Concha Fernández, el manuscrito encontrado en Becerreá

La filóloga, originaria de Lugo, y su marido han recogido miles de adivinanzas en toda España, publicadas en varios volúmenes

CUATRO PERSONAS MERECEN compartir el protagonismo de este cromo, a saber, Fernando Gabriel Fernández y Fernández, el sacerdote Gerardo Fernández López (Baralla, 1919), su sobrina Concha Fernández Fernández y el marido de ésta, José Luis Gárfer, todos ellos de orígenes lucenses.

La historia puede arrancar en 1966, cuando Gerardo Fernández, profesor y secretario de Estudios del Seminario de Lugo, publica en el Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos H y A el trabajo Un episodio inédito de la Guerra de la Independencia, que narra lo ocurrido entre el 5 de enero y el 25 de junio de 1809, período en el que allí permanece la caballería francesa, que perseguirá a los ingleses hasta el puerto coruñés.

Saltamos a los últimos años del siglo XX, cuando la sobrina del sacerdote, Concha Fernández, y su marido, José Luis Gárfer, profesores de Lengua y Literatura en un instituto de Madrid, recorren Galicia _ como vienen haciendo desde hace años por toda España _, con el fin de recoger adivinanzas con destino a un volumen que preparan para Edicións Xerais, similar al Libro das Adiviñas o Que cousa é cousa?, de Paco Martín, publicado anteriormente por Galaxia. El de ellos verá la luz el año 2000 bajo el título de Adiviñanceiro popular galego.

Cuando están en Vilar de Ousón, lugar de la parroquia de San Martiño de Cruzul, en Becerreá, localizan un diario de campaña manuscrito por un general francés durante la citada campaña. Se encuentra entre las pertenencias de Fernando Gabriel Fernández y Fernández.

El general Gérard, autor de las anotaciones, narra en ellas las últimas batallas libradas por las tropas de Napoleón, desde Burdeos a las montañas de Lugo, pasando por Madrid.

David Etienne Maurice Gérard ocupa también las 120 páginas de su crónica con “arengas, resoluciones, consignas y consejos de guerra, noticias oficiales sobre las campañas napoleónicas de Europa o el anuncio de la llegada de Napoleón I a España”, según resume Gárfer.

Varias entidades se interesan por la compra del manuscrito, aunque el deseo de su propietario era que permaneciese en Galicia y se estudiase la permanencia de Gérard en Lugo.

En realidad, la magna obra del matrimonio de descubridores se centra en el mundo de las adivinanzas y la ludolingüística, sobre las que han editado numerosos libros dentro de un objetivo global de recopilación.

Algunos de sus restantes títulos son Adivinancero y Acertijero antológico español, Calendario qué será será… y los adivinanceros Culto y Popular Español.

Sus investigaciones les llevan a localizar adivinanzas de la época precolombina de incas y aztecas, así como otras relativas a los dioses indoeuropeos como Brahma y Visnú, como las que citan a los curros de las rapas, metáforas del cielo. Para ello contaron con la colaboración de colegas del otro lado del Atlántico.

Todo surge de un deseo de ambos de apartar a sus hijos, Mercedes y José Luis, del nefasto influjo de la televisión, para lo cual se ponen a jugar con ellos a las adivinanzas. De ahí, a buscarlas por toda España fue cuestión de días.

Sus hijos son los ilustradores de algunos de los libros de sus padres, quienes solicitaron, todavía sin éxito, que la palabra adivinancero fuese admitida en el diccionario de la RAE, tanto para definir a la persona que propone los acertijos, como al conjunto de todas ellos.

En 2009 habían conseguido reunir 30.000 adivinanzas.

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