Escaños de barricada

Éste es el plan

Ya lo saben. Rodear el Congreso es un derecho de los españoles, tan vigente como pueda ser rodear la Monumental de Barcelona y pedir con ello que vuelva José Tomás.

No lo dice Pablo Iglesias, que también, sino Mariano Rajoy, y es entonces cuando piensas que algo se ha hecho mal a la hora de diseñar los planos de la manzana democrática. Porque si aquel edificio se levanta para representarnos a todos, ¿qué parte del todo no se siente representada?

Podría pensarse que son antisistemas, pero no. La acción está convocada para el día en que se pretende investir a un presidente. Y se hace con el delirante lema de que es un golpe de Estado. Vamos, que no les gusta un gobierno del PP.

Si se tratase de antisistemas, el rodeo se convocaría fuese quien fuese el candidato a ser investido, y sabemos a ciencia cierta, por ciencia infusa y científicamente, que si el apellido del candidato empezase por I, e incluso por S, el rodeo no tendría lugar.

¿Qué se deduce de todo ello? Pues sencillamente, que los convocantes también están plácidamente sentados en las bancadas de la Carrera de San Jerónimo, aunque la rabia por verse derrotados les puede causar alguna almorrana de ésas que no hay forma de calmar en el asiento.

Con todo y ello la ley española es tan chula que permite estar dentro y fuera, y que entiende el parlamentarismo de barricada como uno de los pilares de la democracia. Así, cuando este domingo los periódicos europeos se llenen de fotografías con porras y vallas, habría que explicarles a los lectores que no pasa nada, que son españoles ejerciendo tranquilamente su derecho a rodear el Congreso. Y al final también les preguntaríamos con cara de pánfilos.

_¿Ah, en vuestro país no tenéis el derecho a Surround Parliament?

Un comentario a “Escaños de barricada”

  1. Aureliano Buendía

    Según vayan las circunstancias, puede que esté iniciándose la última legislatura de esta etapa (con todas sus miserias, democrática) de la historia de España.

    Ojalá no tengamos de echar de menos, dentro de unos pocos años, el “corrupto” sistema en el que ahora vivimos, con todos sus defectos.

    Y no creo ser alarmista ni catastrofista. En Venezuela, si hace 25 años (con los graves problemas que entonces tenían) alguien hubiera dicho que iban a llegar a donde han llegado hoy, le habrían tachado directamente, de loco.

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