Archivo de Diciembre, 2020

Chicarro y Leguinechea, barcos y honra

Domingo, 20 de Diciembre, 2020

El marino de Viveiro, héroe en cien batallas, se niega a bombardear la Numancia de los cantonales

NACE Y MUERE el mismo día del mismo mes con 77 años de diferencia, el 6 de julio. Nicolás Luciano Chicarro y Leguinechea (Viveiro, 1812), fue un contraalmirante de la Armada, hijo de un teniente de navío de nombre Joaquín, casado con Margarita. El origen de la familia es leonés, aunque el oficio los acerca hasta al Landro para tener allí a Nicolás.

Enrique Chao Espina descubre en la parroquia de Santiago a Margarita registrada como madre de la criatura con más apellidos de los necesarios, pues el cura, quizá por verlo demasiado largo, la inscribe como Margarita Leguine Chea y Olaeta. Anótese que es Chao quien descubre a Chea.

Solo tienen que pasar 20 años para verlo en la Armada y 22, a bordo del bergantín Guadiana en dura brega contra los carlistas para dejar su nombre en las acciones de Pasajes, San Sebastián y Guetaria (1834).

Dos años después combate en la ría de Bilbao y en Galdácano. Sus biógrafos se recrean en una maniobra de singular riesgo, pues logra introducir en la ciudad sitiada un buque cargado de víveres y munición.

Más adelante se le encarga la gestión de las baterías de Portugalete, como se diría hoy, y en 1839 hace retroceder a los carlistas desde Las Arenas hasta Algorta. Para ello baja con tropa de los barcos y pelea en tierra.

Cinco años después, capitaneando el bergantín Nervión, bloquea las plazas de Alicante y Cartagena, donde captura varios buques. Y lo mismo ocurre en Barcelona durante la Jamancia, o sea, la revolución centralista.

Siendo capitán de navío, es nombrado capitán del puerto de Sevilla el año 1866 y ascendido a brigadier de la Armada dos años después. En su haber figuran todos los altos cargos de Marina, excepto la cartera ministerial, y no por no haberla alcanzado, sino porque la rechaza en dos ocasiones para verse limpio de política.

Por el contrario, fue comandante general de los departamentos de Cartagena, Ferrol y del Apostadero de La Habana en sucesivos mandatos. Lo nombran vicepresidente del Almirantazgo y comandante general de la escuadra del Mediterráneo. En cuanto al mando de buques, los suyos navegaron por mares de Europa, Asia y América.

De su prestigio marinero y militar habla a las claras la actitud de varios generales, como Juan Topete, que cuando se forma la escuadra para combatir a los cantonales de Cartagena _ el sindiós contra la república _, se presentan como voluntarios para navegar con Chicarro.

Precisamente va a ser en Cartagena donde consigue la fama histórica. Los del Cantón deciden huir en los buques que controlan. Uno de ellos es la fragata Numancia que suelta amarras abarrotada de gentío y sin opción de defensa. Al mando de la fragata Vitoria, Chicarro le corta el paso y le dispara una andanada de aviso sin recibir respuesta.

La tiene a placer, pero en ese momento, dice la frase contraria a la de Méndez Núñez, pero que para la ocasión es tan gloriosa como la de don Casto:

_ ¡No! ¡Yo no echo a pique ese hermoso buque de mi patria!

Para añadir a modo de explicación:

_ Tenemos muy pocos, va de huida y no se bate. ¡La hazaña sería muy fácil, pero muy costosa a la Marina!

Es decir, prefería honra y barcos al mismo tiempo. Nombrado caballero de San Fernando, luce también las grandes cruces de San Hermenegildo, de Isabel la Católica y del Mérito Naval.

Fallece en Ferrol el año 1889 y le sobreviven dos hijas; una se casa con el teniente y dramaturgo Pedro de Novo Colson, que lucha con él en Cuba, y la otra, con el capitán de fragata José María Carre. (más…)

Prado Neira, primer marqués de Ombreiro

Domingo, 20 de Diciembre, 2020

Es regidor de la ciudad antes de trasladarse a Coruña y luego a Madrid

LOS ANTECESORES MÁS inmediatos del primer marqués de Ombreiro, son María Antonia Montenegro Ulloa y su esposo, Juan Becerra, vecinos de Lugo que tienen por única hija a Manuela Rosa Becerra Ulloa y Montenegro, que a su vez se casa con Froilán Ignacio Ulloa y Cadórniga, padres de Francisco Javier, Juan Bautista y María de la Barca Ulloa y Montenegro.

Los dos varones mueren sin sucesión, mientras María de la Barca casa con Sancho de Neira y tienen a María Josefa de Neira, que matrimonia con Benito María de Prado y Lemos, padres de José María de Prado y Lemos Neira Ulloa Becerra de Montenegro (Lugo, 1774), al que en ocasiones se cita con otro orden de apellidos, según se unan los paternos o no.

Nuestro hombre es señor del Coto de Ombreiro, Parada, Proente, Fermontaos, San Pelagio de Cabanas, Pena Silva Redonda, Membrollo y otras.

Como afirma Manuel Romay en su obra sobre la historia de Ombreiro, José María es nombrado comandante de las cuatro compañías que defienden Lugo durante la Guerra de la Independencia, y la finaliza siendo coronel.

Cuando regresa Fernando VII se le otorga el título de marqués de San Martín de Hombreiro en 1817, por los hechos de armas contra el francés, y al que une el vizcondado de Parada y ser alférez mayor y regidor más antiguo de Lugo, protector de caminos del Norte de Galicia, maestrante de la Real Ronda y señor de la casas solares de San Fiz de Asma, Torre de Boedo, Meire, Bodán, Grande de Villafranca y las ya citadas. También recibe la Cruz Laureada de San Fernando.

Los absolutistas celebran en Lugo la derogación de la Pepa _ la Constitución de 1812 _, manifestándose tras un retrato del rey que aporta José María. Romay supone que en esa ocasión los manifestantes habrán gritado “¡Vivan las caenas!”, aunque parece ser que su origen es algo posterior.

José María se casa con una de las hijas de Juan Ozores, señor de Rubianes, Grande de España y personaje de gran influencia. Esta mujer, la santiaguesa Ramona Ozores y Valderrama, pertenece a la Real Orden de Damas Nobles de María Luisa y es dama de honor de la futura Isabel II.

En mayo de 1834 se registra en la ciudad un pronunciamiento a favor de la reina para el cual el marqués aporta una cantidad de monedas de plata a fin de que sean arrojadas a los pobres, pero dice la crónica que es tal la emoción que ni las recogen.

Tras unos años como vecino de A Coruña, es diputado en Cortes en representación de las ciudades del Reino de Galicia hasta la creación de las provincias en 1833.

Naturalmente se traslada a Madrid, donde su esposa mantiene estrechos contactos con palacio. El año 1836 su nombre salta a la prensa por un motivo nimio. El 12 de agosto hace publicar un aviso con destino a todos los plateros de Madrid en el que les informa que “habiendo desaparecido una cuchara de plata con filetes y unas armas y corona de marqués, de hechura antigua”, deben saber que si se presenta a alguno de ellos una persona con intención de vendérsela, “se servirá avisar inmediatamente en el cuarto bajo de su casa, donde vive el marqués de San Martín de Hombreiro, calle del Desengaño, núm. 26 nuevo, en donde se dará el hallazgo”.

Ignoramos si el marqués vuelve a completar su cubertería.

El 17 de noviembre de 1838, el Senado al que pertenece se hace eco de su fallecimiento. Le sucederá en el marquesado su hija, Ramona de Prado. Hoy el octavo marqués es Fernando Salorio Ozores, tras la renuncia de José Antonio Ozores Souto.

Antonio Valcarce, en Vigo se convierte en el Rey del Pan

Jueves, 17 de Diciembre, 2020

Hace un siglo funda la Compañía Viguesa de Panificación

A DOÑA CARIDAD García de Ponte, virtuosa dama de Ferreira de Pantón, y al señor Valcarce, su marido, les hubiese encantado que Antonio, uno de sus once hijos, hiciese la carrera eclesiástica. Para intentarlo, lo mandan al Seminario de Lugo.

Pero los padres proponen y Antonio Valcarce García de Ponte (Pantón, 1888) decide. En 1903 el adolescente se escapa del seminario y se planta en Vigo con idea de embarcar a Cuba.

Allí se cruza con un pariente que le aconseja: “¿Para qué te vas a ir a América, chaval? Con las ganas que tú tienes de hacer cosas y con lo que está creciendo Vigo, esta ciudad te llega y te sobra para triunfar”.

Antonio le hace caso y comienza a trabajar en la panadería de Domingo Reboreda, que también vende quesos de Arzúa y panecillos. En 1912 se casa con Justa Reboreda, la hija del industrial.

En 1914, con los ahorros conseguido en muy pocos años, funda su propio negocio, La Espiga de Oro, germen de todo lo que vendrá a continuación. Hablamos de que se va a convertir en el mayor obrador de España, pues será llamado el rey del pan. Y sin salir de Galicia.

Él, su cuñado Ángel Reboreda y otros tres socios, fundan en 1920, hace un siglo, la Compañía Viguesa de Panificación, integrada por las tahonas de cada uno de ellos. La Espiga de Oro ya es la mayor panadería de Vigo gracias a sus 1.500 kilos diarios de pan vendido, seguida por La Madrileña, que regenta Ángel y que vende mil.

Pero eso no es más que el arranque. Su idea es abarcar todo el negocio y para ello viaja a Alemania en 1921 y contrata a los ingenieros Otto Werner y Jorge Buchl, de la firma Werner & Pfleiderer, para lograr unas instalaciones mecánicas adecuadas a sus ambiciones.

Compra una finca de 7.000 m2 en A Falperra y solicita del arquitecto municipal Manuel Gómez Román la sede donde albergar la más avanzada tecnología panadera. Su primer paso para diferenciarse de la competencia se explica en la publicidad, porque “los famosos bollitos japoneses de tipo individual, producto de estas pruebas, se expenden en los despachos de la compañía, al precio de cinco céntimos”. O también; “¡Japoneses! ¡Japoneses! ¡Japoneses! Todos: ricos, medianos y pobres pueden comer pan de lujo a precio de pan corriente”.

Esos bollitos japoneses se despachan en Príncipe, Puerta del Sol, Urzáiz, La Espiga de Oro, la Plaza de la Iglesia y La Madrileña, días antes de que se inaugure la más moderna fábrica de pan de España, la única capaz de producir 50 toneladas de pan diarias.

En enero de 1930 se inaugura la nueva fábrica de A Falperra con una capacidad productiva de cincuenta mil kg por día que y surte de pan a muchos pueblos de la provincia. En sus nueve años de existencia, su capital asciende de 500 mil pts a un millón ochocientas mil. Nadie duda que es de las mejor organizadas de España.

La importancia de Valcarce en el negocio del pan atrae hacia Vigo gentes de Pantón y de Monforte, como son los casos de los padres de Manuel Pérez, que será alcalde de la ciudad y los de Julio Fernández Gayoso.

En los 60 comienza el declive. Varias causas se unen para que ocurra, como son el descenso del consumo de pan, el fin del racionamiento, el precio fijo de la barra y la obsolescencia de aquella maquinaria que fue pionera en su momento. Cuando ya ha cumplido los 70 años, Antonio se opone a la modernización de la fábrica y a su traslado a la periferia. Cuando fallece en febrero de 1978, negros nubarrones se ciernen sobre el negocio, que acaba suspendiendo pagos dos años más tarde.

Jesusín, el enano de Parsifal, al lado de Ludmilla Tchérina

Miércoles, 16 de Diciembre, 2020

El actor de Guntín participa en una veintena de películas y en otras tantas operetas

TENÍA UNA ESTATURA de 1,30 m y un peso de 56 kilos. En Parsifal figura como El enano, una condición a la que Jesús Varela Prado (Guntín, 1915), ni quería, ni podía renunciar, porque gracias a ella se le habían abierto las puertas del cine.

Pasa la juventud en Santa Cruz da Retorta y el año 36 se alista en la Bandera Gallega que organiza el comandante Barja. Tras la guerra trabaja en el Servicio Nacional de Información y Publicaciones Sindicales.

Un día pasea por la Gran Vía y se le acerca Ernesto González que le ofrece 300 pesetas por participar en su corto Alipio invisible. Esa es su llegada al cine.

Luego, otro corto, Mi caballo murió, y de ahí a los teatros Albéniz, Romea y Martín, al lado de Carmen Olmedo y Monique Thibaut en operetas y zarzuelas como Engáñame por lo que más quieras, La flor de loto, Ladronas de amor, Las Leandras, Doña Francisquita… Ya es Jesusín, y no Xesusiño, como dice que le habría gustado.

En la ficha que las productoras manejan figura como el más pequeño de España, con un añadido sorprendente, “en lo que se refiere a estatura”.

Al mismo tiempo, entra en el cuadro de actores del Centro Gallego y allí coincide con el escritor e inspector del Instituto Social de la Marina, Teófilo González Calatrava, con el que va a pergeñar la puesta en marcha del Teatro Gallego, destinado a financiar la puesta en escena de obras de autores de la tierra.

En cuanto Borobó se entera de que la idea de Jesusín es reunir fondos para representar La Casa de la Troya, Chiruca, o El Famoso Carballeira, lo que él pone es el grito en el cielo, invoca a Valle-Inclán y hasta le llama liliputiense al pobre de Jesús Varela.

Puede estar tranquilo Borobó, porque aquella “Galicia mugrienta vista por un andaluz legañoso”, de Linares y Torrado, nunca llegará a buen puerto y eso que contaba con la simpatía de Joaquín Calvo Sotelo, según afirman sus promotores.

Los que sí llegan son los contratos para participar en unas veinte películas, entre las que se encuentran Inés de Castro, donde tiene uno de los papeles principales María Dolores Pradera; Duende y misterio del flamenco, con los bailarines Pilar López y Antonio; Unos pasos de mujer, Sarasate, El abanderado, Boda en el infierno, Eloísa está debajo de un almendro, El clavo, El sobrino de Búfalo Bill, La alegre caravana, La casa del olvido y Un hada en la ciudad.

Cuando le preguntan si es difícil que te elijan para una película, él responde con un chiste: “No, porque no abundan los artistas de mi talla”.

También le llaman para El mensajero del rey, con Douglas Fairbanks, y para otras películas internacionales, pero se niega a abandonar España.

Cuando interpreta el papel del Cienhombres en María Antonia La Caramba, con Antoñita Colomé y Alfredo Mayo, visita Lugo. Le preguntan si el cine le da para comer y él dice que sí.

Dice que abundan los actores gallegos. Fernando Rey, Antonio Casal, Eduardo Fajardo, José Jaspe, Xan das Bolas, Carlos Muñoz y Mercedes Cora, con la que coincide en El Pórtico de la Gloria. También cita a Julia Lajos, pero se equivoca, porque aunque es de Villagarcía, no es de Arousa (Pontevedra), sino de Campos (Valladolid).

En 1951 le llega la oportunidad de Parsifal, de Daniel Mangrané, con Ludmilla Tchérina y Gustavo Rojo, que se anuncia como una gran producción, aunque será muy criticada. Borobó dice ahora que Jesusín es “el único ninot que se salva de la falla de Parsifal”. En el cromo aparece entre Gustavo y Ludmilla.

Muere a los 42 años, el mes de agosto de 1957.

López Casanova, el poeta que sucede a Pimentel

Miércoles, 16 de Diciembre, 2020

Arcadio se da a conocer en una velada que se celebra tras la muerte de aquel

NO FUE UN niño prodigio, pero sí un escritor precoz. Desde sus trece años se pueden leer trabajos de Arcadio López Casanova (Lugo, 1942) en muy diversas direcciones.

De él y de Marina Mayoral se dice que los pone en el disparadero literario su profesor Luis Quintela Ferreiro, que agrupa a los jóvenes escritores en la revista colegial Escritos, donde se foguean en el oficio. También están Neira Torviso y Pena Trapero.

Incapaces de abarcar la vida de Arcadio, nos fijaremos en esos primeros años, que son los más desconocidos, como es su primer título, Tío Mingos. Cuentos de Galicia, (Imprenta Palacios, 1958).

Ese año ya interviene en un acto académico con un canto a la vocación misionera e inicia sus colaboraciones en El Progreso y Radio Lugo. En la emisora habla de deportes y en el diario publica entrevistas, reportajes y artículos sobre S. Tomás, Juan R. Jiménez, o un tema muy querido, la unión España-Portugal.

En la radio inicia una campaña solicitando la medalla al mérito deportivo para Dardo, o sea, Francisco Rivera Manso. Al mismo tiempo participa en certámenes literarios y obtiene una mención de honor en el IX de la Delegación de Información y T. por su poema Hostia.

En la velada correspondiente, inmediata a la muerte de Pimentel, participa el grupo infantil de danzas Bazar, de la Sección Femenina, integrado entre otros niños, por Cheché Alonso Páramo, Merceditas Rueda, María Teresa L. Casanova, Yolanda y Joaquín Pedrosa Nogueira, Marimar Varela Suanzes y Mosé Pardo-Gil. En el recital poético interviene con García Rosales y Manuel María.

Dice que su primer lector y su mejor crítico es su hermano José Manuel, bastante más joven que él, pero al que tiene en la mayor consideración.

Con sus 17 años a cuestas llega a Santiago para estudiar Filosofía. Allí recibe el título de “nuestro poeta más adolescente”. Gana los Juegos Florales de Betanzos, Marín, Pontevedra y el del Corpus de Lugo, a los que pronto se sumarán el Universitario de Santiago y los nacionales de castellano y gallego, primer y segundo premio.

Surge el contencioso del idioma, pero Arcadio tiene claro que no ve necesidad de enfrentamientos: “Escribo en las dos lenguas. No me perdonaría apartarme de una de ellas”.

Se multiplican los recitales, casi siempre con Mayoral, Carro, Iriarte, Ricoy y Lorenzo. Escribe mucho. Pronto acabará Hombre último y Orestes, su incursión en el teatro que será leída y representada en Santiago y Barcelona.

El estreno se espera como un gran acontecimiento. Corre a cargo del TEU de Filosofía dirigido por Lolita Ferro y con Teresa García-Sabell entre las actrices.

En el público hay pesos pesados, como Otero Pedrayo, Méndez Ferrín y Manuel Rabanal, que la reciben con los brazos abiertos en la prensa.

Y es que Arcadio y los del nuevo grupo Gárgola participan de una Compostela clásica que tiene los días contados. Él y Marina hacen tertulia en torno a la mesa camilla de Ramón Piñeiro, donde cada día hay alguna sopresa: Fole, Casares, Paco Martín, Beiras, o el propio García-Sabell.

A veces la tertulia se traslada al domicilio de Isidro Conde Botas y su mujer Mercedes Pintos y en él conoce a Aquilino Iglesia Alvariño y a Pura Vázquez, que acaba de llegar a Santiago.

Pasa unos días en Lugo y entonces quien lo entrevista es otro joven colaborador de El Progreso, Fernando Ónega.

Pronto llegarán los libros por los que hoy es reconocido entre los mejores poetas actuales.

Benito de Soto, banquero después de muerto

Lunes, 14 de Diciembre, 2020

Siendo alcalde de Chantada prohíbe la romería de San Lucas para evitar las peleas mortales

ES TAL EL número de muertos que se registra cada año en la romería otoñal de San Lucas que el nuevo alcalde, Benito de Soto Linares (Chantada, 1852), decide cortar por la sano y la suprime. En 1902 solo habrá función religiosa. Es la única medida eficaz para que el campo no se riegue con la sangre de los mozos, como ha ocurrido en los cinco bailes anteriores.

Pero no será la lucha contra el vandalismo de los romeros lo que haga de su nombre un hito para toda Galicia, sino la creación de una entidad que él no llega a ver materializada, aunque es indudable que suyas son las primeras piedras, el Banco de Soto.

Benito es hijo de Luis Soto Martínez. Nace en el lugar de Quinteliña, parroquia de San Salvador de Asma. Pronto se inicia en actividades comerciales, como es la venta de paraguas de casa en casa, pero una vez que se hace con los rudimentos, sus negocios son cada vez de mayor enjundia, dentro de lo que se conoce como operaciones parabancarias.

Paga giros, es intermediario en compraventas de tierras, cobra efectos comerciales, vende alimentos y herramientas, presta dinero y financia los viajes en barco de los emigrantes.

Con ese bagaje se hace corresponsal del Banco de España, delegado en Lugo de la compañía arrendataria de fósforos y tabacos, y de la Cía Trasatlántica.

En todo este despliegue de operaciones, Benito cuenta con el apoyo de su mujer, Amadora Lemos, que participa de su mismo ímpetu, y poco a poco, de alguno de los ocho hijos que tienen juntos.

Se dice que más de 5.000 vecinos de la comarca de Chantada viajaron gracias a los préstamos de Benito. Quizá no sean tantos. Pero rentas, tierras o intereses de quienes reciben los créditos pasan a engrosar el patrimonio de la pareja, que así se convierte en la más pudiente de la zona.

En política, Benito milita en el Partido Liberal, dentro de la facción de Segismundo Moret, pero el año 1881 el comité moretista de Chantada hace pública una sorprendente nota en la que afirma que se ha declarado izquierdista. Cosas de la época. Han nombrado presidente honorario a Manuel Becerra y entre los que lo forman están Rodríguez Guerra, Joaquín Otero y él.

En 1900 los Soto se instalan en la casa del marqués de Valladares, el del famoso crimen, tocayo de su nuevo dueño, y en 1902 llega a la alcaldía. Estará dos años y su hermano Pergerto también dirigirá el ayuntamiento chantadino.

El año 1912 participa en la creación de la Liga de Amigos y en la comisión que se crea con el fin de abaratar las subsistencias. También es vicepresidente de la Eléctrica de Monforte y Chantada.

Él muere en 1914 y Amadora crea una Comunidad de Bienes para administrar la herencia hasta 1925, cuando pasa a manos de los hijos, sucesivamente, Antonio, Jesús y José.

La siguiente etapa hay que situarla en 1947, cuando el nieto de Benito, Leopoldo de Soto Rodríguez Otero, es director de la entidad, y aunque en 1948 se le deniega la solicitud de inscripción en el registro de bancos, la actividad prosigue de forma encubierta.

En 1964, Hacienda autoriza la creación del Banco de Soto S.A., con un capital de 15 millones de ptas. Ese año inaugura sus locales en Chantada y en 1966, en Lugo.

En 1971 se traslada el domicilio social de Chantada a Lugo (c/ General Franco, 10), y la razón social, pasa a ser Banco de Lugo, hasta que en 1974 se disuelve y se inscribe la absorción del Banco de Lugo por el Banco de Vigo. Tenía cinco oficinas con 13 empleados y 3.851 clientes.

Justo Trashorras, canciller del Tribunal de la Rota

Domingo, 13 de Diciembre, 2020

Antes el profesor de Riotorto había sido rector del Seminario de Mondoñedo y ocupa otros muchos cargos

CUANDO EN OCTUBRE de 1972 es nombrado notario canciller del Tribunal de la Rota Romana, quiere la casualidad que yo sea uno de los primeros en felicitarlo. No hay secreto. En aquel momento Justo Trashorras Pacio (Riotorto, 1915) también es director espiritual de la Institución San Isidoro para huérfanos de periodistas y yo, uno de sus colegiales, aspirante a plumilla y cronista de El Progreso en Madrid.

El siguiente paso está cantado. Le pido una entrevista, pero el hombre, prudente, la pospone hasta febrero de 1973, cuando Trashorras ya conoce mejor el funcionamiento del tribunal. “¡Pero que sea la primera que concede!”, le exijo abusando de paisanaje. Acepta y lo cumple.

Me dice que los gallegos estamos entre los españoles que menos se separan, y que menos nulidades matrimoniales reclaman. En aquel momento hay en el tribunal español trescientos casos y el ritmo de resolución es de 150 cada año.

Por cierto, me aclara, el nombre de la Rota no viene de romper el vínculo, como mucha gente piensa, sino de rotar sus jueces.

En aquel momento las causas más frecuentes para pedir una separación son el adulterio, los malos tratos y el abandono de hogar. Le pregunto si se alega la falta de virginidad en la mujer y me dice que es infrecuente, pero existe. “Lo difícil es probarlo”.

Al final me intereso por sus preferencias sobre los especialistas gallegos en Derecho Canónico y Trashorras destaca a Amor Ruibal. Preguntado por los de la provincia, no lo duda, Lamas Lourido, auditor de la Rota, el catedrático Francisco Lodos y dos profesores de Salamanca, el padre Antonio, de Bretoña y un tal Antonio Rouco Varela, de Vilalba, que ya goza de prestigio dentro y fuera de España.

Trashorras había nacido en San Xillao de Ferreiravella. Su padre es concejal de Riotorto desde 1924 en la corporación presidida por Justo Díaz Iglesia. Son cuatro hermanos; él, Virgilia, Manuel y María Arsenia, que muere muy joven.

Estudia en el seminario de Mondoñedo y es ordenado sacerdote en plena guerra. Sucesivamente es capellán del hospital mindoniense de San Pablo, capellán del 16 Batallón de Infantería de Mérida, con el que participa en la batalla del Ebro, y párroco ecónomo de Oirán (1940), Ove (1941), y Nosa Señora dos Remedios, otra vez en Mondoñedo, hasta 1954.

Desde 1946 da clases de Historia Universal, de España y de otras asignaturas en el seminario. En 1957 ocupa la cátedra de Historia Eclesiástica, Arte Sacro e Introducción a la Liturgia. Se le recuerda como un profesor muy ameno, gran fumador de Rex e inventor de una curiosa fórmula para echar a los revoltosos: “Si Dios no lo remedia, te pongo de patitas en la calle”.

El año 1958 lo nombran rector del Seminario, y lo será durante nueve años, cuando es vocal de la Comisión Diocesana de Apostolado Litúrgico, y luego, examinador Sinodal, censor de Oficio, delegado de la OCSHA, delegado de Seminarios y director diocesano de la Adoración Nocturna.

Por otro lado, su preparación pasa por los estudios de Historia Eclesiástica en la Universidad Gregoriana de Roma, de la que se licencia en 1956 con summa cum laude, para doctorarse después.

El Derecho Canónico lo estudia en la Universidad Pontificia de Comillas a partir de 1967, que es cuando comienza su relación con la ISI y con el Ministerio de Información y Turismo como asesor religioso.

Fallece en Madrid el año 1984.

Antonio Miño, el padre de las Casas Baratas

Domingo, 13 de Diciembre, 2020

El proyecto sale adelante luego de sortear numerosas dificultades y se adjudica en menos de un millón de pesetas

SE GANÓ CON creces el título de lucense, porque Antonio Miño Seoane (Cambre, 1897), fue el impulsor y el factotum de la cooperativa que crea en la ciudad las Casas Baratas.

Miño Seoane nace en la parroquia coruñesa de Santiago de Sigrás y fallece el 3 de mayo de 1957 en Madrid. En esos 59 años se casa con Consuelo Fugarolas Real, tiene siete hijos _ dos inspectores de Hacienda, un interventor de Fondos, un médico, un ingeniero de Minas, una enfermera… _, es corredor de Comercio en Lugo, da clases en los Maristas, es funcionario en la Delegación de Hacienda de Lugo y delegado de ese ministerio en Zamora, Santander, donde recibe la encomienda de la Orden de Isabel la Católica, y Cádiz.

Víctor Ceniceros, que le acompaña en la aventura, lo considera un hombre extraordinario. Las Casas Baratas, o Colonia Miño, nacen en una tertulia del Círculo. Bien entendido, allí se habla de constituir una cooperativa que las haga realidad. Se convoca a los lucenses y tras varias reuniones, el 15 de julio de 1928 se aprueba el reglamento y se da el primer paso.

Los doscientos lucenses que la forman eligen a Miño Seoane como presidente y a Leopoldo Gasalla Domínguez como secretario. ¿Cuántos pensarían entonces que se llegaría hasta el final?

El objetivo es construir una urbanización “lógica y con toda clase de servicios”, de acuerdo con cuatro tipos de viviendas, entre las siete y las treinta mil pesetas que incluían todos los costes.

Expuesto el plan en el Centro Obrero, la UGT se muestra en contra porque ellos cuentan con la cooperativa nacional Pablo Iglesias, que pretendía levantar otra barriada que jamás se consigue.

El siguiente paso es la elección de los terrenos. Son los comprendido entre Lamas de Prado, Carril da Vella da Manta y Campo da Forca. Esta elección echa para atrás a muchos, y de los 200 iniciales, solo se mantienen asociados 49. Estaban muy lejos, decían.

Se encarga el proyecto al arquitecto Eloy Maquieira Fernández, que reduce los modelos a tres tipos de casas. Son 30.000 metros cuadrados que cuestan 160.000 pesetas.

Ramón Varela, Constantino Díaz y el propio Antonio Miño realizan una compleja labor de compra, documentación y registro.

Maquieira se hace cargo del proyecto en 1930. Se le pide gran celeridad, pues lo quieren presentar al ministro de Trabajo, Pedro Sangro Ros de Olano, IV marqués de Guad el-Jelú, durante su visita a Lugo. Y así se hace en el Méndez Núñez.

Del ministro se busca que el proyecto obtenga los beneficios de la Ley de Casas Baratas en forma de subvenciones y de exenciones tributarias, lo que va a ser apoyado por el diputado lucense, Ubaldo de Azpiazu y Artazo, sin demasiado éxito.

La solución pasa entonces por la sociedad Fomento de Obras de Barcelona que realiza contratos con las cooperativas a base de gestionar directamente la obtención de subvenciones y anticipos, pero la llegada de la República también chafa esta salida.

En 1935 Antonio Miño logra un préstamo de 616.865 pesetas del Instituto Nacional de Previsión y la Caja Regional Gallega, lo que sumado a las aportaciones voluntarias alcanza para licitar las obras.

Acuden cuatro contratistas, los lucenses José Gil Vázquez y Cesáreo Pérez, el vigués Manuel Pérez Alcalde y el coruñés Enrique Raso Salorio, al que se le adjudican por ser el mejor postor con la increíble cifra de 982.871 pesetas, todavía un 5 por ciento más baja que el presupuesto.

Aún quedan otros problemas, pero en 1937 el proyecto es una realidad.

El contradiós mejorado

Jueves, 10 de Diciembre, 2020

Pombo

Lo que emite a este gobierno puede pertenecer a distintas instancias que por lo visto ni son comunicantes, ni están coordinadas, ni nada de nada.

Sabíamos desde su formación que se habían coaligado dos fuerzas y pronto cada una de ellas dio muestras de independencia en la toma de decisiones más IVA, Iván Redondo. Lo malo vino cuando nos dimos cuenta de que no solo era bicéfalo, sino también que las dos cabezas hablaban sin haberse puesto de acuerdo previamente y los roces entre los departamentos, o incluso entre las vicepresidencias, estaban a la orden del día.

Da igual que sea política internacional, que nacional; la justicia, los símbolos o el territorio. Se ha implantado el doble o triple criterio, que es como la doble moral y sirve para enmascarar todo lo que sea necesario en cada caso.

Con el apoyo a los presupuestos de las formaciones más desintegradoras del Estado, el doble discurso se ha multiplicado por dos y ahora tenemos cuatro o cinco, complicando la supervivencia.

Existen discursos constitucionalistas, pocos, y rupturistas, la mayoría. Tenemos europeístas y populistas; tenemos ministros defensores de los cuatro días de trabajo semanal, y ministros que reaccionan diciendo en alta voz la imposibilidad de la tontada. Partidarios del referéndum en el Sáhara y presidentes que tiemblan al escucharlo.

Cómo será la cosa que ayer, un diario que defiende claramente al gobierno, no ha dudado en calificar de tercermundista a la parte eclesial del gabinete. Eclesial, de Iglesias, por supuesto.

Según Álvaro Pombo, la palabra que mejor nos definía a los españoles era contradiós, un disparate absurdo y opuesto a la razón. No recuerdo cuándo lo dijo, pero fue mucho antes de lo que hoy estamos viviendo. Ahora habría que añadirle también un sindiós.

Eduardo Cumbraos, el presidente que refunda el Círculo

Jueves, 10 de Diciembre, 2020

Fue durante catorce años secretario municipal de Baleira y posterior recaudador de contribuciones

HUBO 24 PRESIDENTES del Círculo antes que él, pero Eduardo Cumbraos y Fouce (Lugo, 1841), que lo es desde 1894 a 1899, se convertirá en el más decisivo, pues desde el primer momento se esfuerza en conseguir un edificio propio, el que hoy disfruta.

Cumbraos estudia en el Seminario, pero cuelga la sotana para trabajar en la escribanía de Portas, y tras permanecer 14 años siendo secretario municipal en Baleira, regresa a Lugo como recaudador de Contribuciones, dejando en aquel ayuntamiento una estela de honradez a prueba de caciques.

Esta condición profesional y su rectitud de conducta serán determinantes para el éxito del proyecto.

Siendo socio bajo el mandato de su antecesor, Manuel Arrieta, Cumbraos se hace eco del sentir de muchos de ellos y propone emprender la compra de los terrenos oportunos para una sede rumbosa y digna con la que el Círculo se arraigue definitivamente en Lugo.

La compra no puede ser más simbólica y adecuada, pues primero se adquieren tres solares de 737 m² en la calle Aguirre, todavía con Arrieta, y ya con él, en 1895, el terreno entre la Plazuela del Colegio, la Plaza de la Constitución y Aguirre con otros 729 m².

Cinco años antes había muerto su madre, María Josefa Fouce y Díaz, y su familia quedó reducida a su hermana Manuela y a una sobrina, María Villamide, hija de su otra hermana, Dolores, por lo que todo su tiempo libre puede encauzarse hacia la obra. La nueva directiva que él preside cuenta con Camilo López Pardo, Manuel Andrade, Manuel B. Carro, Juan López Peteira, José Bolaño y Norberto Dávila, así como una comisión de otras seis personas encargadas en exclusiva del edificio. Por renovación de cargos entrarán en la directiva Juan Bellón, Antonio Goy, José Vega Blanco y Jesús Iglesias.

El primer paso es la emisión de un empréstito amortizable con devengo de intereses al 6 por ciento por valor de cien mil ptas, repartidas en acciones de 100, que se satisfacen al contado, o en cuotas mensuales de un duro. Luego se ampliará con otro de 40.000 ptas.

No hay problema para cubrirlo muy pronto. Elegido Luis Bellido como arquitecto, en enero de 1896 se subastan las obras con un tipo de unas 90.943 increíbles ptas y 70 cm. Gana la subasta el contratista José Vila Veral.

Desde el 30 de junio de 1897 hay muchas y variadas fiestas e inauguraciones. La entrega de las obras, el abandono de los anteriores locales, el banquete de los socios, el primer baile… y el primer problema. Como los socios acuden con sus hijos, muchos de ellos niños todavía, arman tal escándalo que en lo sucesivo se prohíbe la entrada a los infantes.

Pero el resultado asombra a todos y quienes conocen la sede la comparan con la de El Sitio, de Bilbao, el único de España a su altura. Los frescos del italiano D´Almonte _ considerados unos derroches artísticos_, son muy ponderados y en general Bellido y él solo escuchan parabienes, lo cual en Lugo es harto raro.

Como prueba del agradecimiento que los socios sienten, se encarga un retrato de Cumbraos al pintor Gumersindo Pardo Reguera y se acuerda que permanezca siempre expuesto en la sociedad. Asimismo, se le nombra socio de mérito mediante un diploma dibujado por el socio Flores. Tampoco hubiese sido un exceso hacerlo presidente de honor.

Cumbraos muere en 1902 y su entierro es un desfile de lucenses agradecidos, con una comitiva de todas las representaciones, veinte pobres que siguen el féretro y profusión de coronas, una de las cuales, naturalmente, es la ofrecida por el Círculo.