Tarifas congeladas

Para contar esta historia es necesario estar en posesión de un desconocimiento mayúsculo sobre las tripas, funcionamiento y preparación de los consejos de ministros bajo la presidencia de ZP, cual es nuestro caso. La ignorancia incluye también la comparativa con los entresijos de los consejos anteriores, o incluso si sigue vigente el secreto que pesa sobre todo cuanto se delibere una vez que se reúnen los ministros para ponerse a decretar como locos.
Sólo así, con ese amplio bagaje de insuficiente información, se puede explicar que el titular de Industria llegue a la reunión con la propuesta de subir las tarifas eléctricas domésticas y salga de ella sin haber logrado su propósito, con el rabo entre las piernas y la nueva tarifa entre los dientes.
Basados en el mismo principio desinformativo hay que imaginarse el siguiente diálogo, previo al día de autos:
_Clos/Solbes: Vamos a proponer una subida eléctrica del 1,8 por ciento.
_ZP: No lo hagáis, porque os la voy a tumbar como Legrá a Winstone.
_Clos: Pues yo la llevo, la llevo y la llevo.
_ZP: Allá tú.
Otras posibilidades son: que el presidente no supiera que Clos la llevaba, que lo supiera y se arrepienta en el último segundo, o bien, que la haya propuesto un señor que pasaba por allí.
Queda una más, cual es que se monte el paripé en beneficio del presidente, aún a costa de que los administrados comparen la descoordinación de su consejo con la de un ballet de patos mareados.
Como se recordará, entre las preguntas absurdas que Rajoy formuló al presidente el pasado día 13 en el Congreso, figuraba la recomendación de no subir las tarifas eléctricas domésticas, tal como ocurrió esta semana. Es decir, que el absurdo viene de atrás y el déficit que UNESA reclama para ser compensado se prolonga en el tiempo hasta que no quede más remedio. Y entonces será el rechinar y crujir de dientes.
Vamos, eso dicen.

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