Porque lo digo yo

En esta semana de horrores encadenados se han escuchado frases que merecen el pase a la historia, para bien o para mal, de sus autores. Tres de ellas me han impactado severamente y deseo participárselas por si coinciden o disienten.

La primera que me atrapó y de la que no creo librarme jamás, vino de los dulces labios de la portavoz, representante o bocachanclas de Sumar, Aina Vidal, que se reveló el día de la torrentera como una experta en parlamentarismo al justificar la famosa votación de los consejeros de RtvE diciendo que “los diputados no estamos para ir a Valencia a achicar agua”, síntesis de la esencia política, interpretada por quien ni ha dado ni está dispuesta a dar un palo al agua, aunque en este caso hablamos de recoger el agua con pala.

Es lógico que doña Aina se quede en Madrid, pues perteneciendo a la formación a la que pertenece, bastantes goteras tienen que achicar dentro como para ocuparse de Valencia. Solidarios que son.

La segunda frase nos la ofrece Pedro Sánchez y, siendo desafortunada, la han convertido en grandiosa los medios que se lanzaron a propalar que no la pronunció. Es cierto, el presidente dijo exactamente: “si necesitan más recursos, que los pidan”, y ahí están los vídeos que lo atestiguan. No hace falta hacerse sangre para negarlo.

Quiero creer que sólo es desafortunada y que en estos momento él mismo la retiraría si pudiese. Por eso la pléyade de corifeos se ha encabritado para negarla, porque es nefasta a oídos de cualquier español y porque permite lanzarse a la yugular de su autor.

La tercera pertenece a la doctrina de Perogrullo y se debe a la Reina Leticia, que la ha hecho la frase más sensata de la semana:

—“¡Pero cómo no van a estar cabreados!”

Diga que sí, majestad. Hay cosas que son de cajón.

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