Alfonso Tobío, especialista en trombos y augur de la pandemia

El médico de Viveiro ingresa en la Academia con un trabajo sobre accidentes vasculares

EN LA FAMILIA Tobío hay siempre alguna mujer que lleva el nombre de Minia porque un antepasado suyo, Luis Tobío, trae de Cádiz a Brión la momia de la santa así llamada, patrona hoy de aquel municipio coruñés que celebra en su honor una romería de fama en toda Galicia.

No es el único ancestro con una historia que contar, pues la bisabuela de nuestro personaje, María Josefa Martínez Viojo, era hermana del padre de Rosalía de Castro _ el sacerdote José M.V. _, y una de las dos hermanas que cuidan de la escritora en un primero momento.

A esa familia pertenece Luis Tobío Campos, maestro de escuela galleguista en Viveiro y Santiago, amigo de Manuel Murgía. Él mismo llega a publicar cuatro libros de versos.

La familia de su madre, Mélida Fernández, tampoco es coja, pues son los Pardo Vaamonde, pero la generación de Alfonso Tobío Fernández (Viveiro, 1911), no vive sobrada de recursos y el padre debe recurrir al sacrificio personal para dar carrera universitaria a ocho de los nueve hermanos.

Uno de ellos es Luis, el diplomático intermitente que hoy da nombre al colegio público de Viveiro. Y otra, por supuesto, Minia, a quien apadrina Alfonso cuando se case, como no puede ser de otra forma, en el santuario de Santa Minia de Brión.

Alfonso y algunos de sus hermanos estudian el bachillerato en el Instituto General y Técnico de Santiago, donde consigue premios en varias asignaturas, como también lo hará en la Facultad de Medicina.

La licenciatura se retrasa hasta el 1942 por culpa de la guerra, que él vive en primera línea como teniente médico.

Un año antes se casa en Lugo con María de los Ángeles Iglesias, hija del coronel de Infantería José Iglesias, en cuya familia figura también el comandante médico Honorato Iglesias. Volverá a Lugo con frecuencia debido a esta vinculación, y en la ciudad hará la primera comunión el año 1951 su hijo homónimo, también médico.

En 1944 vive un episodio trágico-cómico, pues el Gobierno Civil de A Coruña lo multa con 250 pesetas por proferir frases desafectas al régimen, a raíz de una denuncia. Sin embargo, días después el Gobierno aclara que ha cometido un error, ya que quien criticó a Franco no es Alfonso, sino Augusto Comas, al que le pasan la multa, claro.

Los ejercicios de 1954 y 1961 es premio anual de la Academia de Medicina en la que ingresa. El tema que aborda está de plena actualidad, pues son los accidentes vasculares cerebrales, los trombos, las embolias y la hemorragias.

El nuevo académico pronostica el avance que va a experimentar la investigación médica y asegura que se llegará a vencer el cáncer y otras enfermedades que en ese momento son causa de muchas muertes.

Pero el médico advierte premonitorio que “surgirán nuevas epidemias y padecimientos hasta ahora desconocidos”, para concluir que “nadie puede predecir lo que el futuro nos tiene reservado”.

Cree que se impondrá la especialización _ está hablando en 1961 _, pero que el profesional deberá conservar siempre unos amplios conocimiento de medicina general.

El doctor Tobío no tiene una buena opinión de quienes llama curandeiros, intrusistas y menciñeiros, pues en su opinión ejercen una influencia perniciosa en la salud de quienes tratan, además de ser ilegales.

Sus buenas palabras se las lleva el Seguro de Enfermedad, “la mejor y mayor obra que en materia de seguridad social ha realizado el actual régimen español”.

Alfonso morirá pronto, a los 55 años, en A Coruña.

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