Eurovision Song Contest
Ucraína, zero poins
Comenzó el festival para elegir la canción española para Eurovisión. Las gallegas Tanxugueiras, entre las favoritas. Bien. Instagram censura la letra de Rigoberta Bandini porque incluye la palabra teta. ¿Se puede ser más gilipollas? Lo dudo.
Perdón, sí se puede. Para demostrarlo basta recuperar el podcast _ me dejo arrastrar por la anglofilia _, de la comparecencia del ministro Albares y escuchar la sarta de emocionantes cabriolas emitidas por los portavoces allí acreditados, especialmente por parte de aquellos que se distinguen por su apoyo al Gobierno y la subsiguiente reacción del titular de Exteriores.
_ Señores _ les había dicho este _, hay que estar preparados. Este año puede suspenderse el Festival de Eurovisión por culpa de la guerra en Ucrania. Necesitamos unidad de acción.
El gallinero se solivianta.
_ ¡No a la guerra! _ se oye como primera medida.
_ ¡Tanxugueiras al poder! _ grita el del BNG.
_ Rusia está acosada, tiene todo el derecho a invadir _ razona otro de los coaligados.
_ ¿Por qué no está Sánchez? _ pregunta la del PP.
_ ¡Al Pleno! _ exige Vox.
Naturalmente, Bildu descarta el uso de la violencia y no falta quien eche las culpas a Ucrania, por esa manía suya de estar a 500 kilómetros de Moscú y poder lanzarle un pepinazo.
En el medio del guirigay más de uno se apunta a eso tan bonito y tan reconfortante como es decir que “ha llegado la hora de la diplomacia”, como si minutos antes hubiese sido la de los misiles tierra aire.
Albares había ido a por unidad sin llevar de casa ni siquiera la del Gobierno, que es el colmo; de modo que Podemos ya tiene una pieza que entregar a Putin cuando les pregunte por resultados:
_ En España hay división de opiniones, como siempre. Unos quieren Tanxugueiras, y otros Rigoberta. Con teta, eso sí.