Con él llegó el verano
A Rato ya le han escrito en varias versiones lo que va a hacer de su vida en los próximos cuatro años y pico. A medida que avance el verano sabremos hasta su horario.
Desde que se conoce su renuncia a la gerencia del Fondo Monetario Internacional se han formado varios grupos de adivinos y de afectados, que van desde la derecha esperanzada con su posible vuelta a la política española, a la derecha cabreada por las mismas razones.
Y esto es así porque nadie es capaz de explicar su regreso sin añadir a continuación las más altas misiones en la vida pública española, tan necesitada de sus más preclaras mentes ahora y siempre, aunque a algunos les produzca un sarpullido aftoso por alguna de las actuaciones de Rato en contra de sus intereses empresariales.
Por supuesto que entre las versiones de los pitonisos se mencionan dos o tres jugosos destinos en sector privado, incluyendo la presidencia de grupos mediáticos, bancos, cajas de ahorro, o la dirección del trust turronero de Jijona. Cualquier puesto le aviene y cualquier instancia no es lo suficientemente elevada para que no pueda pretenderla. Un hombre del prestigio de Rato, recién llegado de la NBA del dinero, elige equipo y elige entrenador. Pero esa posibilidad sólo se menciona para cubrir todos los frentes. Y entonces se formulan las hipótesis de la amplia gama; una de tres, o viene a ser el dos de Rajoy, o viene a ser el uno de una gran empresa, o viene a ser el cero de su jubilación y de la vigilancia educativa de la prole. Así acertamos seguro.
Si nos atenemos a sus palabras, acertará quien se incline por esta última opción, que es la que se paga mejor en las apuestas, porque nadie se la cree.
En cualquier caso, el anuncio de su aterrizaje desde Washington ha sido como la llegada de un gallo al gallinero revuelto. Todas las gallinas han detenido su cacareo y sólo tienen ojos para él. Se barruntan cambios en los palos por mucho que él diga que viene a quedarse a ras de tierra.
No pasará mucho tiempo sin noticias.