Lo dijo y/o no lo dijo

La columna de hoy la podrían firmar al alimón ZP y Salgado. A ellos se la debemos, pues si superponemos las frases de la ministra sobre las del presidente, o las de éste a otras suyas doce horas más viejas, nos damos perfecta cuenta de lo ilusos que somos. Deberíamos estar aterrorizados y sólo estamos temerosos.
Por encima de todo ese fárrago equívoco y contradictorio de disculpas pro impuestos, destaca a vuela pluma una simple, humilde y redonda letra o disyuntiva. Una o que la ministra pone en labios de ZP, y que la mayoría no recuerda habérsela escuchado.
Ya sabrán que Salgado niega la condición de temporal aplicada a la subida de impuestos. Esto ha causado la natural sorpresa, pues se había oído decir al presidente que en efecto, sería “moderada y temporal”.
Como antes también le habíamos oído que la subida “no sería de ninguna manera, porque no se iba a aprobar”, y como estamos acostumbrados a la improvisación como norma, la sorpresa también fue moderada hasta conocer la sutil explicación de la ministra. Entonces descubrimos que su superior jerárquico no la había definido “moderada y temporal”, sino “moderada y/o temporal”.
De ser cierto, y nada nos hace dudar de la palabra de Salgado, ZP habría encontrado la formulación ideal para contradecirse consigo mismo en una sola frase. Algo nunca visto en gramática, lógica y/o matemáticas. La fórmula de Pepito de la O.
Vean los resultados de aplicarla en un adolescente que habla con su padre antes de salir de botellón:
_Volveré tarde y/o borracho. Dado que puedo estar de vuelta temprano y/o sobrio, no me esperéis despiertos y/o intranquilos. Una última cosa, rascaros los bolsillos y soltarme 25 y/o 50 euros.
Hasta mañana y/o buenas noches.

Chútate, guapa

Se escuchan frases inquietantes en torno a la píldora del día después. Advertencias médicas, no morales. Constatan el desconocimiento que existe sobre los efectos secundarios, la innegable peligrosidad del zambombazo hormonal, si se abusa; y el desconocimiento sobre los límites de ese abuso. A ello se suman las protestas de algunos farmacéuticos por las formas en la implantación, y la aceptación sumisa de otros, aunque rechacen ciertos extremos, como no exigir receta.
Da la impresión de que tanto el sector, como el propio Gobierno, que no oculta los riesgos, están convencidos de que se producirá una venta masiva de píldoras, hasta convertirse en el principal método anticonceptivo, “porque los preservativos, en el fondo, no les gustan”.
Primer peligro: el aumento de las enfermedades venéreas por el menor uso del preservativo. Segundo, las mermas en la fertilidad y la capacidad reproductiva de la mujer.
Ante este panorama sólo cabe esperar de sus usuarias la sensatez suficiente para utilizar una herramienta equivalente a una caja entera de las pirules tradicionales. Más o menos. Es posible que una píldora al mes no presuponga mayores alteraciones en el cuerpo de la mujer, pero no ha de ser lo mismo si el consumo se multiplica por cuatro, a una por fin de semana.
No se trata de difundir un alarmismo de agitación. Nadie sensato lo haría si los gobernantes, la ciencia médica y la ciencia farmacéutica coincidiesen en bendecir la pócima como la más eficaz, inocua y beneficiosa de la farmacopea mundial. Pero no es así, sino más bien todo lo contrario.
Ya que nadie lo hace y si quieren llegar a abuelos, los padres deberían advertir a sus retoños que se trata de un último recurso, no de agua con zumo de limón.

Gonzalo Fernández Castaño es ese golfista que mientras camina hacia un nuevo hoyo en un torneo, se dirige a la cámara que le sigue y dice: “Un mensaje para Zapatero. Nos vas a dejar en pelotas a todos”.
No habíamos visto nada parecido desde que los velocistas norteamericanos hicieron el saludo de los Panteras Negras durante la Olimpiada de México. Nos referimos al ámbito deportivo, no al político, donde todos los días se oye eso y mucho más.
Si algo caracteriza este deporte, además del hoyo, el palo y la bola de dimpels, es la concentración que se exige a sus practicantes para aguantar los nervios de la competición; pero hete aquí que uno de los cincuenta mejores jugadores del mundo y el décimo europeo no puede sacarse de la cabeza a ZP y lejos de tener todo su pensamiento en el hoyo al que se encamina, lo tiene en el presidente, de modo que usa a un cámara para mandarle un recadito que le atormenta.
Será del PP, pensará el lector. Y lo será, pero cuando descubrimos que Gonzalo, además de golfista, es empresario y licenciado en Administración y Dirección de Empresas, entendemos que lo dice con todo el sentimiento, conocimiento y desaliento.
Cuando le preguntaron a ZP por el referéndum independentista de Arenys, manifestó que no esperaba una reacción en cadena de consultas similares por toda Cataluña. Bueno, pues ya tiene un montón esperándole a la vuelta a la esquina.
No queremos pensar qué pasaría si a los deportistas, o a quienes tengan una cámara a mano, se les ocurriese mandar mensajes en cadena como el de Gonzalo, mucho menos ilegal que los referendos, desde luego.
Ya oímos a los entrevistados:
_Antes de nada, ¿puedo saludar a ZP, que me estará escuchando…?

Esta imagen ya no será posible en el futuro

Mear en la ducha es una medida muy oportuna para rebajar costes, ahorrar agua y salvar el planeta, tal como nos recomiendan algunos congéneres llevados por la mejor voluntad. Para lograrlo en toda su extensión convendría sustituir las bañeras por placas turcas, de modo que las posibilidades de interacción entre la higiene y la fisiología alcanzasen todos los ámbitos y todos los ahorros.
Sólo una duda se interpone entre nuestra buena disposición y las nuevas costumbres viejas. Dado que es mayor el número de veces en que necesitamos evacuar, cuando no toque ducha, ¿debemos ducharnos también?O viceversa ¿debemos esperar a ducharnos al momento en que nos aprieten las ganas? En fin, detalles que hay que concretar.
En cualquier caso la iniciativa parece corta. En paralelo a su adopción, deberían volver los cuellos y puños de quita y pon, lavarnos por parroquias, usar las prendas íntimas vuelta y vuelta, restaurar los manguitos en las oficinas y sobre todo, cerrar las cataratas del Niágara, que eso sí que es desperdicio de agua.
Choca la recomendación ecologista con la sanitaria, pues ya hemos oído a la ministra del ramo instándonos a que nos lavemos las manos cuantas más veces mejor, con el fin de alejarnos de la gripe A.
Es decir, nos tienen rodeados. Salgado con el impuesto verde por ser unos emisores compulsivos de CO2; Trini con las cepas de gripe, por no lavarnos las manos, y los ecologistas con la sequía, por lavarnos demasiado.
Escama tanta preocupación por lo que nos pueda pasar en el futuro, al lado de tantos disparates que se cometen contra lo que nos pasa en el presente. Es muy probable que cuando lleguemos al futuro seguiremos pensando lo mismo.
Volviendo al tema, sepan los del ahorro que aquí nos tienen, dispuestos a mear donde haga falta.

Otakus japonesas de aspecto nada gótico

Una de las hijas de ZP, la mayor, es otaku, según consta en la red desde enero, sin que su padre haya prohibido que se diga. Ser otaku es estar enganchada a un personaje de los cómic manga, vestirse como ellos, vivir para los manga, sudar en manga de camisa, mangársela y todo eso. Otaku es un término que se traduce directamente del japonés como maníaco, y de maníaco se trata cuando se describe un ser humano consagrado a no saber, ni interesarse nada más que de una materia. El manga.
Antes de la existencia de los mass media, no había otakus, ni siquiera en Japón. Quizás algún despistado se quedó prendido de Madame Bovary más de la cuenta, pero nada más.
Si esta chica tuviese al lado algún adulto responsable, con dedo y medio de frente, le haría saber muy pronto que eso de ser una otaku está muy bien hasta cierta edad, pero pasados los cinco primeros meses de vida, el cerebro debe enterarse de ciertos asuntos prioritarios. Cuánto más si este adulto ejerce la máxima representación administrativa de un país y con especial énfasis, cuando realiza una visita oficial al extranjero.
Este aspecto de su trabajo se engloba en lo que llamamos protocolo. No es el principal, pero sí muy significativo. Tan importante o más a nivel personal es el desarrollo intelectual del individuo, su implicación con los problemas que afectan a la convivencia, la salud o la sabiduría del género humano, y su colaboración en la tarea de resolverlos. Compromisos que se contradicen con el hecho de ser otaku.
En cuanto a la fotografía que ha desvelado todos estos asuntos, no merece más comentarios que los miles que se han vertido en las últimas horas, muchos de ellos crueles e inmisericordes para con las niñas, que como siempre ocurre, sólo son unas criaturas inocentes y consentidas.

Un automóvil expele impuestos

Hace calor. Más de lo acostumbrado. Benidorm está que arde. En Valencia brotan del campo las Filesas. De NY llega una fotografía de telas en tonos negros que como diría Papuchi, es rara, rara, rara; especialmente para enfrentarse a temperaturas de 28º, como la de ayer en la gran manzana.
El otoño viene caliente, los glaciares se retiran y el cambio climático se revela como la causa primera y definitiva de que suba el paro.
Así se lo hizo saber Dios, o cualquier otro portavoz bien informado, a ZP durante su estancia neoyorkina. Hasta este viaje la relación causa-efecto no estaba tan clara, pues se ponía en duda la acción devastadora del hombre en las sucesivas desertizaciones y glaciaciones ocurridas antes y después de que Dios separase las aguas de los continentes. Sobre todo, por no existir entonces la raza humana.
Sabemos que estando en NY no es fácil echarle las culpas a los EE.UU., ni al capitalismo. Ni siquiera a la avidez de los ricos. Estando allí, lo lógico es echársela al calentamiento global… y al automovilista, que es quien va a pagar la crisis.
Hasta ahora el contencioso climático sólo servía para tirarnos de los pelos y darnos golpes de pecho por lo mucho que contaminamos, pero en breve también ayudará a recaudar más. El llamado impuesto verde que gravará los combustibles es la prueba palpable de que la esclavitud no ha sido abolida, sino únicamente reemplazada.
Como el clima se pone tonto por las emisiones de CO2, vamos a cobrarles más a quienes hayan conseguido comprar un coche. Están tan enganchados a los vehículos que venderán todo con tal de pagar. El clima seguirá jodido porque las emisiones de CO2 no cesarán, simplemente serán más caras. Eso sí, podrán encargarse nuevos informes sobre la “Influencia del calor en la formación de las arrugas de la chufa”.

Buscando desafectos

De los dos mil quinientos informes absolutamente prescindibles encargados por la Generalitat durante 2007, uno nos toca de cerca. Montilla quería saber el grado de afinidad que le mostraban los columnistas de prensa, un colectivo que, o exhibe un carné de independencia impoluto, o no es nada. Independencia de verdad, no la que vende Montilla.
Para empezar sólo se nos ocurre una tontería mayor que ésa de pagar 27.000 euros por conocer qué piensan los articulistas sobre el tripartito: pagar a unos espías para que averigüen los colores favoritos de Picasso. ¿Pero no los estás viendo, tonto del bote? ¡Azul y rosa!
El caso es que Montilla, o la Generalitat, o el tripartito, se gastaron hace un par de años 32 millones de euros en descubrir asuntos tan vitales para el bienestar de los ciudadanos como el que nos ocupa. El gobierno catalán quería saber de qué escriben los columnistas. ¡Coño! ¡Qué los lean! Al menos eso hacen algunos de sus administrados y no les sale tan caro.
Hay que estar muy alejado de la realidad del pueblo al que se sirve para dedicar 27.000 euros a investigar qué dicen de ellos los periodistas de opinión. Se lo podría haber remitido cualquier consumidor de prensa absolutamente gratis, a poco que le dejasen papel y lápiz: “Fulanito os pone a parir. Menganito os pone a caer de un burro. Perenganito os pone como hoja de perejil…”
Pero claro, no es lo mismo. Cunde mucho más recibir un informe de manos de un amiguete que va dentro de una gabardina con las solapas levantadas y que cobra cuatro millones y medio de pelas por descubrir que Larra criticaba la burocracia en “Vuelva usted mañana”.
Pero si los columnistas de hoy siguen en lo mismo… criticando la burrocracia.

Bosé rechazando el Ministerio

Se atestigua en la prensa que hace unos meses, cuando ZP quiso prescindir de César Antonio Molina al frente de Cultura, al presidente se le ocurrió que el candidato idóneo para sustituirlo era Miguel Luchino González Borloni, nombre de pila y sacristía del que emerge un estupendo artista del espectáculo que tiempo ha y para ser conocido, adopta el nombre de Miguel Bosé.
Que el chico es listo y espabilado lo sabíamos antes de que comenzase a mover el esqueleto delante de las cámaras, con más gracia y donaire que la mismísima Sherezade cuando debía colarse en silencio por una lámina de oro, recortada con el exacto perfil de su cuerpo y rodeada de campanillas para que suenen al mínimo roce.
Aquella conjunción de sangre Dominguín y sangre Bosé que González Borloni lleva en su carcasa de ADN le predestina para disfrutar la extraña gracia que Apolo concede de vez en cuando. Y Miguel da buena cuenta de ella, hasta el punto de hacer en cada momento lo que le da la gana, incluso equivocándose.
Ahora bien, todo ese despliegue sonoro y visual que desprende, todo esa sinfonía que enzarza y enamora, no compite en grandeza, ni por el forro, con su intelecto, fruto de una cabeza tan armoniosa en ideas, como el resto del cuerpo en músculos. Y mira que me está dando el ramalazo.
Ese cerebro, ese cerebelo, ese pedazo de bulbo raquídeo que tiene Miguel le aconsejan negarse a la pretensión del presidente y rechazar Cultura. Una cosa es hacer la ceja un ratito para las fotos, y otra muy distinta, hacer el ridículo todos los días, también delante de focos y lámparas.
ZP no quería a González Borloni, sino a Miguel Bosé. ZP quería dar espectáculo. Un ministro de Cultura de pasarela.
No es de extrañar que se indigne Molina.

Quintás atrapado por la crisis

En lo que llevamos de año al menos dos españoles tuvieron en el bolsillo los nombramientos de ministro y de conselleiro de Galicia, respectivamente, y ambos declinaron aceptarlos.
ZP le ofreció Cultura a Miguel Luchino González Borloni y éste rechazó el ministerio. También Feijóo puso Economía en manos de Juan Ramón Quintás Seoane y también el presidente de la Confederación de Cajas le dio calabazas. Su autoexclusión se decidió por miedo a que esa entrada en política pudiese interpretarse como el abandono de un barco en medio del naufragio crítico.
Se trata de dos malas noticias para González Sinde y Javier Guerra, la mujer y el hombre que hoy ocupan esos puestos, aunque es probable que a estas alturas los dos ya sepan que son amores de segundo plato. De cualquier forma, ¡qué demonios! estas cosas pasan mucho en política.
Feijóo estaba convencido de que hacía un buen fichaje. Quintás es un catedrático independiente que ha sabido sopesar las dimensiones de la crisis desde el principio, profesor respetado, con autoritas y con un lema universitario colgado en su dintel que reza: Libertas perfundet omnia luce; sí, eso, la libertad todo lo ilumina.
Hace días, a Quintás se le ocurrió pedir elecciones anticipadas para salir del muermo y posiblemente por eso estemos hablando ahora de su nombramiento frustrado. Chitón, Quintás, le dijo Chaves cuando le oyó.
Y como también se habló de un problema de incentivos que dificultaba ese nombramiento, el presidente gallego, que casualmente estaba en Madrid, aclaró ante la plana mayor del PP y de la prensa madrileña que Quintás no cobra ningún sueldo por su cargo, por el de la CECA.
Del caso de González Borloni hablaremos mañana, que hoy se ha vendido todo el papel.

Hace unos días The Sun destapó el caso del niño inglés de 12 años que a la vuelta de vacaciones se presentó en el colegio con aderezos femeninos, diciendo que era niña y exigiendo al personal que como tal lo tratase.
Reunido de urgencia el claustro del centro, se tomó el acuerdo de acceder a sus deseos, indicando a profesores y alumnos que se dirigiesen a John como Joan, que se crease un retrete en exclusiva para el niño en vías de extinción y que se le permitiese asistir a clases de natación en bikini.
Como quiera que las pruebas aportadas por el alumno y su familia para merecer ese tratamiento no van más allá que la expresión de su deseo, unas trenzas rubias y una falda tableada en cuadros escoceses, cabe la posibilidad de que pasado mañana se presente en el mismo colegio un compañero suyo asegurando que se está convirtiendo en oso, para lo cual aporta una mata de pelo en los sobacos y un apetito desmedido por la miel.
_Soy un oso, soy un oso _ repite el individuo por los pasillos.
Aceptado su caso con el mismo rigor que el precedente de la niñita rubita, el susodicho podría pasar directamente al mundo del circo, siendo presentado al público como el oso más inteligente del Orbis Mundi.
Y no sólo eso, pues el comportamiento de las autoridades académicas permite también que se establezca el siguiente diálogo:
_Buenas, este verano me he transformado en sabio y conozco el contenido de todas las materias hasta 3º de BUP y más allá. Denme el aprobado, ¡ar!
_A sus órdenes, y por favor, no se traumatice, que tanto nosotros y el resto de alumnos le trataremos como lo que es, un sabio de tomo y lomo.
Bueno, pues éstas son las cosas que hacen del mundo actual un lugar maravilloso y lleno de posibilidades.