La escapada

Pablo y Julio miran hacia atrás

Dirán ustedes, y coincido por completo, que en las actuales circunstancias la renuncia a su acta de diputado en la Asamblea de Madrid por parte de Julio Rodríguez no es que sea un asunto menor, sino imperceptible, aunque siempre resulta interesante comprobar el grado de compromiso y sacrificio que atesoran algunos personajillos que ejercen de profesionales de las listas.

¿A qué se presentaba el ilustre exgeneral? Sí, lo han adivinado. A hacerse con alguna mamandurria en el muy hipotético caso de que el hombre del moño lograse entrar en alguna combinación de gobierno con Mónica García, que no lo puede ver, y con Gabilondo, que no lo quería ver.

Esfumada tal posibilidad por razones de contundencia ayusiana, desaparecido el moño, huido su propietario, ¿qué le queda a don Julio? ¿Tediosas sesiones asamblearias que impiden unas buenas siestas de manta y orinal? Eso, como mucho.

Pues que corra la lista, pues si ya ha salido por piernas el jefe, nada impide que su fichaje estrella se una a la escapada, y de esa forma, con dos saltos más, hacemos diputada a Lilith Verstrynge Revuelta y cumplimos el chotis de Agustín Lara que aquél le cantó para hacerla emperatriz de Lapavies, o diputada de Palomeras Bajas, que es su versión moderna.

Cuando escapa de los sitios donde está, a Julio le gusta decir que ha sido un lujo. Lo hace en campaña y lo repite para despedirse de Pablo. “Ha sido un lujo haber compartido camino”. ¿Por qué? Agárrense, que vienen curvas. El lujo viene dado porque el personaje es un ejemplo “de coherencia, generosidad y patriotismo”.

Si se pregunta a los españoles por las tres principales carencias en la dotación de Iglesias, la falta de coherencia, de generosidad y de patriotismo ocuparían los primeros lugares de cualquier encuesta, pero la perspectiva cambia si vas en una lista suya.

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