Cargando con el muerto
Cuando alguien se manifiesta tras un asesinato machista con una careta blanca en la que se ha escrito ¡Basta ya!, ¿a quién se dirige?
Temo que sea un nuevo caso de culpabilización colectiva contra el hombre blanco, heterosexual, occidental y liberal, o sea, yo.
Lleva uno tantas acusaciones encima que una más no importa. Somos los contaminadores del planeta por excelencia, ya sea en tierra, mar y aire. Nadie como nosotros para llenar de mierda los ríos de la India y las playas de África.
Los cientos de especies animales que desaparecen a diario lo hacen por nuestra culpa y si además somos españoles, añadamos varias escabechinas y genocidios múltiples. Somos lo peor, y no uno a uno, que de todo hay, sino en conjunto, como cuando se habla de las chinches, que no hay chinche buena.
Por eso no se aclaran las razas ni las nacionalidades de los autores de los crímenes. Es violencia machista en general y arreando.
Y ahora nos salta la ministra de Igualdad con que hay que dar visibilidad a la violencia y no negarla. ¿Pero de qué aeronave se bajó esta señora?
Si toda su propaganda manipuladora les sirviese de algo, yo estaba dispuesto a cargar con las culpas del Diluvio Universal, la matanza del día de San Valentín y varios pogromos de Stalin. Ni siquiera proporcionalmente me tocaría a tanto, pero como sé que todo es una sucia jugarreta del foro de Sâo Paulo, de la agenda 3050 o de Mefistófeles, les pido a los manifestantes que concreten algo más hacia quién o quiénes dirigen sus acusaciones, porque hasta ahora acordábamos que se trataba de la maldad del hombre, fuese varón o hembra; rubio, albino o morado; occidental, oriental o septentrional; hetero, multidisciplinar o concupiscente.
Si han establecido clases exentas, que lo digan.