La gallina dijo Eureka

Marcos se lo dijo a los niños

A Iglesias, a su señora y a los restantes ministros de su partido no les ha gustado la sentencia que condena a su correligionaria Isa Serra por “atentado a la autoridad, lesiones leves y daños”.

Tampoco les agrada que la prensa diga cosas feas de ellos y le quieren poner un bozal rojo, aprovechando que hay virus y que el Manzanares pasa por Madrid.

No les parece nada bien que se relacione la mani del 8-M con el virus porque la alentó Irene y la chica nunca hace nada malo.

Y así todos los días, como solistas de un soniquete insoportable, engreído y simplón que parece más propio de una guardería en septiembre que de un grupo que comparte responsabilidades de Estado.

Su trayectoria, antes y después de la pesadilla nocturna de Sánchez, es un auténtico recital infantil plagado de caprichos e insensateces que no tendrían interlocutor a quien exponerlas si no se hubiese adueñado de la política española un siroco generalizado de caca, culo, pedo, pis, cuyo líder máximo es un señor al que le parece bien copiar en clase y presentar una tesis fin de carrera como si fuera uno de esos trabajos de corta y pega que piden en Sociales.

Que todo un vicepresidente del Gobierno español salga en defensa de una señorita que se dedicó a vomitar su ignorancia sobre unas agentes de la autoridad, sin que se le caiga la cara de vergüenza y por muy correligionaria que sea, solo es demostración palmaria de que les hemos dado la llave del armero a criaturas a las que todavía les huele el culo a pañal húmedo, sin madurar lo suficiente y sin haber conocido más vida que ese correcalles universitario que son los pasillos de Políticas, un mundo de Pinypon, flanqueado de caras del Che y Lenin para llevar en las camisetas.

Como defienden Les Luthiers, a los niños hay que decirles siempre la verdad. Hasta siempre, Marcos.

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