Made in USA
Las ciudades norteamericanas, sus fiestas o sus comidas comparten el mismo sello que sus convenciones políticas, sus puestas en escena o sus intereses. Quienes no somos Made in USA las distinguimos muy bien gracias al cine, y de esa forma siempre sabremos cuál es la canadiense en un paquete de doce películas.
Trump ha rizado el rizo de lo norteamericano para ganar unas elecciones de forma clara y contundente, como ningún estudio demoscópico supo adivinar, como tantas veces nos ocurre por estos pagos.
El ingrediente secreto de Trump —ese toque de mamá que distingue su tarta de manzana, su mantequilla de cacahuete, o su pavo de Acción de Gracias— se llama MAGA (Make America Great Again), o sea, “Haz que Estados Unidos vuelva a ser grande”.
No es la primera vez que lo utiliza un candidato a la presidencia, y él mismo se acoge bajo el eslogan para ganar la primera vez, pero quizás en esta ocasión es cuando mejor se adaptan las circunstancias históricas a lo que expresa MAGA y a lo que representa Trump, un hombre sin demasiados escrúpulos para lograrlo por encima de los propios condicionantes del Partido Republicano.
Por eso Trump ha repetido más veces la palabra movimiento que partido. Es su movimiento y a él quiere deberle la victoria, una palabra que a los españoles les recuerda aquel otro que se mantuvo en pie durante cuatro décadas del siglo pasado.
A este de Trump lo han votado mayoritariamente en un país formado por inmigrantes más o menos lejanos, pero que a nadie debe sorprender el sentido de su voto, porque Trump les promete el certificado de que han llegado a esa tierra de promisión. Sin embargo, a quien lo intente sin papeles a partir de ahora, no le va a ir tan bien.
Eso, entre otras menudencias.