Lorenzana, el decano de los abogados españoles vive en Chantada

Sus 70 años de ejercicio profesional merecen la Cruz de San Raimundo de Peñafort, entregada tal día como hoy de 1967

FUE EL ABOGADO de las familias, como así lo conocen en Chantada. Ramiro Lorenzana Rodríguez (Chantada, 1873), se había ganado ese título porque una buena parte de sus clientes no son individuos, sino sagas. Hasta cuatro generaciones familiares atiende como abogado. Esto se debe a dos factores fundamentales. A su longevidad y al prestigio, buen hacer y buen carácter de don Ramiro, que se gana la confianza de sus clientes. Nadie quiere desprenderse de sus servicios y su despacho pasa de padres a hijos como una herencia más.

De su longevidad profesional y vital hablan dos datos elocuentes. Ramiro Lorenzana se licencia en Derecho el año 1896 con su compañero José Cividanes, y en 1965 todavía atiende pleitos de sus clientes. Es decir, la friolera de 69, redondeados en 70 años de ejercicio del Derecho, con temporadas como juez municipal y fiscal de Chantada.

Le habría gustado seguir los estudios para aspirar a otras encomiendas, pero las obligaciones familiares lo reclaman en su casa y después de muchos años, lo da por bien decidido.

Había sido alumno del mítico profesor Manuel Formoso Lamas, de cuya muerte se entera siendo ya licenciado y de regreso en Chantada. De las tierras chantadinas no se mueve en su vida, salvo para atender sus obligaciones como diputado provincial, cargo al que accede siendo tradicionalista, es decir, carlista, como su padre, Manuel Lorenzana, cristiano viejo hasta la médula, cabeza visible de un equipo de cuatro hijos abogados, el último de los cuales es Ramiro.

El padre es la figura a imitar. Un calco, dice sus vecinos que lo conocen, tanto en lo profesional, como en lo político como jefe del Carlismo en Galicia, un cargo que le cuesta el destierro a Portugal y la expropiación de sus cuantiosos bienes.

En sitio bien visible de su casa, Ramiro Lorenzana exhibe una fotografía tocado con la boina de requeté que no deja lugar a dudas sobre cómo respira políticamente, aunque eso no sea sinónimo de carcundia precisamente.

No es la boina lo que buscan los ladrones que entran en su bodega el año 1934 y que son detenidos poco después en San Fiz de Asma. Por curioso, hacemos recuento del botín logrado: Treinta pesetas, una máquina de afeitar, tabaco, novelas, cuatro cántaras de vino, una docena de chorizos, carne de cerdo y varias cosas más.

El abogado recupera casi todo. Hasta ahí podíamos llegar.

Don Ramiro repetía con orgullo que como juez sólo le habían revocado en una ocasión, como fiscal jamás le enmendaron un dictamen y como abogado nunca había perdido un caso. Quizás exagere un pelo el señor Lorenzana, especialmente en el tercer apartado, pero lo cierto es que el balance real se acerca mucho a su resumen.

También recordaba muy satisfecho cómo había desfilado por la Carrera de San Jerónimo de Madrid en compañía de los otros diputados de Lugo, tocados de levita y chistera, cuando alguien, desde un balcón, grita: ¡Viva Chantada!

Sus tarifas como abogado, repite con modestia, “pueden figurar en el manual de un moralista”. Vamos, que son asequibles y reducidas.

Cuando sobrepasa los 92 años de edad y todavía se deja oír en el foro, piden para él la Cruz de San Raimundo de Peñafort, que recibirá en Chantada tal día como hoy de año 1967, cuando ya ha cumplido los 84 y es el decano de los abogados españoles en ejercicio. El alcalde, José Regal; el decano del Colegio, Pedro González; el presidente de la Audiencia, del Valle Abad; el fiscal jefe, Rodríguez Magallanes, y muchos colegas le acompañan en los actos.

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