Archivo de Junio, 2019

El fotógrafo de las postrimerías

Viernes, 28 de Junio, 2019

Maximino Reboredo nace el 27 de junio de hace 143 años en Castro de Rei

GRANDE TIENE QUE ser el asombro y enorme la satisfacción del historiador Julio Reboredo Pazos cuando en 1997, tras una pared de escayola en el ático de su domicilio, posa sus ojos sobre un atadijo, o simple almacenamiento, donde se encuentran 400 placas de cristal convenientemente impresionadas, obra de su tío-abuelo Maximino Reboredo Blanco (Castro de Rei, 1876). La mayoría tienen un tamaño de 13×18 cm, y el resto, 9×13 cm.

El historiador no solo ejerce de investigador con un hallazgo valioso, sino que lo hace en el seno de su propia familia, de forma que a partir de entonces podría atestiguar con imágenes la labor pionera de su pariente, que además de fotógrafo en tiempos muy iniciales, se descubre como un retratista post mortem, es decir autor de fotografías a personas muertas, como era del gusto de las familias en el momento de algún deceso para conservar la imagen del difunto, tanto si se trataba de recién nacidos, adolescentes o ancianos.

Maximino Reboredo es hijo de Luis Reboredo Fernández, a quien todos llaman el Rey Chiquito, y de Carmen Blanco. Nace el 27 de junio de 1876 en el llamado coto de San Xoán de Silva de Ribeiras de Lea, cuando ya pertenece a Castro de Rei, pero dentro de su primer año de vida se traslada a la casa capitalina de sus padres, en la calle San Marcos, donde sucede el hallazgo y donde su padre se establece como comerciante, tras volver de Cuba con un capital considerable.

Entre los años 1891 y 1893 estudia Teología como alumno externo del Seminario de San Lourenzo, pero lo abandona, probablemente, por problemas de salud. Estudia a continuación en la Escuela de Artes y Oficios, y se supone que es allí donde entra en contacto con el catedrático Sotero Bolado Alonso, hombre picado ya por el gusanillo de la fotografía, a cuyo influjo se atribuye la dedicación de Salvador Castro Freire y del propio Maximino a la nueva técnica artística.

A ese disfrute le lleva su gusto por el dibujo y la pintura, que si bien no tiene tiempo a desarrollar, sí sabemos que le permite ser autor de los telones de la capilla del Carmen que se inauguran antes de dejar el Seminario, en 1892. Religiosidad y arte que prologan la actividad fotográfica, por la que finalmente será hoy reconocido.

En efecto, los últimos años de su corta vida truncada por la tuberculosis antes de llegar a los 25, le servirán para realizar esas 400 placas encontradas por su pariente casi un siglo después. Paisajes, obras públicas, ambientes campesinos y escenarios gallegos, desfiles, ferias, calles, y retratos de lucenses, vivos o ya fallecidos.

También se preocupa de estar con su cajón oscuro en algunos acontecimientos, como la entrada en Lugo del obispo Benito Murúa (1894), el embarque del Regimiento Luzón hacia Cuba (1896), la Exposición Regional lucense (1896) y la Peregrinación Obrera a Roma, con la que acude en 1894.

El descubrimiento efectuado por Julio Reboredo tiene tres consecuencias reseñables. La edición del libro “Maximino Reboredo. Fotografías. 1892/1899”, la exposición a la que se liga, organizada en 2003, por la Fundación Caixa Galicia, y el libro “El retrato y la muerte”, (La tradición de la fotografía post mortem en España), de la doctora en Historia del Arte, Virginia de la Cruz Lichet, donde figuran 185 instantáneas de difuntos, entre ellas, los recogidos por Maximino y por el redactor de El Progreso, José Luis Vega, a quien Virginia atribuye ser los más modernos de toda España. En este caso, el mérito radica en la modernidad, más que en la antigüedad.

La única civil en la guerra de Marruecos

Jueves, 27 de Junio, 2019

Hace 110 años, la lucense Concha Prieto atraviesa la península tras los pasos de marido, soldado en África

APENAS SE SABE la aventura que corre durante una semana de su vida, hace ahora 110 años, pero es tiempo suficiente para que Concepción Prieto (Lugo, 1890) pudiese protagonizar una película de amor arrebatado.

Antes de cumplir los dieciocho su familia se traslada a Vigo, donde conoce a José, un reservista del que se enamora como una descosida, es decir, mucho; y se casan.

Pero el hombre debe incorporarse a división Sotomayor, un contingente de 11.000 hombres que ha de desembarcar en Melilla el 30 de septiembre de 1909.

Cuando José recibe esa orden, Concha decide no ser una más de las miles que durante meses suspiran por la vuelta de sus maridos. Ella no. Se vestirá de soldado y sin decir nada a nadie, viajará con él a donde sea.

A su cabeza acude una imagen insoportable. José es herido en el campo de batalla y ella no está a su lado. Imposible. Entonces se corta el pelo y pone en marcha su plan. Su marido la descubre y se lo prohíbe. Discuten y finalmente accede a quedarse. Pasan sus últimas horas en Galicia juntos y armoniosos. Cuando llega el momento de la triste despedida, Concha cumple a la perfección su papel de resignada esposa que llora en la estación del tren.

Sin embargo llega a su casa, enjuga las falsas lágrimas del adiós, reúne el poco dinero que tiene y pide prestadas otras perras a sus amistades.

_ ¿Qué vas a hacer?

_ Luchar por la vida, que es lo que me corresponde _ les dice.

Horas después de que José suba al convoy militar que lo lleva a Madrid, Concha se pone en marcha para seguirlo. La primera etapa la lleva de Vigo a Astorga, vaya usted a saber de qué forma y manera. En la capital de la mantecada se queda sin dinero, pero “gracias a mil ingeniosos ardides”, avanza hasta León y llega a Madrid.

Allí está todavía José, cuya sorpresa, alegría y enfado al verla, todos en uno, son épicos. Seguramente ella pensó que viéndola allí, el ejército se apiadaría de su situación y le permitiría realizar el tramo Madrid-Málaga al lado de su queridísimo José, pero en los cálculos militares ese supuesto no existe.

Como es una especialista en disimulos, Concha cede y solo pide que le dejen dar el último abrazo a su Pepe. Deseo concedido. Sube al tren, se lo da, se hace con una manta y busca en una carrera el vagón de las mulas. Se mete entre ellas, se cubre con la manta y se queda quieta hasta que el tren parte.

En esos minutos de espera, un oficial abre la puerta del furgón, ve el bulto y le dice al soldado que le acompaña: “Vamos, que llevamos patatas.” Ha superado todas las pruebas y ese 8-IX-1909 viaja hacia Málaga a pocos metros de su marido. Para su desgracia, el tren ha de parar en varias ocasiones y en una de ellas, al comprobar el estado de los cuadrúpedos, un militar la descubre, pero el oficial del tren, ante todas las opciones que tiene, elige la más favorable a sus intereses, pues permitirá que continúe el viaje hasta la estación andaluza.

Allí vuelve a verse con José hasta que los embarcan con destino a Melilla el 14 de septiembre. El hombre trata de convencerla para que vuelva a Vigo, pero se niega y solicita, sin éxito, ir en el mismo barco.

En Melilla los soldados son recibidos por disparos que por fortuna solo hieren a dos mulos, los compañeros de viaje de Concha. Luego, ya en tierra, los gallegos levantan la moral de la tropa haciendo sonar las gaitas que llevan consigo.

El caso comienza a ser conocido por un periodista del Diario Malagueño al que se lo relata. Le dice que al llegar, un hombre quiere que lo acompañe, pero en el camino se les cruza Rosa Casola Ruíz, vecina de Lagunillas, que al verla con el personaje, le advierte de su catadura y se ofrece para acogerla.

Pasan unos días hasta que José Paradela, oficial de Correos de Málaga, facilita a Concha el viaje a bordo de Ciudad de Mahón con destino a Melilla, donde ella puede estar cerca de Pepe. Ella le comenta al periodista:

_ Mi José no estará solo. Si cae herido, yo lo cuidaré. Si lo matan, morirá en mis brazos. ¡Y ya verán los moros de lo que es capaz Concha Prieto como me maten a mi José!

Y ahí acaban las noticias sobre la mujer soldado.

Ramis, más gamberro que Zipi y Zape

Miércoles, 26 de Junio, 2019

El dibujante de Chantada es autor, negro, continuador o versionista de lo que haga falta en el mundo del cómic

VINO HECHO PARA pintar monos. No confundir con ser un pintamonas. Desde que llega a Barcelona en 1967, Juan Carlos Ramis (Chantada, 1962) se dedica a copiar los personajes de Escobar e Ibáñez. ¿Quién le iba a decir la relación que llegará a tener con ambos?

“Yo era el típico estudiante que tenía mi pupitre lleno de dibujitos, el que cuando había una celebración o algo similar en la escuela hacía el guión o ideaba cómo sería la actuación teatral etc.” Pero mantiene una extraña relación con el cómic. Ni los lee, ni los colecciona, y en casa solo tiene los suyos que no ha destruido.

Ramis es un trabajador a destajo. Siempre lo fue y aunque se le junte la noche con el día, no habrá ningún encargo sin cumplir en el plazo prometido. Como profesional se estrena en Lecturas o El Papus, bien el 1978 o 79, es decir, cuando tiene la tierna edad de 16 o 17 años. Luego se cuela en revistas de humor erótico y crea un personaje que no parece tener contención, Dirty Pig. Es para la editorial Norma en la revista A Tope. “Ahí yo daba rienda suelta a todas las desviaciones que tenía en mi cabeza”.

En Humor a Tope hay unos Ramis muy reconocibles que tienen mucho éxito. La revista es también de Norma Editorial, donde se encuentra cuando una tarde nevada de 1986 _ como para no acordarse siendo Barcelona _, alguien lee en un periódico que en la calle Rocafort se buscan dibujantes para revistas infantiles.

Es Ediciones B y hacia allá se va Ramis con una carpeta de dibujos subidos de tono, el muy bestia. Son los que tiene a mano por su trabajo en Norma y claro, en absoluto parecidos a los que allí necesitan. Pero gusta y le encargan un personaje que encaje al lector infantil. Tiene que reciclarse. Adiós a las tetas.

Nace entonces Sporty, un chico obsesionado con el deporte. También aparecen Alfalfo Romeo, Doctor Burillo, Estrellito Castro, los Xunguis, con su amigo Cera, y secciones, y chistes… una gran producción.

Con Estrellito Castro le sale el ramalazo gallego. Es un muchacho que viaja por mundos desconocidos a modo de moderno emigrante y armado con una pistola espacial de la que puede salir cualquier cosa. Su autor reconoce influencias de Mortadelo, que se disfraza en cada momento de lo que le da la gana.

El día de San Froilán del año 2000 _ seis años después de la muerte de Josep Escobar, el creador de Petra, criada para todo, Don Óptimo o Carpanta _, se anuncia que Juan Carlos Ramis y Joaquín Cera son los autores de nuevas aventuras de los gemelos Zipi y Zape, en la línea consolidada por su creador, pero con novedades, como que los dos hermanos son entusiastas usuarios de ordenadores y febriles consumidores de videojuegos. Ediciones B, dueña de los fondos de la desaparecida Bruguera, acuerda con la familia Escobar esta resurrección. “El objetivo es contentar a los de toda la vida y enganchar a los chavales de ahora”. Doña Jaimita, la madre, se ha incorporado al mundo laboral y Don Pantuflo, el padre, ya nos les dirá que se presenten “ante su paternidad”. Cada dos meses aparecerá un nuevo álbum.

Sin embargo la idea no funciona. Ramis lo explica por dos motivos: “Los chavales jóvenes no sabían quiénes eran Zipi y Zape y los lectores mayores lo consideraron una cosa rara. A ellos les gustaba el auténtico”. De estos nuevos hermanos gemelos se publican cinco tomos de 48 páginas cada uno.

Tras esa experiencia, escribe guiones de animación, hace de negro de Ibáñez, y trabaja por las tardes en una empresa de licencias. “No tengo mucho tiempo para más”.

Parga Sanjurjo, el jurista que creía en leyendas

Martes, 25 de Junio, 2019

La doncella de la cueva de Viveiro baja hoy al acantilado para peinarse hasta el año que viene

A ESTAS HORAS del 24 de junio ya habrá atusado su rubia cabellera la doncella de la cueva que vive bajo el encantamiento del rey moro y que al alba desciende al acantilado con su peine de oro para darle volumen hasta el próximo año.

Es la cueva existente entre las puntas Insua y Cabalo, al sureste de la playa de Abrela, que algunos hacen de O Vicedo, pero que siguen siendo tierras de Viveiro, precisamente hasta que acaba ese arenal, si no me fallan las coordenadas.

El personaje de hoy, José Antonio Parga Sanjurjo (Vegadeo, 1841), cronista de la provincia e hijo adoptivo de aquella ría, escribe la novela La cueva de la Doncella y la publica entre 1887 y 1889 como folletón de la revista Galicia, la de Martínez Salazar, hasta que ya en 2012, la asociación cultural Estabañón la recoge íntegra en un volumen.

Allí están todos los elementos mágico-legendarios del San Xoán: cueva, doncella, peine de oro, alba, mouro, mar y piedra. Y para que la leyenda arraigue, se inventa una nueva para decir que todo es una paparrucha creada por los piratas y así alejar a los curiosos, pues en la cueva guardan sus botines. Imposible. Nunca se ha visto un pirata tan versado en etnografía sanjuanera, ni cueva tan abierta para esconder tesoros.

Como polígrafo que es, Parga aborda géneros diversos. Se hace biógrafo para hablar de personajes de Viveiro como María Sarmiento de Rivadeneira, Trelles Noguerol, Cociña, o Nicomedes Pastor. También repasa la vida de Castro Bolaño y de Lamas Carvajal, a quien por cierto sustituye como miembro de número en la Real Academia Gallega. En ese acto (28-X-1907), habla sobre La poesía en gallego y le contesta Murguía.

Ejerce de historiador para el Boletín de la Academia y redacta otros textos más técnicos, como el Juicio crítico del informe sobre crédito agrícola que emitió la Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago, o Galicia y las industrias extractivas.

A todo ello hay que añadir los trabajos propios de su profesión de jurista. En Santiago es fiscal de la Audiencia de lo Criminal y fiscal también en Mondoñedo, Ourense, Palencia, Lugo, Madrid y Burgos, donde se jubila. De la Audiencia madrileña es fiscal honorario y de la Sociedad Económica de Santiago, socio de Mérito.

Durante los meses anteriores a la Exposición Regional de Lugo en 1896, Parga y Varela Lenzano son comisionados para estudiar cómo se organizan otras muestras similares y no meter la pata.

En 1888 es víctima de un síncope en plena Rúa Nova de Santiago, donde se desploma cuando pasea con su amigo Núñez Forcelledo. Por fortuna, tras ellos marcha el doctor Caldolas que hace traer unas medicinas de la botica más próxima _ ¿Bescansa? _, y se recupera.

La prensa critica que una persona indiscreta se haya acercado al domicilio del señor Parga para avisar del percance a su mujer, Dolores Acevedo Caballero, y ésta se presente in situ con la alarma consiguiente cuando su marido aún no se ha recuperado. En fin, otros criticarían no dar aviso.

Achacan lo ocurrido a que Parga examina las obras presentadas a los inmediatos Juegos Florales de Pontevedra, de los que es jurado, inmediatamente después de comer, sin descansar, lo que nos lleva a pensar que los candidatos no solo son muy malos, sino también dañinos.

Parga sobrevive el percance 29 años más (Viveiro, 18-X-1917). Por el contrario, en 1895 debe enterrar a su hijo José Parga Acevedo, abogado de 28 años que fallece en la ciudad del Landro, cerca de la cueva de la doncella.

Los Refojo, en remedio del saqueo francés

Lunes, 24 de Junio, 2019

En Corpus de 1917 se inaugura el nuevo altar de la catedral, deteriorado desde la invasión napoleónica

HOY ES DÍA grande en Lugo, el más grande, si a espíritu, historia y valimientos nos referimos, por muchos pulpos en caldero o romanos en formación que compitan en grandeza. La Ofrenda del Reino de Galicia al Santísimo, en domingo posterior al Corpus es privilegio único desde el siglo XVII. Y desde 1925, por medio de uno de los siete alcaldes de las ciudades históricas en exacta rotación, sólo interrumpida cuando en dos de ellas mandan sendos merluzos de cuya memoria apenas quedan las raspas.

Y por hablar de alguien colateral a la efeméride se nos vino a la mente hacerlo de José Antonio Refojo Díaz, que con su hija Noelia Refojo Franco son los continuadores de la saga de plateros que inicia en la sacramentada ciudad José Refojo Blanco, allá por el año de 1903, cuando debe cumplir aquí el servicio militar.

Viendo Refojo que salvo Mateo Manso, nadie en la ciudad es diestro en platerías, y viniendo él ya fogueado de Compostela, acaba con el ejército y abre tienda en la Praza Maior, para ir luego a Progreso, San Pedro y ahora nuevamente a Progreso, en su versión de galería comercial compartida con Santo Domingo.

Casa con María Freire Rodríguez y entre sus primeros trabajos de renombre, Refojo construye la batuta de ébano coronada de lira para el director de la banda de San Fernando, Román San José. Hasta 16 operarios se reúnen todos los días en su obradoiro, lo cual prueba la pujanza del negocio, mientras su hermano Daniel se bate el cobre, o la plata, entre relojes de Buenos Aires.

Continúan la labor de orfebres sus hijos mayores, José, Luis y Santiago Refojo Freire, cuya labor es recogida en un detallado trabajo por el historiador Francisco-Xabier Louzao Martínez, que lo publica en la revista Estudios de Platería de la Universidad murciana.

En él se habla, por ejemplo, de los pesarios vaginales que a imagen y semejanza de los modernos DIU, se utilizan antaño como dispositivos anticonceptivos y que se encargan a los orfebres para ser realizados en plata u oro, por ser metales inertes que no causarán infecciones en su lugar de destino, como hacen los actuales en material plástico.

Pero la labor más destacada de los Refojo es la de ejercer como plateros de la catedral. Su primer trabajo es significativo, pues consiste en colaborar el año 1906 con Mateo Manso en la modificación de la custodia que regala el arzobispo Sáenz de Buruaga.

Se trata de colocar en ella las rosas de brillantes donadas por Ramona González Neira, llamada la carlista de Sarria. Es un trabajo delicado que se realiza bajo la atenta mirada del obispo Murúa.

Otra huella catedralicia de los Refojo son las gradas del altar mayor, sustitutas de las que el francés destroza un siglo antes.

En este caso, la reparación es posible gracias a la intervención de otra dama, Ignacia Vázquez Queipo, gran favorecedora de la basílica. La obra se inaugura durante las fiestas del Corpus de 1917, es decir que hace dos años se cumple su centenario en días como los actuales.

Son, como todo lucense sabe, los cuatro escalones decrecientes, con las cornisas superiores voladas y con medallones de los cuatro evangelistas tetramóficos, así como variado simbolismo eucarístico alusivo.

Hoy Refojo trabaja con laser. Suyos son el broche, gemelos y pasador que reciben los duques de Lugo en su primera visita, así como la medalla y cadena de Victoria Federica y una reproducción de la muralla, también para ellos, cuando lo de Patrimonio de la Humanidad.

Bal y Gay, el nacimiento del oído absoluto

Lunes, 24 de Junio, 2019

Hace 114 años nace en Lugo el compositor y musicólogo

BAL Y GAY (Lugo, 1905), nace el 23 de junio. En su centenario reunimos para un reportaje las voces de su sobrina, Mercedes Bal; su sobrino nieto, también compositor y biógrafo, Javier Arias Bal y el propio músico a través de entrevista grabada por Francisco Rivera Cela (1974) con destino a su libro Lucenses. Esto dijeron sobre los primeros años del músico.

Jesús Bal y Gay.- Nací frente a la Puerta de la Estación. Yo soy lucense por los cuatro costados, mis padres y mis abuelos maternos y paternos eran lucenses, y en Lugo fui educado y formado hasta que vinieron los estudios superiores. Hasta los 17 años yo he sido un producto exclusivamente lucense.

Mercedes Bal: Mi abuelo, un niño que a los 14 años emigra a Cuba desde San Esteban de Uriz (Begonte), iba despidiéndose de todo: “adeus carballeiras, adeus toxos… nunca máis vos volverei ver”. Pero también dice: “Volverei para casar coa filla de Gay”. Gay era el rico del lugar. Si él tenía 14 años, ella tendría unos ocho. No creo que estuviera enamorado de una niña de 8 años, pero lo dijo y en el año 1893 vuelve de Cuba. Concha Gay Núñez está soltera y se casan. Algo de película.

JByG.- A mi hermana se le antojó estudiar música y entonces mi padre compró un piano y fue a darle lecciones doña Mercedes Cornide _ sus verdaderos apellidos eran Lorenzo López _. Yo andaba por allí atisbando lo que hacía mi hermana y lo que le explicaba doña Mercedes, y un día la profesora dice: “A este chico parece que le interesa mucho esto, a ver, tú…” Y me hace unas preguntas que yo sé por lo que le había explicado a mi hermana. Ella les dice a mis padres que debía estudiar música. Y así empecé. MB.- La niña solo tocaba el vals del Gato y el ratón, de Schumann, y se aburría, por lo que dijo doña Mercedes que quien tiene que recibir clases de música es el niño.

Javier Arias Bal.- Tenía un don que se llama oído absoluto. Quien lo tiene entra sin dificultades en el mundo de la música. (Fundamentalmente, quien posee oído absoluto puede identificar las notas y la tonalidad de una determinada pieza musical, entonarlas de una en una sin necesidad de referencias; identificar qué notas son los sonidos cotidianos, y reproducir en un instrumento una canción desconocida con solo oírla una vez y sin necesidad de leerla en una partitura).

JByG.- Yo estudié siempre con profesora particular. Cuando doña Mercedes Cornide se casó, nos recomendó ella misma a una discípula suya, doña María de la Mota, y con ella seguí ya toda la carrera. Luego con Adolfo Parga, también en casa, y finalmente, a la hora de ingresar en el instituto, fui a la Academia de los Ojos Grandes, que dirigía don Modesto Gallego, en Ruanova, 19, en la casa del doctor Lomas. Finalmente, la armonía y el contrapunto los estudio con el músico mayor del Regimiento de Zamora destacado en Lugo, don Cándido Sanz, que era discípulo de Bartolomé Pérez Casas, director de la Filarmónica de Madrid.

MB.- Recuerdo a Mercedes Pimentel, la hermana de los Pimentel, traduciendo del alemán alguna poesía en la sala de casa. Recuerdo a Eduardo Rodríguez, a Segundo Pardo Gil, a los Pimentel, a Pepe Gayoso, que lo quería mucho, a Juan Rof Carballo…

JAB.- Tuvo que tomar una determinación, optar por la música o por la literatura. Él dice que se podó la poesía.

JByG.- Estudio aquí la carrera de música, pero voy a examinarme al Conservatorio de Madrid. De modo que siempre fui por libre. Mi padre consideraba que la carrera de música no era seria y pensé en estudiar otra cosa. Me decidí por la Medicina.

Cornide, entre traineras, esgrima y fútbol

Lunes, 24 de Junio, 2019

El monfortino es la pieza que siempre encaja bien cuando se trata de formar una junta directiva

POCO LE PRECUPA a Luis Cornide Quiroga (Monforte de Lemos, 1884) que en aquellos lances de 1906 se esté ganando el título de “primer presidente histórico” del futuro Deportivo, por ser fechas que coinciden con las de otro episodio donde se juega los garbanzos; esto es, su nombramiento como secretario de Sala de la Audiencia Territorial de A Coruña, cargo que obtiene, pero contra el que se enfrenta, con demanda al Contencioso y todo, su rival y colega jurista, Alejandro Pardo Laborde.

Finalmente el Tribunal de lo Contencioso desestima la demanda de Pardo y el monfortino se queda con la presidencia del Club Deportivo de la Sala Calvet, que así se llamó aquel embrión del Súper Dépor, y con la secretaría, que ocupaba hasta entonces Ruperto Lafuente.

Ambos frentes demuestran a banderas desplegadas que Cornide luce ya un coruñesismo de cepa y cuño, pues al Dépor y a la Audiencia hay que sumarle una secretaría de la Liga de Amigos de La Coruña, que en esos años lleva la L sí o sí.

En realidad a Cornide nadie le discute su carácter de líder allá donde vaya, pues mientras se resuelve la demanda de Pardo, la prensa airea, como cosa propia y ajustada a ley, que el jurista tiene todo el derecho del mundo a ser secretario. Así lo publica el Diario de Pontevedra, que se edita lejos de la ciudad donde se dirime la cuestión, pero que al fin y a la postre, da lo mismo.

Por su honradez bigotuda y su acrisolada frente, Cornide está también en la presidencia de las Tunas de Santiago, poco más o menos cuando Pérez Lugín toma notas y tipos para su Casa de la Troya. Con las bandurrias va a Pontevedra y de ahí que se le conozca cerca del Lérez.

“Cornide es un esclavo de los libros y del continuo discurrir _ dice el plumilla pontevedrés _. Tiene tanto corazón como cabeza. Su palabra nerviosa, viril, tempestuosa, le proporciona constantes triunfos en el foro”. Y fuera de él, añadimos nosotros.

La Sala Calvet es durante esos años un gimnasio para la práctica de diversos ejercicios, especialmente por parte de militares. Allí hacen esgrima, tenis, halterofilia y forman equipos de remo para las regatas de traineras que organiza precisamente la Liga de Amigos. Bueno, pues Cornide está en todos los fregados porque es de natural dado a la vida societaria y porque exhala una confianza que todos perciben beneficiosa para sus juntas directivas.

Es más. No solo está en las directivas de los clubs, sino que también es árbitro jurado para dirimir las llegadas de las embarcaciones, por ejemplo.

La Sala, que está presidida en los años anteriores por el esgrimista Federico Fernández Amor Calvet, participa en el Campeonato Nacional y obtiene una mención para la especialidad de sable. Pero el fútbol empuja y de su avance en todos los órdenes da prueba la aparición del Club Deportivo de la Sala Calvet, con su flamante equipo de este nuevo deporte que preside Luis Cornide Quiroga.

La rivalidad con Vigo surge ya en el minuto cero, pues apenas existe la sección, la Calvet, o el Dépor, es invitada al amistoso con el que se inaugura el campo del Fortuna en aquella ciudad de la Oliva.

Para disputar el primer campeonato gallego de este deporte se apuntan los dos equipos ya citados, el Pontevedra Sporting Club, el Club Coruña, el María Pita Foot Ball Club, el Santiago y el Vigo Foot Ball Club,

Años después sufre la depuración política del nuevo régimen y es condenado a 12 años de cárcel, aunque solo cumple uno en El Dueso antes de morir en 1946.

Pillado, a la vanguardia en jabones

Domingo, 23 de Junio, 2019

Hace un siglo se creía que las ciudades modernas debían fabricar de todo

MUCHOS LUCENSES SE preguntan quién habrá sido la mujer a la que se le dedica un hermoso caserón con jardín delantero que hoy sigue luciendo en su frontispicio el nombre de Villa Emma.

Esa mujer fue Emma Cazenave Prieto, primera esposa de Hipólito Pillado Legaspi (Pol, 1862), un pujante industrial que destaca entre sus compañeros de estudios. Es hijo de Antonio Pillado y de María Manuela Legaspi y Ocampo, fallecida en Santa María de Fraialde (Pol) el año 1917. Tiene seis hermanos, José Ramón, Constantino, Modesto, Vicenta y Flora. En 1884, cuando apenas sobrepasa la veintena, se marcha a Uruguay para hacer las Américas. Permanecerá en Montevideo catorce años.

Cuando en 1898 regresa a Lugo su primera casa será el 17 de San Marcos, hasta el traslado a esta Villa Emma de la Ronda de Castilla que don Hipólito dedica a su esposa, como el médico Pedro Gasalla hace lo propio con la suya, gemela y adosada a ella, a la que llama Villa Ángela.

Pero la enamorada pareja se va a mantener unida muy poco tiempo, ya que el 24 de septiembre de 1909, finalizando el veraneo en Covas (Viveiro), doña Emma fallece, dejando madre, esposo y un hijo, Raimundo, que apenas tiene 9 años.

La desgracia para Villa Emma se culmina seis años más tarde, cuando Raimundito muere también de forma prematura. Poco después, ese mismo año de 1915, contrae segundas nupcias en Betanzos con Marcelina Díaz Regueira, que le dará su segundo vástago, también de nombre Raimundo en recuerdo del primero. Raimundo Pillado Díaz será un conocido farmacéutico con despacho abierto frente a la Porta de Santiago, cuya viuda acaba de fallecer.

La tarde del domingo 20 de abril de 1902 había inaugurado su fábrica de jabones La Campana, levantada en el lugar de Friás, al lado de la estación del tren.

Los cronistas alaban los vanguardistas procedimientos elegidos. Es la época en la que todavía no se intuye la globalización y se cree que el futuro de las grandes ciudades radica en fabricar casi todo en ellas, desde jabones hasta medicinas. Y estuvo bien, mientras duró.

Los aceites, la sosa y el resto de productos son los mejores del mercado. Fabrica jabones de cinco calidades y ocho tipos, con ventaja sobre los de Castilla en la gama alta, y sobre los de Sevilla, entre los económicos. Ese día ya dispone de toneladas de jabón. De hecho, a mitad de jornada ha despachado doce quintales al por mayor. Así las cosas, en octubre se ve en la necesidad de ensanchar la fábrica y aumentar las calderas.

Un equipo de comisionistas distribuye el jabón por Galicia y al frente de la fábrica ha nombrado a un experimentado director de Madrid, Luis García. Al jabón une la marca Santa Rita, de chocolate.

Después de visitar las bien ordenadas dependencias de La Campana, los presentes son obsequiados con un lunch de Champagne y habanos servido por el Méndez Núñez que satisface cualquier expectativa.

Tres años después, Pillado, Laureano Tato, Antonio Correa, Pedro Gasalla y Álvarez de Mendoza fundan El Porvenir eléctrico, Sociedad Anónima de Energía Eléctrica, Calefacción y Fuerza Motriz, para llevar “a Lugo, Sarria y otros pueblos inmediatos”. Y en 1920 solicita trasladar La Campana al nuevo edificio del paso a nivel de la estación del ferrocarril.

Hacia 1931 ocupa una concejalía en el Ayuntamiento de Lugo y en 1933 preside el Partido Republicano Conservador, dentro de la Derecha Liberal. El mayor logro de esta etapa es haber conseguido el hormigón para la Porta de San Fernando. Siempre alrededor de la muralla.

Bolado, el andarín arúspice que no regresó

Viernes, 21 de Junio, 2019

El 20 de junio de 1923 comienza un recorrido del que se pierde la pista año y medio después

SOTERO BOLADO ALONSO es director del Instituto de Lugo, donde muere tísico con 36 años. Había pedido el traslado a Málaga en busca de un clima más benigno, pero la medida no se produce. Sotero despliega una gran actividad en torno a la fotografía. Siendo vecino de la calle de San Pedro, 23, no es arriesgado imaginarlo de charla con Salvador Castro Freire y con Maximino Reboredo Blanco, pioneros de esta técnica.

Su viuda, Atanasia Sánchez, y sus cinco hijos quedan en una situación económica complicada. El mayor es Alejandro Bolado Sánchez (1888), de seis años, Con 23 lo encontramos como guardia de Seguridad en Ourense y A Coruña, pero en 1915 protagoniza un escándalo en un prostíbulo. Anda dando tumbos y en 1916 intenta suicidarse con unas pastillas de sublimado. Dice que se halla en estado de indigencia y no tiene otra salida, pero le salvan la vida.

Pasa cinco días en el hospital, y de nuevo lo devuelven al mundo. A Alejandro se le pierde la pista hasta 1923, cuando lo reencontramos convertido en un auténtico globe-trotter, que entonces es la denominación más usual para definir a los andarines. Tal día como hoy, el 20 de junio de 1923, cuando ronda los 35 de edad, sale de Lugo con quien la prensa dice que es su hermano Eduardo de 21 años, aunque es un sobrino que vive en Salamanca

Impelidos por la aventura, la necesidad o una combinación de ambas, el tío convence al sobrino para echarse al mundo y éste se acerca a Lugo en los días previos para iniciar juntos una aventura sin visos de un punto y final.

Los Bolado se proponen emplear veinte años en dar la más extraña vuelta al mundo que jamás se hubiera emprendido. Alejandro y su sobrino van a Coruña, Ferrol, Santiago y el 7 de julio llegan a Pontevedra. La prensa se hace eco del acontecimiento y habla de dos simpáticos muchachos _ “pédibus andando” _, “que llevan el decidido propósito de dar un paseito alrededor del mundo, a pie y sin dinero; audaz empresa en la cual piensan invertir veinte años”.

Aunque solo llevan 17 días de caminata, en Pontevedra aseguran que ya están en las carreteras desde hace un mes, una cuenta que quizás hacen ellos mismos para darse algo más de importancia. “La del alba sería cuando los dos audaces y desenfadados muchachos salieron, hace un mes, de la histórica ciudad de las murallas, dispuestos a poner en práctica su idea, escogiendo su itinerario por el método que emplearon en sus juegos los viejos arúspices”.

Si Alejandro se propone ser fiel imitador de este tipo de adivinos, hemos de imaginarlo realizando todas las mañanas el sacrificio de un animal, para intentar leer luego en el aspecto de sus entrañas la ruta que debe seguir las veinticuatro horas siguientes. Fijándonos en el mapa adjunto, donde se recogen los movimientos de los Bolados durante 1923 y 1924, bien se puede concluir que el arúspice Alejandro no parece leer con coherencia el mensaje de los dioses. O sí, y somos nosotros quienes no sabemos nada de sus designios, porque a veces las entrañas de las aves son confusas.

Por el reflejo que deja su paso en la prensa de las ciudades visitadas sabemos la velocidad a la que se mueven. Así tenemos constancia de que el 9 de julio llegan a Vigo. Y luego Badajoz, Sevilla, Cádiz y Málaga. Planea atravesar el Sáhara, pero Alejandro, ya en solitario, vuelve hacia el norte. Lo reencontramos en Ourense y Santander.

Quiere ir a Francia, pero su pista se pierde el 12 de noviembre de 1924. Ojalá haya llegado muy lejos.

Hipercor, el asesino vive en casa

Jueves, 20 de Junio, 2019

El 19 de junio de 1987, ETA causa una matanza de la que ella misma se avergüenza

FUE El 19 de junio de 1987 y adoptó las formas de un bombazo a la cara de todos los españoles, aunque claro, quienes sufren en su piel los efectos devastadores de la bola de fuego que sube desde el aparcamiento del centro barcelonés de Hipercor, solo son los que están allí. Unos ciudadanos a los que otros compatriotas han decido aniquilar calcinándolos para dar cumplimiento a una política criminal y absurda, parida por mentes enfermizas.

Hoy, cuando se cumplen 32 años del múltiple asesinato _ atentado es un concepto condescendiente y cobarde para definir lo que allí ocurrió _, existen dirigentes políticos que basan su estrategia para alcanzar o mantener el poder en la colaboración con los promotores de esas matanzas.

Son los mismos que maquinan para limpiarles el expediente, o se sientan a desayunar con ellos más a gusto que lo harían con los familiares de sus víctimas. Y lo que es peor, reciben los votos de una inconsciente mayoría de españoles que les permiten encarar la gobernación como si no estuviesen chupando el rabo de Satanás en cada bocanada de aire que respiran, así les suba por la garganta la misma bola de fuego que aquel día ascendió desde el garaje de la avenida Meridiana para llevarse 21 vidas y dejar otras 45 con una herida indeleble.

Habíamos avisado por teléfono, dicen personajes tan sospechosos de no pertenecer a la raza humana como los miembros de aquel Comando Barcelona, Josefa Ernaga, Domingo Troitiño y Rafael Caride Simón.

Habíamos avisado de que el diablo estaba fuera del infierno dispuesto a sembrar el terror a manos llenas. ¿Y qué? ¿De qué les exime eso?

Una de las 21 víctimas que hoy observan cara a cara a los traidores, estén donde estén, es María Emilia Eyré Diéguez de Temes (Chantada, 1943), unos apellidos fáciles de identificar con la zona sur de la provincia lucense.

Tiene en ese momento 44 años y aunque desde niña vive en Barcelona, se ha casado muy jovencita en la capilla de la Casa de Riopedroso, solar de los Eyré, con Rodrigo Galicia Álvarez, que será uno de los 45 heridos ocasionados por la barbarie.

En la boda que se celebra en Chantada actúan como padrinos su padre, Antonio Eyré Lamas, y la madre del novio, Asunción Álvarez González. Ella es sobrina de Emilio Francisco Eyré Lamas, el promotor del templo de Nuestra Señora de Fátima en Centulle.

En la fatídica fecha acude con su marido y su único hijo al centro Hipercor. Este último decide esperarlos en un local próximo al centro comercial, aburrido por el ceremonial de las compras, lo que le salva de verse en medio de la mortífera llamarada que idea ETA, para castigar algo que ellos son incapaces de crear, puestos de trabajo.

Se elige napalm por primera vez. Es decir, un explosivo directamente destinado a causar el mayor daño posible entre las víctimas. Suman una carga de 200 kilos, 30 de los cuales son amonal, 25 de napalm, gasolina y escamas de jabón, todos ellos depositados en el maletero de un Ford Sierra. No es que haya asesinatos inocentes y otros culposos, pero cuando reúnes en un vehículo este cocktail, has eliminado cualquier opción a decir que no pretendes hacer el daño causado, como así tuvimos la desvergüenza de escuchar durante años.

En 2018, ETA escribe en Zutabe que Hipercor fue su mayor error y desgracia. Una nueva mentira. Si algo fue error _ ellos sabrán en qué se equivocan _, no les exime de criminalidad. Si fue desgracia _ y no lo dudamos _, siempre estuvo en sus manos haberla evitado.