Archivo de Febrero, 2016

El héroe de Abadín

Lunes, 29 de Febrero, 2016

El barbarote Roberto Bermúdez

Faustino Sanjurjo sale de su Abadín natal en diciembre de 1896. Tiene 18 años y un futuro nada esperanzador por delante, pues le aguardan meses de lucha contra los mambises, y lo que es peor, contra la fiebre amarilla o la disentería, cien veces más mortíferas que los rebeldes.

Faustino se ha acostumbrado pronto a los nuevos aires, a la guerra y a lo que la vida le pone por delante. En abril del 97 ya tiene 19 años y se siente un veterano. El día 22 de ese mes, cuando el teniente coronel Moreno se traslada del campamento de la Gabriela a Artemisa, cinco gallegos que cierran la retaguardia, el cabo Domingo Abella, y los soldados José Díaz, Magín Frotiz, Darío Valiño y el propio Faustino, se desvían a propósito para hacerse con una caballería que le prometen a Abella con solo ir a recogerla.

El negocio sale mal, porque sobre los cinco gallegos cae Roberto Bermúdez y sesenta de los suyos que a las primeras de cambio únicamente dejan con vida a Faustino. El de Abadín tiene solo cinco balas; mata a tres, hiere a un cuarto y falla la quinta. A continuación se lanza bayoneta calada y se lleva por delante a otro par, luego, patadas, puñetazos, mordiscos… hasta que cae sin remedio.

Bermúdez no quiere prisioneros y ordena que los cuelguen de una guásima. Al pecho le prenden un papel escrito con torpes trazos donde se anuncia: “Guindado por no querer rendirse y por español”.

Poco se puede imaginar Roberto Bermúdez que ajusticiamientos como el de Faustino se volverán contra él en menos de un año, cuando Maceo ordena fusilarlo. Lo hacen sus soldados, elegidos por el propio Bermúdez de entre los de mejor puntería.

En casa de Faustino Sanjurjo se cuenta esta historia durante mucho tiempo, cada vez que alguien lo pide.

_E como foi que morreu o Faustino?

Tengo una vaca lechera

Domingo, 28 de Febrero, 2016

Jacobo Morcillo en los años de la vaca

Los datos contrastados que se conocen en torno al origen de la vaca lechera establecen que el comisario de policía Jacobo Morcillo Uceda viaja en el tren ascendente Madrid-A Coruña un día indeterminado del año 1946. Amanece, acaban de dejar atrás la provincia de León y Jacobo se asoma a la ventanilla por donde divisa a media distancia el andar cadencioso y basculante de una vaca, camino de un prado, se supone.

De repente, como ya le había ocurrido en otras ocasiones, se instala en su cabeza un pareado absurdo, pero bien medido, no en vano su hija dice de él que es “un chiste con patas”: “Tengo una vaca lechera, no es una vaca cualquiera”.

A Morcillo le parece un descubrimiento genial y tanto es así que despierta a su acompañante y se lo cuenta. “Tú estás loco”, recibe por toda respuesta de esa otra persona, mucho más identificada con los objetivos de la Dirección General de Seguridad.

Da lo mismo. Él sigue trabajando con la vaca hasta que completa la letra antes de destino. Luego, en el viaje del tren descendente, el policía aprovecha una parada para comprar un cencerro que hará sonar cuando llegue al pasaje del “tolón, tolón”.

Con todo y eso, tiene la vaca, pero no la música; de modo que se dirige a su tocayo Fernando García Morcillo, compositor de éxito sin relación familiar alguna, le pone delante la letra y le pide que espolvoree por encima un surtido de notas musicales. Repuesto del susto inicial, García Morcillo emprende la tarea y en poco tiempo, la vaca es un bailable que arrasa en la sala J´Ai de la Gran Vía, donde se estrena, y en cualquier otra.

Por todo ello existe un 85 por ciento de probabilidades para decir sin error que la vaca inspiradora de Jacobo Morcillo era lucense, circunstancia de la que nadie ha sabido sacar provecho salvo los dos Morcillos, que eran unos avispados.

Los ovnis son terrestres

Sábado, 27 de Febrero, 2016

Primera referencia a la vida extraterrestre en la prensa española ( Revista de estudios psicológicos, octubre de 1878)

Gallego Tato pregunta a Werner Meyer si está convencido de que existen los platillos volantes.

_Completamente _ dice el técnico alemán _. Yo he visto uno hace cosa de tres años y medio en Madrid.

El periodista se interesa por los detalles y Meyer le cuenta que caminaba por la calle de Velázquez, entre las de María de Molina y López de Hoyos, a eso de las diez de la noche cuando observa a gran altura “el mismo fenómeno como el que describen estos días desde distintos puntos de la tierra”.

Hay que tener en cuenta que en 1950, cuando se realiza la entrevista, la prensa recoge a diario las típicas descripciones de los avistamientos. “Tengo motivos para confirmar, ya que me dedico a las cuestiones de aviación desde 1926, que se trata de un objeto terrestre, es decir, no es una estrella fugaz, puesto que éstas describen una trayectoria curvilínea, mientras que lo nuestro describe una línea horizontal. No puedo precisar la forma porque iba a gran altura. Pero sí puedo afirmar que era un objeto luminoso y dejaba tras de si un haz análogo al de los cometas. Este haz bien pudiera ser el chorro de propulsión que accionara al mismo aparato. Calculo que llevaba una velocidad de 1.200 km/h”.

No puede precisar si iba tripulado o mandado a distancia, pero cuando más interesante se pone la entrevista, el alemán se encarga de arrojar un caldero de agua fría sobre los lectores, pues asegura que sea lo que sea, aquello es humano y jamás marciano. Menudo chasco. ¿Y para qué sirve un platillo?, pregunta el periodista. “Vaya usted a saber lo que puede concebir la mente del hombre”. Eso.

Para terminar, Gallego quiere saber cuándo habrá viajes interplanetarios. “Eso es fantasía _ le dice _. Al menos lo será mientras vivamos nosotros y nuestros hijos”. Bueno, en eso andamos.

El ovni de Meyer

Viernes, 26 de Febrero, 2016

Rozas finaliza su condición de Aeropuerto Central de Galicia

El año 1950 fue pródigo en avistamientos ovni y uno de los momentos en los que el tema tuvo presencia permanente en los periódicos. En realidad, después de los testimonios modernos del siglo XIX, solo se había vuelto a abordar el fenómeno tres años antes, en 1947, cuando en Estados Unidos sucede el famoso caso Roswell y en España se produce el avistamiento de Balazote, en Albacete.

En ese año de 1950 se habla de platillos volantes con gran familiaridad y la prensa busca con ansiedad cualquier persona que tenga la más mínima información y que esté dispuesta a compartirla con los lectores.

De repente se descubre que esa persona existe, que está cualificada para abordar tan desconocido asunto y que por supuesto ¡vive en Lugo!

El mérito es del entonces redactor de El Progreso, Juan María Gallego Tato, que localiza en la ciudad a un testigo del ovni de 1947. No se trata de ningún mindundi despistado una noche de curda, sino del ingeniero alemán Werner Meyer, que Gallego Tato presenta a los lectores como “técnico del aire”, y cuya presencia en Lugo hay que relacionar, bien con la condición de Aeropuerto Central de Galicia que mantuvo Rozas, o más probablemente, con el sistema alemán Sonne-Consol de las llamadas torres de Arneiro. Asimimso, más que un “técnico del aire”, Meyer haya sido un técnico de ese sistema de vigilancia, vigente hasta años después de acabada la II Guerra Mundial.

El caso es que siendo poco o mucho el interés de las declaraciones de Meyer, toda la prensa española se hace eco de ellas, aunque escamoteando su origen, como tantas veces.

Hoy adquieren más valor porque Meyer habla del primer caso español del siglo XX. Mañana recordaremos su testimonio y algunas de sus equivocadas predicciones.

El reloj electromagnético

Jueves, 25 de Febrero, 2016

Campanario de Líncora

El sacerdote Benjamín Lovelle, párroco de San Pedro de Líncora, cerca de Chantada, escucha decir a su colega de Santa María de Pesqueiras que ha instalado un mecanismo electrónico en el campanario y que ese aparato le proporciona ventajas insospechadas, como por ejemplo, vestirse tranquilamente para misar mientras la campana cumple su oficio y avisa a los vecinos sin que él tenga que preocuparse lo más mínimo de los toques. Ni él, ni el campaneiro.

Aquellas palabras resuenan con fuerza en la mente inquieta de don Benjamín, que pronto imagina para su templo de Líncora un dispositivo más ambicioso que el de Pesqueiras, pues no solo se ocuparía de las campanas antes de la misa, sino del reloj entero.

Lovelle expone su idea a Darío Novo Besteiro, con conocimientos suficientes en mecánica y electrónica para llevar a buen puerto la idea que acaba de anidar en su cabeza. Así, después de tres años de pruebas y perfeccionamientos _ los que van de 1950 a 1953 _, San Pedro de Líncora cuenta con un reloj electromagnético, el primero de España con esas funciones, solo equiparable a otro que posee en Vigo el conde de Ozores, como así hace saber la Enciclopedia de la relojería, de José Daniel Barquero Cabrero.

El 9 de febrero de 1953 Benjamín Lovelle hace público su invento en colaboración con Darío Novo. Se trata de una caja de un metro de alto por 20 centímetros de ancho, que acoplada al reloj de la torre parroquial, acciona el martillo para marcar las horas, las medias y los cuartos con total exactitud.

También le incorporan una pila y consiguen que funcione durante un año sin necesidad de darle cuerda. Lovelle puntualiza entonces que el mecanismo solo es aplicable a los relojes de torre o de pared. La patente del reloj electrónico es de 1956, tres años después del de Líncora y seis, del de Pesqueiras.

Los Tzebrikov de Samos

Miércoles, 24 de Febrero, 2016

Una de las obras de Tzebrikov

El 11 de junio de 1950 se informa de una noticia fuera de lo común. Después de haber recorrido varios cenobios europeos y tras acuerdo con el abad mitrado, don Mauro Gómez Pereira, el escritor ruso Jorge Tzebrikov de Villardo, residente en España desde el año anterior, ha elegido el monasterio lucense para realizar su ingreso en la orden benedictina.

En esos momentos, Tzebrikov ya es autor de una vasta obra sobre la unión de las iglesias, las liturgias y ritos orientales, la lengua y la filosofía rusa. Domina el latín, el griego y todos los idiomas eslavos. Ha residido en la abadía de Mont-César, en Lovaina, y en el priorato belga de Amay-sur-Meuse; es decir, que no tendrá problemas para adaptarse a la vida conventual que desea.

Sin embargo, las dificultades no vienen solo por su parte, puesto que a Jorge le acompaña un hijo de 16 años, tenido en una relación amorosa ya terminada con una súbdita francesa y que se llama Igor Manuel Tzebrikov Leclerc, que al decir de su padre, recibirá educación de noviciado, como otros muchos que allí estudian el bachillerato.

Las noticias sobre los Tzebrikoz se interrumpen hasta el 13 de octubre del año siguiente, tan solo dos semanas después del incendio que va a destruir gran parte del monasterio y que paralizará su actividad durante años.

No parece que ese día los Tzebrikov sean monjes ni novicios en Samos, pues su nombre aparece en una requisitoria de un juzgado municipal de Madrid para que comparezcan en un “juicio por falta de respeto al padre” que se celebrará el 22 de noviembre inmediato, y que nos informa de la gravedad de sus desavenencias.

Diez años más tarde, Jorge aparece de nuevo en la prensa por doble motivo. Se le ha concedido la nacionalidad española en su condición de apátrida, y da una conferencia en el CS. de I. Científicas.

Huidobro de O Valadouro

Martes, 23 de Febrero, 2016

Edificio de Fernández Concha en Santiago

El contenido de la carta que el escritor chileno Vicente Huidobro dirige al actor Douglas Fairbanks el 25 de septiembre de 1928, y que se incluye en los textos sobre el Cid Campeador de sus Obras Completas, esconde una sorpresa para el lector de Lugo. O mejor dicho, varias.

La primera es que Huidobro se declara originario de la provincia lucense a través de su abuelo, Domingo Fernández Concha, a quien se refiere diciendo:

_¡Qué grandeza en la humildad de ese gallego de Mondoñedo que fue mi abuelo!

Aclarado ese punto, añade que tanto ese hombre como él mismo, están vinculados con los árboles genealógicos del Cid y de Alfonso X el Sabio, pues así lo constata la monumental Enciclopedia heráldica de los hermanos Alberto y Arturo García Carraffa.

Pero si profundizamos en la biografía del fundador del creacionismo, nos llevaremos alguna sorpresa más, ya que el chileno Huidobro Fernández demuestra no conocer demasiado bien sus orígenes familiares.

Veamos. Quien nace en Mondoñedo _ y para ser más exactos, en tierras de O Valadouro que pertenecen a ese partido _, no es su abuelo, sino su tatarabuelo, José Esteban Fernández de Muras y Maceda, puesto que Domingo Atanasio Fernández Concha, viene al mundo cuando ya familia ya está instalada en la capital chilena y donde en 1861 funda un banco que bautizará con su nombre y sus dos apellidos. El Banco de Domingo Fernández Concha.

El hombre al que se refiere Huidobro confundiéndolo, nace alrededor del año 1754 en algún lugar de O Valadouro. Fue hijo de Cosme Damián Fernández de Muras del Río y Juana Nazaria Díaz Maceda. Se casa con María Recio Pardo Figueroa y ambos son padres de los Fernández Recio, que inauguran la presencia de esta rama lucense en Chile.

El hombre del saco

Lunes, 22 de Febrero, 2016

Huelga en Toulon en 1906

El hombre del saco existe, como también el sacamantecas y el chupasangres. Cuando el adulto se lo recuerda a los niños, sabe bien que la amenaza es real porque otros anteriores han sido sus víctimas.

Éstas se dividen en dos grandes grupos. Los que pueden contar la experiencia y los que no. Al primero de ellos pertenece nuestro personaje de hoy, un niño lucense que regresa del horror para advertir de su existencia.

Su historia comienza en un punto indeterminado de la provincia de Lugo mediado el año 1905. Manuel González López, que así se llama, tiene trece años y se encuentra al cuidado de las dos vacas de la familia que pacen a su lado.

De repente dos individuos caen sobre él. Su cuerpo desaparece en el interior de un saco, que pasa a un coche y de él, a un tren. Su destino es Toulon, entre Marsella y Saint Tropez, donde pretenden dedicarlo a la mendicidad.

Manuel comparte suerte con otros nueve mozabetes llegados a Toulon desde distintos puntos con el mismo método. Como se ve, la banda no escatima recorrer kilómetros con tal de asegurarse la impunidad de sus secuestros.

Tal como Manuel explicará tiempo después, aquellos hombres le aplican un ácido corrosivo en los brazos con el fin de provocarle úlceras y llagas que luego son frotadas con ajos. Así adquieren el aspecto deseado por los explotadores y están listos para ser distribuidos por la ciudad, siguiendo precisas instrucciones de los criminales, que los vigilan en cada momento.

Meses más tarde, Manuel logra despistar la vigilancia y contactar con el cónsul de España en la ciudad, que a su vez lo remite al gobernador civil de Barcelona, Tristán Álvarez de Toledo. Éste lo recibe el 14 de abril de 1906, antes de regresar a Lugo. Aquí podrá recordar a todos que él fue una víctima del hombre del saco.

Humor lucense

Domingo, 21 de Febrero, 2016

Currinche y don Turulato

La revistas de humor de antes de la guerra atraen clientela mediante concursos de chistes. El lector manda el que le parece más gracioso y con un poco de suerte se lleva las veinte pesetas que están en juego cada siete días.

Ésa es la teoría, porque en la práctica se intuyen otros tejemanejes, como por ejemplo, que los ganadores son falsos y que la revista se ahorra las veinte pesetas semanales.

El 22 de julio de 1933 un vecino de Lugo gana el concurso del semanario Gutiérrez, o eso anuncian encantados por tener un lector tan norteño. El afortunado se llama Recaredo Amando, por cuya verdadera identidad nadie debería apostar un duro, y la pieza que se alza con el triunfo está sacada de alguna antología de humor judío, de cuando buscar la sonrisa no significaba necesariamente hacer salvaje e inmisericorde escarnio.

Dice así: Jossel encarga un pantalón al sastre Rabinovich. Sí, como el Luthier fallecido. “Debe entregármelo mañana por la noche. Lo necesito pues debo partir de viaje. De lo contrario, iré a casa de Hirschberg”. “Cuente usted conmigo _ le dice el sastre_ . Le doy mi palabra de honor que lo tendré para mañana por la noche”. Rabinovich, perezoso, olvida el encargo del cliente y dos años después se acuerda. Lo hace deprisa y corriendo y va a entregarlo. Jossel le recibe de mal humor: “¡Rabinovich, es usted un sastre extraordinario!¡Necesita dos años para hacer un pantalón, mientras que Dios necesitó seis días para crear el mundo!” “Se lo ruego, Jossel; no nos compare a Dios y a mí. Mire usted cómo está el mundo y después mire qué maravilla de pantalón!”

El director de Gutiérrez es K-Hito, Ricardo García López, que había elegido ese seudónimo porque si Hiro Hito era el emperador del Japón, él sería el emperador de las historietas. Por cierto, uno de sus personajes se llamaba Currinche.

Camilo Maldonado

Sábado, 20 de Febrero, 2016

Balmis, Salvany e Isabel de Zendala

Hace unos días comenzó en Ferrol el rodaje de “22 ángeles”, una tv movie que narra la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, aquélla que partiendo de A Coruña el 30 de noviembre de 1803 bajo la dirección de Francisco Javier Balmis, va a conseguir la erradicación de la viruela en todo el mundo.

La clave de su éxito radica en la utilización de 22 niños como portadores de la vacuna que la mantienen fresca en sus cuerpos a medida que la reparten “brazo a brazo” en los distintos puertos a los que llegan. Jenner, el descubridor de la vacuna, declara: “No imagino que en los anales de la Historia se halle un ejemplo de filantropía tan noble y excelso como éste”. Y Humboldt recalca: “Este viaje permanecerá como el más memorable de la Historia”.

Ahora bien, no fueron 22 los niños utilizados como proclama el título de la producción, sino 28. Seis son descartados y devueltos a sus hospicios de Madrid, entre otros motivos, porque ya habían servido como portadores. En consecuencia, los 28 forman parte de la expedición como el que más.

Uno de los que queda fuera del viaje en barco es Camilo Maldonado, un muchacho de once años con un apellido que sugiere orígenes gallegos. Al pasar por Lugo el 14 de diciembre de regreso a Madrid, fallece y es enterrado en la ciudad, convirtiéndose de esa forma en la primera víctima de la expedición, en el primer héroe de la viruela.

En Lugo no existe ni la más leve referencia al héroe Maldonado, ni a su tumba, ni a su contribución contra la viruela, pese a haberlo intentado en 2010 la actual concejal Ana Prieto. Quizás ahora con el empuje televisivo sea un momento más oportuno para el necesario recuerdo y evitar que un día alguien pueda echar en cara a esta ciudad que ignora lo que en ella ha ocurrido, incluso cuando se trataba de acabar con la viruela en el mundo.