La investigación
Martes, 31 de Octubre, 2006Guardo algunas casetes con más de 30 años de antigüedad. Alguna entrevista, el niño que balbucea su primer gu-gu, programas de radio, lo que decía la gente después de ver la francomoribundia… recuerdos sonoros que ni vuelves a oír, ni los tiras, quizás porque no hay razón para una cosa ni para la otra.
Al leer lo de las cintas de Garzón, he puesto la que me pareció más antigua y se escucha perfectamente. Yo diría que mejor que en los setenta, porque el aparato reproductor, el de la casete, es más cumplido que entonces.
Bueno, pues dicen que esas cintas, más de 200, donde se contenían interrogatorios a terroristas islamistas, no valen para nada. Primero, porque no se han traducido; segundo, porque se han deteriorado y tercero, porque se han destruido. Sólo falta dar respuesta al último interrogante, ¿para qué se grabaron? Preciosísimo tema para abordar en un seminario de práctica jurídica.
Pensemos que cada cinta es de una hora. Recurrimos a la calculadora y multiplicamos 1 hora por 200 cintas y el resultado es sorprendente ¡200 horas! Otra vez a la calculadora. Dividimos por 24 y obtenemos una periódica pura, 8 días y un 3 que se prolonga hasta el infinito y más allá, como Blufzz Lightyear.
A poco que cuenten unos tíos largando 8 días seguidos es casi seguro que por allí ha de salir el conejo de Alicia, Morata de Tajuña o el Papa Pablo. No se concibe que los 8 días se consuman en descripciones de diferentes recetas para preparar el cuscus. ¿O sí?
Se nos dice que sólo hay un traductor y que por entonces estaba muy liado poniendo negro sobre blanco lo que piaba otro elemento peligrosísimo denunciado por los ingleses. Vaya, vaya. La flauta de Bartolo con un traductor solo. ¿Y cómo se realizan los interrogatorios de los 8 días? Usted suelte, que esto lo graba todo. Y el otro, venga cuscus para arriba y cuscus para abajo.
La guerra de Gila se queda corta ante la investigación.