Enseñar a un sinvergüenza

La verdad es que una mordida de 15.000 euros es una porquería, salvo que se repita mes tras mes. Sabiendo que los millones circulaban a la misma velocidad que los contagios de la covid y siendo destacado muñidor del partido que está en el Gobierno, 15.000 euros suena a mordida mínima interchorizal.

A la vista está que lo mismo te va a costar meter la pala en las montañas de dinero público, que agarrar un fajo, cobrar un pico de los conseguidores, o malversar mil millones de euros de los ERE andaluces. O te retrasan el juicio hasta que entras en moribundez, o te amnistían por ser un buen chico, o te nombran jefe de blanqueo de la UDEF, si es que ya no lo eras.

Todo ello pone de relieve la notoria necesidad de una cátedra sobre captación de capitales públicos, una medida que no hemos querido ver de urgente implantación hasta que Begoña nos abrió los ojos, como hizo Nebrija con la gramática, Ramón y Cajal con las neuronas y Ortega con el ser y sus circunstancias.

15.000 euros es una mierda de mordida. Un corrupto de pro no se levanta de la cama por menos del doble de esa cantidad y, por supuesto, no admite una cita en un bar cualquiera para recibirla si no va acompañada de un buen chocolate con churros y porras. No a los sobres con caña y jamón del mono, no a las entregas sin glamour. Acabemos con la corrupción de medio pelo. Dignifiquemos la profesión no con una mísera cátedra triste y solitaria, sino con toda una facultad donde hacer prácticas con churros de verdad.

Una Facultad de Captación de Mordidas y Comisiones de donde salgan promociones de alumnos bien formados, sin escrúpulos ni arrepentimientos, donde tanto se enseñe a tirar de la manta como a negar lo que sea menester tras las acusaciones pertinentes. Una institución que prestigie una actividad cada vez más extendida.

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