El resplandor
Un indepen necesita un grado suficiente de incultura e ingenuidad que le permita creer las engañifas preparadas por sus jerifaltes para sustentar la trola. A un tipo leído e informado no se la cuelan tan fácil.
Eso no es nada nuevo porque la historia se escribe al dictado de los señoritos, como se demuestra a cada paso.
Pero ahora también les ha dado, así como si fuera un resplandor a lo Stephen King, y cada vez abunda más la chulería, el engreimiento y la mala educación, como si a lo uno le fuese muy bien con lo otro.
Se trata de que los pregoneros de sus fiestas concluyan la pieza, siempre emotiva y localista, con un vibrante ¡Puta Espanya!, a la espera de que nos fastidie muchísimo y pensemos en la tristeza tan inmensa que nos embarga por no ser catalanes, ahora que van a tener la llave de la caja, la caja y todo lo que haya dentro de ella.
La controversia es de tal altura que pugnan por saber si un presentador de la tele pública puede saludar a sus espectadores con un “Puta nit i bona Espanya”. Ustedes ya me entienden, un chiste como para desternillarse de risa, del mismo nivel que la frase de los pregoneros.
Estos dos ejemplos bastarían para quitarles la razón a quienes hacen del insulto su santo y seña, pero tampoco conviene darles demasiada importancia. De niños usábamos para estas ocasiones un latiguillo tan inocente como eficaz.
Si a alguien se le ocurría dirigirnos insultos como los del presentador y los pregoneros, saltábamos al instante y contestábamos: “Quien lo dice lo es y tiene el culo al revés”. Nada del otro mundo, pero te quedabas más ancho que pancho, que es como me voy a quedar ahora en contestación a tan ingeniosos epítetos.
Quién nos iba a decir entonces la utilidad de la frase ante tan profundos resplandores.