Ridicule
En cada época, el suyo
Los columnistas solemos repetir como papagayos que la frase “en política se puede hacer de todo menos el ridículo” es una genialidad de Josep Tarradellas, pronunciada en algún momento tras su regreso a España.
Y sí, en efecto es lo primero que te sale si la buscas en Google, como recomienda el ministro Castells a manera de método para encontrarte con el conocimiento. Pero ese inmenso lugar repleto de magapíxeles, además de contener mucha información también es un eficacísimo multiplicador de errores y si el señor ministro pretende blanquearlos y darlos por buenos, nos está condenando a la miseria intelectual. Adiós Universidad, adiós ciencia y adiós regatos pequenos.
A modo de ejemplo diremos que el periodista y escritor cordobés Juan de Dios Mora, autor de novelas como Los templarios o Pelayo, ya utiliza esa frase en uno de sus artículos más de un siglo antes de que Tarradellas tuviese oportunidad de hacerlo, y con ello tampoco certificamos que sea original del hombre, porque para asegurarlo habría que excavar a mayor profundidad.
Todo esto viene a cuento, no solo de las pretensiones de Castells, sino de la abundancia de ridículos vividos en los últimos tiempos, hasta el punto de que hemos tropezado varias veces con la mentada frase, y siempre arrastrando el mismo error sobre su autoría.
Servía para comentar el ridículo del independentismo peleándose unos contra otros, el que se vivió con la ampliación del Prat, el relacionado con la denuncia falsa de Malasaña, el obispo de Solsona, el la media luna indultada en Valencia, el de copiar en exámenes según Castells, el del precio de la luz con este gobierno tan social; los de tantos y tantos que se suceden a diario sin solución de continuidad que muchos acuden a Tarradellas para contarlos, pero se olvidan de Dios.