La obsesión
Hoy presento en Madrid un libro sobre algo que puso los pelos de punta a millones de personas durante siglos, la catalepsia. Para ser exactos habría que decir que los sigue poniendo, como nos recordó hace dos semanas Lolita Flores, que vive angustiada por la tanatofobia, el miedo a ser enterrada viva, seguramente debido a experiencias familiares o de gente cercana.
Así he titulado el libro, ‘Me han enterrado vivo’, porque es la expresión última de quien por desgracia para él, comprueba que padece catalepsia en última instancia, es decir, en la tumba.
Las actuales generaciones compartimos al menos una de estas notas comunes. Haber oído los relatos temerosos de algún familiar como acaba de hacer Lolita; haber leído ‘El entierro prematuro’, de Edgar Allan Poe o haber visto ´La obsesión´, la película de Roger Corman interpretada por Ray Milland sobre el texto de Poe.
La historia de este síndrome, llamado “la reina de los sustos”, depara un relato tan terrorífico como curioso, y fue la falta de un libro que la recogiese desde el observatorio de la actualidad lo que me llevó a escribirlo.
Dicen quienes lo han leído que sorprende y angustia en igual porcentaje. No renuncio a ninguna de ambas consecuencias, porque las dos nos ayudarán a reducir los casos de extrema catalepsia, que todavía escapan al control de la ciencia y la medicina.
El aspecto más atractivo de “la peor muerte posible”, como también se le llamó, es su indefinición. En ella, todo es posible y nada es descartable, de modo que si les hablan de la catalepsia en términos absolutos, como “ya no existe” o “la produce tal cosa”, no lo crean, porque su historia demuestra hasta qué punto se camufla entre las enfemedades, el faquirismo, los espectáculos e incluso, entre las defensas que el hombre tuvo para sobrevivir a lo largo de los siglos.