiene: Si algo es susceptible de ir peor, empeorará. A Fernández Marugán y a quienes como él votaron en el Congreso a favor de la nueva ley sobre financiación de los partidos políticos, la historia les tenía reservado un papel mucho más trascendental que el de Murphy y sus ayudantes, pues ellos han demostrado que en efecto, la teoría tiene su constatación en la práctica.
Gracias al análisis de Jaime Ignacio del Burgo, que les ha sacado los colores durante la sesión parlamentaria, descubrimos hasta qué punto han hilado fino para convertir en legales todos aquellos supuestos que hoy afloraban como casos de corrupción y que a partir de la reforma van a quedar limpios y castos como los chorros del oro.
El razonamiento que ha llevado a estos cambios es tan contundente como las propias leyes de Murphy. Si la financiación irregular, la participación en empresas, la recepción de donativos, la condonación de las deudas, los montillazos o la entrega de fondos públicos a organizaciones sospechosas de pertenecer a la urdimbre etarra eran causa de denuncias y escándalos de corrupción, ¡legalicemos todas estas prácticas y a quien Dios se la dé, san Pedro se la bendiga! ¿Cómo no se nos habría ocurrido antes? Esto de gobernar, legislar y ejecutar es lo más chupado que hay, sobre todo si cuentas como socios gente que está dispuesta a fundir la hijuela, no sólo para que chuzen los que vengan detrás, sino también, y muy especialmente, para que la hacienda se divida en partes graciosas.
Según Del Burgo, un buen número de los casos detectados como fraudulentos por el Tribunal de Cuentas quedarán ahora revestidos por la capa de la legalidad y se recordarán estas épocas con gran regocijo. ¿Te acuerdas cuando era ilegal recibir comisiones por una recalificación de terrenos? ¡Qué burros éramos!
Coincide el inicio de la campaña electoral con la campaña de la renta y con el envío de nuevas cartas en las que ETA reclama el impuesto revolucionario. A su vez, estos últimos fondos irán destinados a financiar la campaña de paz que con tanto entusiasmo viene desarrollando la organización, ya sea mediante el robo de pistolas o con su plan de reformas de las infraestructuras aeronáuticas, felizmente ejecutada en la T-4 de Barajas.
Al mismo tiempo que todo esto ocurre, se informa a la ciudadanía sobre los resultados de una encuesta, según la cual, el 75 por ciento de nosotros mismos declaramos no estar nada interesados en la política, mientras que sólo un 6 por ciento de la población reconoce que lo está y mucho.
Si mezclamos lo uno con lo otro, se nos va la mente a imaginar un panorama bastante desolador para nuestra bienquerida democracia, pues habida cuenta del desinterés por la cosa pública, ¿quién nos garantiza que la campaña electoral, la de la renta y la del impuesto revolucionario son entendidas en sus justos términos y concreciones? ¿Cómo sabemos que diciendo base impositiva, proceso de paz o dossieres filtrados todos nos estamos refiriendo a lo mismo?
A quien no vive especialmente interesado en el funcionamiento de los motores de explosión nos las pueden dar con queso explicándonos cómo suben y bajan las bielas, y hasta podríamos llegar a creer que somos unos enteradillos de la Fórmula 1.
Si en este mundo de imágenes, impresiones, desinterés y apariencias se cuenta con armas poderosas para mezclar con soltura un vídeo de la guerra de Iraq con otro sobre el acuerdo de católicos y protestantes; el sufragio universal con Hitler y los accidentes con los atentados, no parece un objetivo inalcanzable convertir la opinión pública en una máquina de pensamientos bien temperada y a gusto de la superioridad.
Una máquina que disimula su desinterés con latiguillos prefabricados y llegada la necesidad, se tapa los ojos para dormir tranquila.
Comentando la reconciliación de los irlandeses, Carmen Chacón dijo en un plató de televisión que era como si aquí se diesen la mano Otegi y Mayor Oreja. La estúpida comparación pone de manifiesto hasta qué punto el hombre, en este caso la mujer, es capaz de distorsionar la realidad con tal de ajustarla a sus intereses de partido.
Chacón reconoce que en España, como en Irlanda, hay dos grupos enfrentados, que se entregan a prácticas violentas y que deben ceder de ambas partes para establecer un acuerdo y una reconciliación. Según ella, en un lado estarían los etarras y en el otro, el PP. Al PSOE no lo cita, bien porque ya está del lado de Otegi, bien porque se siente bien representada por Mayor Oreja.
En este caso, la comparación es más odiosa que nunca. Ni existen tales bandos, ni el señor Oreja _ o quien haya querido simbolizar en él la Chacón _, están obligados a ceder, rectificar o arrepentirse de nada para alcanzar un acuerdo con el señor Otegi.
Son los violentos, y quienes los amparan, los únicos que deben corregir posiciones, pues de lo contrario sería tanto como criminalizar a millones de españoles por la sencilla razón de querer que se aplique la ley sobre los delincuentes.
Menos mal que en compañía de la congresista estaba Ana Pastor, que reaccionó con inmediatez al escuchar el disparate. Pero no nos engañemos, ésa es la teoría oficial y el modo políticamente correcto con el que el Gobierno quiere encarar el contencioso vasco. Hemos sido dos niños muy malos, como los irlandeses, y hora es de que hagamos acto de contrición por ambas partes y nos otorguemos el perdón mutuo, todo muy conciliar y ecuménico.
No sé a ustedes, pero a este menda no le agrada e absoluto verse equiparado al señor Otegi y perdonarle sus crímenes a la espera de que él haga lo propio con los nuestros. ¿Cuáles? Sí, hombre; aquella vez que le llamaste gilipollas a Sabino Arana, ¿te acuerdas?
La mayor novedad periodística en las últimas horas la constituye la barriga de Lucía Lapiedra, una señora embarazada que ha tenido a bien enseñárnosla. Se sospecha que la sesión fotográfica ha sido posible gracias al desembolso de un grueso fajo de billetes, pero en el tránsito no hay sorpresa, por mucha embarazada que pose.
Durante ese mismo tiempo también se ha dado a conocer el contenido de unos papeles en poder de un detenido donde se narra la negociación del Gobierno con unos criminales, pero como ocurre en el caso del fajo, el detalle tampoco aporta ninguna novedad.
Tan vulgar resulta, que algunos periódicos ni siquiera la registran en sus titulares más destacados. Noticias así ya no venden. Eso sí, la barriga de Lucía Lapiedra aparece bien destacada, prueba de su rareza.
Fíjense cuán escaso es el interés informativo del descubrimiento, que uno de los documentos relata algo así como “el método para colar Batasuna en las elecciones”, algo que todo el mundo sabe ya de sobra porque lo ha visto producirse delante de sus narices, delante de las narices de los representantes de la legalidad vigente e incluso delante de las narices de Pantoja, que se ha quedado con ellas más chatas que antes. Y ya es decir.
Por darle cierta emoción al hallazgo de los papelitos de marras, se han puesto a discutir si el mencionado diálogo se mantuvo antes o después del accidente de Barajas, en diciembre pasado. También les podía haber dado por preguntarse si fue antes o después de Hipercor, de Miguel Ángel Blanco, o de Zaragoza. Así nos íbamos acostumbrando para cuando sea necesario negociar con futuros grupos aficionados al uso indiscrimado de titadynes y otras gomas de borrar.
_¿Esto fue antes o después del 11-M?
_Antes, antes… no, mejor dicho, después. Creo que después… o mejor ¡en el medio!
Hay que estar con los tiempos y no despistarse con barrigas de humo.
Malas noticias para ZP. El brazo que alzó el del vencedor de las elecciones francesas no fue el suyo, sino el de Rajoy. Me alegro por los franceses y por mí mismo, pues había prometido comerme la columna si Sarkozy no era el elegido.
La apuesta carecía de grandes riesgos puesto que el mensaje de firmeza y sensatez de Sarkozy era el único con capacidad ilusionante para todos aquellos que creen en el valor de las ideas, del esfuerzo individual, de la libertad y de la justicia.
Pero también estaba pronosticado que no todos los perdedores iban a reconocer la decisión de las urnas y que desde el primer momento tratarían de deslegitimar la presidencia de un hombre con las ideas tan claras y tan contrarias a sus intereses, pues si a Sarkozy le acompaña el éxito, ante la izquierda se abren al menos ocho años de sequía.
Y así ha sido. Durante la madrugada del lunes las calles se han llenado de rabiosa violencia, sincronizada y orquestada. ¿Ocurriría lo mismo si la vencedora hubiese sido la compañera del primer secretario del Partido Socialista, François Hollande? No merece la pena la especulación.
Es difícil señalar cuál de todas las propuestas del nuevo presidente enciende más los ánimos de los alborotadores, o si se han lanzado a la kale borroka simplemente por el hecho de perder, que también es muy probable.
Será la de endurecer las penas a los reincidentes, será la obligatoriedad de aceptar una tercera oferta de trabajo a quien cobre el desempleo, serán las ayudas a la compra de una vivienda que mitigue el movimiento okupa, será el contrato de unión cívica para las parejas homosexuales, será levantar el culo del asiento cuando entre el profesor en clase, serán las ayudas familiares desde la llegada del primer hijo… ¿Serán todas ellas juntas porque abogan por una Francia más justa con los que se esfuercen y menos complaciente con los que gustan de la sopa boba?
De todo habrá. Además, Sarkozy no ha prometido que los estudiantes pasen de curso con la mitad de suspensos.
A falta de un posible recurso ante el Tribunal Constitucional, ya están listas las listas, ya tiene Batasuna lo que quería, aunque claro, dirá que quería más. Alia iacta est, o sea, la suerte que teníamos está echada a perder.
Y no sólo ellos protestan contra la anulación de las que no han podido pasar el corte; también el Gobierno vasco está elaborando un sesudo informe sobre la maldad intrínseca de las leyes españolas, como su propia procedencia indica.
Pero se equivoca el ejecutivo de Ajuria Enea y hay pruebas concluyentes que demuestran el exquisito celo con el que aquí se miman estos detalles y el rigor con el que se aplica la legalidad vigente.
Vean. Al lado de tan tristes noticias sobre la coladera del plan D, se publica otra que nos devuelve la fe en la salud del sistema. Ha sido el PP, celoso vigilante de la Ley de Igualdad, quien ha denunciado un flagrante incumplimiento que estuvo a punto de cometerse, ya que en la tabla presentada por el PSOE para concurrir a las elecciones locales del ayuntamiento madrileño de Alcobendas, y dentro del tramo comprendido entre los puestos del 21 al 25, sólo figura un candidato macho, concretamente el 22; siendo lo legal y lo correcto que en ese trascendental tramo de la propuesta figuren al menos ¡dos machos!
Menos mal que el PP ha estado ojo avizor, pues de lo contrario podría habérsenos colado una lista manifiestamente feminista, atentatoria contra los derechos del varón e intolerable bajo cualquier punto de vista paritario. No dudamos de que el PSOE de Alcobendas se pondrá manos a la obra y antes del próximo jueves esté en condiciones de llevar hasta la ventanilla una lista limpia y equilibrada, sin contaminación de viejos resabios discriminatorios.
A la vista está que esto funciona y que a partir de los próximos comicios los consistorios españoles van a ser más paritarios que el Paraíso Terrenal, aunque se filtre alguna que otra hacha con serpiente.