Chicarro y Leguinechea, barcos y honra
Domingo, 20 de Diciembre, 2020
El marino de Viveiro, héroe en cien batallas, se niega a bombardear la Numancia de los cantonales
NACE Y MUERE el mismo día del mismo mes con 77 años de diferencia, el 6 de julio. Nicolás Luciano Chicarro y Leguinechea (Viveiro, 1812), fue un contraalmirante de la Armada, hijo de un teniente de navío de nombre Joaquín, casado con Margarita. El origen de la familia es leonés, aunque el oficio los acerca hasta al Landro para tener allí a Nicolás.
Enrique Chao Espina descubre en la parroquia de Santiago a Margarita registrada como madre de la criatura con más apellidos de los necesarios, pues el cura, quizá por verlo demasiado largo, la inscribe como Margarita Leguine Chea y Olaeta. Anótese que es Chao quien descubre a Chea.
Solo tienen que pasar 20 años para verlo en la Armada y 22, a bordo del bergantín Guadiana en dura brega contra los carlistas para dejar su nombre en las acciones de Pasajes, San Sebastián y Guetaria (1834).
Dos años después combate en la ría de Bilbao y en Galdácano. Sus biógrafos se recrean en una maniobra de singular riesgo, pues logra introducir en la ciudad sitiada un buque cargado de víveres y munición.
Más adelante se le encarga la gestión de las baterías de Portugalete, como se diría hoy, y en 1839 hace retroceder a los carlistas desde Las Arenas hasta Algorta. Para ello baja con tropa de los barcos y pelea en tierra.
Cinco años después, capitaneando el bergantín Nervión, bloquea las plazas de Alicante y Cartagena, donde captura varios buques. Y lo mismo ocurre en Barcelona durante la Jamancia, o sea, la revolución centralista.
Siendo capitán de navío, es nombrado capitán del puerto de Sevilla el año 1866 y ascendido a brigadier de la Armada dos años después. En su haber figuran todos los altos cargos de Marina, excepto la cartera ministerial, y no por no haberla alcanzado, sino porque la rechaza en dos ocasiones para verse limpio de política.
Por el contrario, fue comandante general de los departamentos de Cartagena, Ferrol y del Apostadero de La Habana en sucesivos mandatos. Lo nombran vicepresidente del Almirantazgo y comandante general de la escuadra del Mediterráneo. En cuanto al mando de buques, los suyos navegaron por mares de Europa, Asia y América.
De su prestigio marinero y militar habla a las claras la actitud de varios generales, como Juan Topete, que cuando se forma la escuadra para combatir a los cantonales de Cartagena _ el sindiós contra la república _, se presentan como voluntarios para navegar con Chicarro.
Precisamente va a ser en Cartagena donde consigue la fama histórica. Los del Cantón deciden huir en los buques que controlan. Uno de ellos es la fragata Numancia que suelta amarras abarrotada de gentío y sin opción de defensa. Al mando de la fragata Vitoria, Chicarro le corta el paso y le dispara una andanada de aviso sin recibir respuesta.
La tiene a placer, pero en ese momento, dice la frase contraria a la de Méndez Núñez, pero que para la ocasión es tan gloriosa como la de don Casto:
_ ¡No! ¡Yo no echo a pique ese hermoso buque de mi patria!
Para añadir a modo de explicación:
_ Tenemos muy pocos, va de huida y no se bate. ¡La hazaña sería muy fácil, pero muy costosa a la Marina!
Es decir, prefería honra y barcos al mismo tiempo. Nombrado caballero de San Fernando, luce también las grandes cruces de San Hermenegildo, de Isabel la Católica y del Mérito Naval.
Fallece en Ferrol el año 1889 y le sobreviven dos hijas; una se casa con el teniente y dramaturgo Pedro de Novo Colson, que lucha con él en Cuba, y la otra, con el capitán de fragata José María Carre. (más…)