El pájaro de las plumas de cristal

Los tocamientos padecidos por la mascota del Español —un periquito plumero menos sexy que el utillero del Barakaldo—, ponen de relieve hasta qué punto se están desparramando los asuntos de bragueta, el fútbol y el libre albredío.

El Español se había presentado al borde del campo con las dos mascotas habituales. Debajo del periquito macho había un chaval, y debajo de la periquito hembra, una chica; y ese detalle obraba en poder del futbolista atacante, por lo que se lanzó hacia sus pechos como si fuese la primera vez que veía a un perico desnudo, sin desplumar; vamos, tal como Platón llamó al hombre, un bípedo implume

El ataque tuvo lugar en abril de 2019, hace cinco años, los más abundantes en jurisprudencia sobre los comportamientos de un sexo para con el otro.

Este caso, que ni es el más grande de los ocurridos ni de cerca, contiene sin embargo la explicación en parte de lo que ocurre.

El periquito que motivó el arrebato, ni era seductor ni dejaba de serlo, es una mascota histórica que recuerda la época en la que los seguidores del Español veían los encuentros empoleirados en unas tablas, a semejanza de los pájaros que permanecen sobre los listones horas y horas.

El futbolista atacante, por una razón u otra, sabía que debajo de las plumas, había una mujer. Blanco y en botella. Lo que corresponde en estos casos es un ataque a la zona media, rápido, disimulado, sin pensárselo y sin darle mayor importancia. La recompensa será comentarlo con la plantilla. “Le he tocado los pechos al periquito femenino”, y a vivir que son dos días.

Han pasado cinco años y lo ha juzgado. Ya hay sentencia. No se puede decir que se hayan lanzado a la carrera, pero otros también pensarían que jamás habría justicia para el periquito encapuchado.

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