A callar
A José Blanco se le está poniendo cara de Benegas, que no de BNG. Será que la función hace el cargo, hace el rostro y hace todo, porque la verdad es que lleva un agosto muy ajetreado con tanto fuego que apagar y tanto díscolo asilvestrado esperando septiembre para darse el atracón.
Por mucho que Nadal le mande callar, si Blanco dice que el tripartito catalán está perdiendo la confianza de los ciudadanos será porque tiene datos en la mano. A nadie se le ocurriría desde su cargo hacer una advertencia de ese tamaño si no la tuviese avalada, como poco, con una encuesta telefónica, una velada con amigos o algo. Quienes no son Blanco, ni tienen obligación de basarse en sondeos, ya han oído más de una vez este verano que el dinero en Cataluña ha dado señales de miedo, que es la fórmula fina para decir que el mundo financiero está algo acojonado con lo que ve a su alrededor.
No es de extrañar, porque si el grueso de la población no considera que el Estatut sea una de sus prioridades, y al mismo tiempo comprueba que a eso anda toda la clase política, acaba por concluir lo mismo que Boadella, Espada, Azúa y compañía, es decir, que Cataluña necesita otro partido político y otros representantes que den la talla adecuada a tan importante, moderna, activa y dinámica sociedad. Una sociedad que no se identifica en absoluto con la payasería andante que denigra a la izquierda, a la república y a Cataluña entera.
Dirán que eso es lo que se ha votado en la última llamada a urnas y tendrán parte de razón. Se ha votado así para que CiU se dé un garbeo por la oposición y para que otros toquen poder y se hagan merecedores de repetir. Lo que Blanco les dice es que no le están saliendo las cuentas y que a lo mejor se les rompe el amor de tanto usarlo. Que Nadal le conteste pidiéndole silencio es síntoma de dos problemas, uno que tiene el PSE y otro que tiene el PSOE.