Archivo de Noviembre, 2013

Antisistema

Sábado, 30 de Noviembre, 2013

Antisistema en horas de trabajo

No es que España necesite una ley de Educación, necesita varias docenas. La de Wert, la de Leer y la de Pensar. Todas al mismo tiempo y todas de cumplimiento obligatorio.

Ya no es por mejorar puestos en el Informe PISA, que ése se nos ha escapado de por vida y no va a haber legislador que lo recupere en los próximos decenios. No, la necesidad que sentimos ahora es mucho más modesta en sus objetivos. Bastaría que la grey escolarizada no ladrase por las calles, que el jefe de la oposición pudiese dar una conferencia en la universidad de Granada y que los asesinos no fueran recibidos con pompa y pirotecnia. Claro, también haría falta que no los soltasen, pero todo va por el mismo listón.

Éste es un país de traca que consume la historia cambiando el nombre de sus calles como si fuesen calcetines con tomates. Le basta ese ejercicio para creerse que pinta algo en el mundo cuando ni siquiera sabe cuáles son sus fronteras, ni si está legitimado para decir que tiene un idioma oficial en todas sus tierras. Un país para comérselo, decía una serie de televisión. Sí, para comérselo y hacer otro.

La última moda es creer que como no nos salen las cuentas de la plaza, todos estamos autorizados para montar unos pifostios de toma pan y moja. Tomar el Congreso y mojarle la oreja a Rubalcaba. Son los antisistema, dicen. Pero ¿para qué coño necesitamos nosotros antisistemas? si no hay sociedad más antisistema que la nuestra, que por no tener, ni letra tiene su himno; así que en vez de cantarse, se tararea.

Anda que es una acción de mérito no dejar que hable Rubalcaba en la Universidad de Granada. El mérito sería que la Universidad de Granada estuviese en esa lista de prestigio donde nunca estamos.

¿Antisistema? Tú lo que eres es de aquí.

La calle es mía

Viernes, 29 de Noviembre, 2013

Avenida con fecha de caducidad

La República cambió las dedicatorias de las calles. Franco también y desde que desaparece el anterior jefe del Estado, vuelve a hacerse en tandas sucesivas. No es un acto de justicia, es una manifestación del poder; de modo que el único requisito para llevarlo a cabo es que al poder se le antoje hacerlo.

Las excusas, justificaciones o fundamentados razonamientos son los que en cada momento se consideren oportunos. A la República no le gusta que una de las principales calles de Lugo homenajee a una Reina y le pone Libertad, como si Isabel II no hubiese entrado por ella camino del Obispado. Antes lo había sido del coronel Joaquín Cayuela y más adelante se galleguizó a Raíña, lo cual parece que contenta a todos. Segundo Pardo Gil, con consulta abierta en ella, no se fía de que la gente esté al tanto del albur político y durante los años republicanos se anuncia diciendo que atiende en la “calle Libertad (antes Reina)”.

Ahora amenazan con otro ejercicio de poder allí donde el poder es más fácil de ejercerse. Ojalá se viese con más frecuencia en otros asuntos de verdadera influencia en la ciudadanía.

Poco importa que Ramón Ferreiro haya sido uno de los artífices de la pomposamente llamada Ciudad Cultural de Lugo, ni que para ejemplo de reconciliación diese empleo como secretario a un represaliado del régimen, un rojo; ni que figure en las antologías de los poetas vallisoletanos. Vistió la camisa azul y eso lo condena a divinis.

El beneficiado es Raimundo de Borgoña, un francés fichado por Alfonso VI para ejercer de matamoros _ cuidado con lo políticamente correcto _, y hermano del Papa Calixto, el del Calixtino, gran favorecedor de Compostela. Es decir que seguimos como siempre, comiéndonos las papas Santiago.

Tarde de toros

Jueves, 28 de Noviembre, 2013

Llegó el momento de aplicar el lema de aquella huelga, pero en casa

Todos se escudan en la misma falacia. Mas busca catalanófobos entre quienes simplemente afirman que su proceso es un disparate y su gestión, un dislate. Méndez no es capaz de reconocer que dentro de la organización hay bandoleros que se llevan el dinero de todos trabuco en mano. No, prefiere achacarlo al antisindicalismo. De haberlo sabido, Luis Roldán podría haber encasquetado lo suyo a los gitanos, que nunca hicieron buenas migas con la Guardia Civil.

Otra salida de Méndez en clave muy similar ha sido justificarse diciendo que todo se debe a una campaña para tapar lo de Bárcenas. Hombre, don Cándido; no pretenda que seamos como su nombre indica. Lo de Bárcenas no lo tapa ni la Liga de Fútbol, que es el acontecimiento que genera más titulares, a una distancia sideral de Bárcenas y de lo suyo. Y en todo caso, si lo fuese, su obligación sería la misma, depurar responsabilidades o demostrar la falsedad de las pruebas que se lanzan contra el sindicato que representa; pero nunca irse por las ramas y culpar a los males de los otros.

Usted lo sabe. Tiene que hacer algo, porque se está quedando con menos argumentos que Ama Rosa en el capítulo 80, último de los emitidos. Es la oportunidad histórica que le queda por delante. O pasar como el hombre que salva el sindicato y lo limpia para los años venideros, o hundirse con él en un pozo del que otros tendrán que izarlo a pulso, si pueden.

A usted, que viene de Andalucía, no le costará trabajo penetrar en la urdimbre del problema, teniendo como tiene también grandes compañeros en el poder político. Nada de faenas de aliño. Hay que cortar las cuatro orejas y los dos rabos. Y luego convocar congreso. No le van a pedir más allá. Pero, hombre de Dios, ¡haga algo! porque las siglas se le están convirtiendo en aguachirle.

Caso clínico

Miércoles, 27 de Noviembre, 2013

Anna Grau: Diagnóstico, tolemia

Mas está a punto de ser nombrado nefasto del año y horror honoris causa por alguna universidad de prestigio en Económicas, como Harvard o Chicago. Le falta el canto de un duro para conseguirlo y culminar así la cosecha de advertencias recibidas por su notable empecinamiento.

Superada la fase en la que se le expusieron todas las ilegalidades que pretende cometer _ como si las normas solo estuviesen escritas para los imbéciles _, se constató que era un pésimo gestor, amigo del despilfarro, de la ampulosidad y de la magnificencia, siempre que favoreciese a sus proyectos montaraces. Y ayer, aunque ya se sabía por simple deducción a través de la cuenta de la vieja, el gobernador del Banco de España, Luis María Linde, le ha puesto la puntilla diciendo que lo que pretende arruinaría, no solo a Cataluña, sino también a España. O dicho de otra manera más cruel, que estamos pagando a un tío para ver si es capaz de mandarnos directamente al Pleistoceno, que creo que es cuando más glaciaciones ocurren.

Tipos así son impagables para organizar suicidios colectivos, como aquel chalado de Jim Jones que logró dar cianuro a 913 personas que se fueron con él al otro barrio; pero cuando se trata de impartir cordura y recuperar terrenos de bienestar económico, no hay peores compañeros de viaje.

Comparto con Anna Grau, periodista arrepentida de la deriva nacionalista, la opinión expuesta ayer de que se han vuelto locos y pretenden que todos lo estemos también, para disimular. Locos de atar como Groucho, y así partir de la nada para llegar a las más altas cumbres de la miseria. Ése es Groucho Mas.

No sé cuánto de mis impuestos está subvencionando el disparate, pero aunque solo sea un céntimo, nada me consolará pensar que yo también lo he pagado.

Baja sensible

Martes, 26 de Noviembre, 2013

Abascal rompe la papeleta de Ibarretxe. Ayer rompió otra

El PP hace aguas por donde ninguna otra organización política parecía ser más fuerte y sin resquicios que amenazasen grietas. El PP hace aguas por el flanco de las víctimas del terrorismo, que es tanto como renunciar a gran parte de su propia historia.

La marcha de Santiago Abascal, militante e hijo de militante, no es anecdótica y puede arrastrar la baja de otras muchas personas que como él pensaban estar en el lugar correcto para la defensa de sus intereses.

Habrá quien justifique la deriva del partido como un coste adicional que conlleva el ejercicio del poder, como el polvo del camino que se pega a las togas de las más altas magistraturas, pero comprenderán que precisamente era ese polvo el que se trataba de evitar haciendo fuerte a la organización que una vez con poder para ello no dudase sobre cuál es el camino por donde discurrir sin mancharse de lodos apestosos.

No vamos a decir que a Santiago Abascal le asista toda la razón y al PP ninguna, pero sí nos creemos sus palabras cuando reconoce el dolor que le cuesta haber tomado la decisión de marchar, porque es tanto como reconocer que él y los suyos se han quedado sin valedor político. Quizás se vaya a la espera de la irrupción en la cancha de C’s que crece en simpatías allá donde llega, sin duda porque de momento puede prometer que su camino será por suelo empedrado.

Es posible también que Santiago Abascal sea demasiado idealista como para participar y comprender la estrategia política de estos tiempos convulsos. Hace bien, porque de lo contrario tendría que entender cómo es posible que una muchedumbre supuestamente civilizada se manifieste para corear en masa el nombre de unos asesinos y marche a continuación a tomar el aperitivo.

Todos somos singulares

Lunes, 25 de Noviembre, 2013

Típico paisaje anodino. Puede ser sueco, asturiano o keniata

Regresa Zapatero y entre otros, deja este mensaje: hay que reconocer las singularidades de Cataluña y de todas las comunidades que tengan singularidades.

Esas palabras encierran mucha sabiduría, pequeño saltamontes. La primera que salta a la vista es la existencia de comunidades sin singularidades. Comunidades fofas, amorfas, anodinas, sin gastronomía ni folklore. Seguramente bailan el kazachok como reminiscencia de los años sesenta, cocinan al gusto chileno y hablan patuá jamaiquino.

A ésas no hay que reconocerles nada porque son más repetitivas que un recital de rap. Seguramente la frase está pensada por uno de esos redactores turísticos que encabezan sus trabajos diciendo de la tierra glosada que es “rica en historia”, o que “sus orígenes se pierden en el tiempo”. Y dices tú; claro, a mi provincia la hicieron el jueves por la tarde, mientras se terminaba de cocer la compota de manzana al estilo húngaro, porque allí no tenemos singularidades ni para los huevos pasados por agua.

La verdad es que Zapatero no tiene demasiada culpa de lo que dice. Venimos oyendo tonterías de este calibre desde hace décadas y nuestros oídos las aceptan como el tintineo de una lluvia monótona y plomiza que acaba por empapar, para adquirir así el bonito nombre de calabobos.

“Bienvenidos a una tierra sin singularidades _ podría promocionar excursiones un avispado tour operator. Si encuentra algo exótico, original o distinto a la suya… ¡le devolvemos su dinero!” Se forraba.

Pero no es así, amigo Zapatero. Te mueves dos metros y compruebas que el vecino le echa a la sopa una pizca de sal más que tú, porque la singularidad no es privativa de Cataluña, sino un elemento muy común. Tanto que ni siquiera es singular.

Rosario Tramell

Domingo, 24 de Noviembre, 2013

Catherine Porto

Llevamos dos meses enganchados a Rosario Porto. Esa mujer que sabe unir en su perfil la risa fácil, el gesto contenido y el gimoteo tras los ventanales, ha entrado en nuestras vidas como la nueva sombra de Grey, rebosante de una perversidad que atrapa y zarandea.

A lo largo del día no falta el momento en el que preguntar, como un rito inexcusable, ¿qué se sabe de Asunta? O lo que es lo mismo, de Rosario. Y es que la mujer nos trae a mal traer. Aunque acabemos de leer la novedad del día, el sumario levantado, la confidencia de la profesora… ¿qué se sabe de Rosario? No vaya a ser que nuestro interlocutor tenga noticias que a nosotros se nos escapan.

Ella, su marido, las circunstancias, la historia en sí del crimen atroz, nos obligan a imaginarla dotada de diabólicos mimbres que bordean la antesala de las propias contradicciones.

Rosario asusta, como asusta todo aquel que nos obliga a mirarnos y a reconocernos como especie capaz de devorar a nuestros hijos. Hay otras que también lo hacen, claro que sí; pero ellos no se tienen por superiores.

La mujer asusta, atrae, intriga. En la pareja llevaba la voz cantante y en el crimen, dicen, también. Al personaje le envuelve un misterio, no tanto por lo que supuestamente hizo _ que otros malvados tan o más sañudos se han conocido _, sino por todo lo que esconde esa cara afrancesada e inquietante.

Al lector, al ciudadano que conoce el caso, le pasa con Rosario algo parecido a lo que siente Nick Curran, el policía de Instinto básico, por Catherine Tramell, hasta quedar atrapado por ella, aun sabiendo el peligro que corre quien se le acerca confiado. El picahielos debajo de la cama es un final demasiado abierto como para evitar que a lo largo del día siempre regrese el recuerdo de Tramell.

Decepción y tristeza

Sábado, 23 de Noviembre, 2013

La creación del hombre pudo ser así, pero después ya no

Alfonso Ussía, que nunca militó de desafecto, diagnostica: el gobierno de Rajoy es decepcionante en las formas y tristísimo en el fondo. Se supone que es lo propio de administrar miseria. El anterior era espléndido en las formas sobre fondo de castañuelas, y ya ven.

El actual nunca fue la alegría de la huerta y cuando ganó las elecciones con mayoría que llaman absoluta muchos entendimos que lo había conseguido precisamente por eso, porque de él no se esperaban tantos chistes y algo más de seriedad en los comportamientos.

Si por alegre entendemos las juergas de UGT y el dinero público corriendo a espuertas de gamba en gamba, más nos vale que el gobernante sea como Sancho llamó al Quijote, caballero de la triste figura. Ahora bien, salvadas las diferencias entre derroche y austeridad, sí es cierto que al gris del panorama le interesa algo más de cromatismo y a ello se dedicará durante este segundo ciclo de legislatura. Vamos, digo yo, si es que no quiere llegar a la orilla fané y descangallá.

En cuanto a la decepción, todo depende del grado de expectativas con el que partiese Ussía. Algunos entienden que ha metido la tijera muy abajo, y para otros se ha quedado en la superficie. Unos creen que el Estado sigue siendo un señor torpe y gordo, y otros ponen el grito en el cielo democrático apenas se insinúa una disminución en el número de diputados autonómicos. Hay quien vive decepcionado, no con el gobierno de Rajoy, sino con la humanidad entera, quizás porque nace, crece y se desarrolla con el pensamiento de que en este mundo hay un ser superpoderoso que tiene la obligación de darle de todo. Y eso que muchos se dicen ateos convencidos.

¿Decepción? Toda la que cada uno sienta. ¿Tristeza? Toda la que uno crea.

Rector curvo

Viernes, 22 de Noviembre, 2013

José Carrillo, a la izquierda, Rafael Puyol y Arturo Romero, candidatos a la Complutense

Carrillo tiene un problema que se llama universidad. Ya nos había dicho, a través de su gestión, de la pérdida de alumnos y de la pérdida de calidad, que lo suyo no era la universalidad de profesores y académicos, la comunidad del saber y el reparto de ese conocimiento entre los alumnos con la mayor eficacia posible.

No, lo suyo era solo la izquierda y derrotar a la derecha, un objetivo de suma vulgaridad y escasa eminencia, porque en esa dirección, o en la contraria, tal acontecimiento se repite en ciclos de cuatro en cuatro años, si no son menores, y sin que en ellos jamás influya la excelencia académica de los candidatos.

En todo caso, usted no ha sido elegido rector de la Complutense para derrotar a la derecha. Piense por un momento que ha perdido las elecciones y que a su rival se le ocurre aprovechar la influencia del cargo para anunciar que no duerme pensando en derrotar a la izquierda. Habría que oírle, don Carrillo. Pues eso, oigase.

En concordancia con sus palabras, que hayan sido atacados con bates y puños los miembros del Foro Universitario Francisco de Vitoria, estudiantes católicos y de derechas _ según su propia definición _, es un hecho menos grave que si hubiera sido al revés, puesto que usted no es rector, recto y derecho, sino un personaje con intereses políticos excluyentes, enemigo de tanta derechura.

Sí, ha condenado la agresión. Solo faltaría. Pero no ha logrado convencer de su sinceridad. Qué le vamos a hacer. Quizás sea debido a su diferente vara de medir la necesidad de permitir la presencia de la Policía en su sagrado recinto académico, según sean vándalos de derechas o de izquierdas, quizás a su hostilidad contra las capillas a las que acuden los miembros del Foro Francisco de Vitoria, quizás a que usted mismo lo dice con todas las palabras…

Trabas al alpinismo

Jueves, 21 de Noviembre, 2013

Edificio emblemático escalado

De entre todas las prohibiciones que se contemplan en el adelanto de la ley orgánica de Seguridad Ciudadana, hay una que no me inquieta en absoluto, ante el inexistente peligro de que en el futuro la desobedezca, cual es la que afecta a escalar edificios emblemáticos.

Mucho tienen que cambiar las circunstancias, o de lo contrario, juro o prometo ante los textos sagrados que jamás haré alpinismo en la Subdelegación del Gobierno, ni clavaré el piolet en el Edificio Multiusos de la Xunta. No me encaramaré al Pazo Episcopal, ni a la Delegación de Hacienda. Qué más quisiera.

La verdad es que no me alteran en absoluto ninguno de los vetos ni de la multas previstas, porque la mitad de ellas se refieren a delitos ya definidos, y la otra mitad, a conductas propias de bandidaje político prebélico, y una vez en esa tesitura, ancha es Castilla. El que quiera cargarse las instituciones debe saber que las instituciones están obligadas a no dejarse.

Alguien dijo estos días _ y lamento no acordarme _, que la independencia de los territorios solo se logra mediante las guerras, como si recomendase a quienes por ahí respiran que fuesen acumulando arsenal. No es exactamente así. Ya conocemos independencias logradas en despachos. Cierto es también que quien desea armarla gorda lo suele hacer por encima de la cuantía de la multa, o del largo de la bayoneta que tiene delante.

Lo curioso de la parte avanzada sobre la citada ley es que tenga que recoger ciertas advertencias del Catón de convivencia democrática, y más curioso aún, que se proteste al pensar que pone en peligro la democracia, con lo cual llegamos a la conclusión de que ni sabemos lo que es, ni la echamos en falta, siguiendo el camino que marca el preclaro Verstrynge, el ratón que vivía dentro del queso.