Supertrump

Alegrémonos. Podíamos estar votando desde 1975

Lo que nos reímos aquí en España cuando escuchamos que Donald Trump no aceptaría otro resultado de las urnas que no fuese su victoria. Hay que ser animal bellotero para pensar de esa forma y para soltarlo al aire, carente de pudor y de vergüenza, cuando tú mismo te presentas como adalid de la democracia.

¡Jo! Qué mastuerzo es Trump! Las cosas que dice, las que hace y las que haría si llega a entrar en ese edificio que está encalado de blanco!

Claro que si ahora volvemos la vista hacia nosotros, veremos que el campo está minado de Trumps por todas partes. Así tenemos los que están dispuestos a votar eternamente hasta que salga el suyo, como esos jugadores de tragaperras que meten monedas hasta que revientan la máquina, aunque las urnas funcionan de otra manera.

Se han podido oír este fin se semana en Ferraz. “Nada, nada; votar hasta que ganemos”. ¡Dios mío! ¡Siempre en campaña! Como la guerra de los Cien Años. Ríete de las plagas de Egipto. Que vengan las ranas y toda suerte de batracios. Que llueva fuego.

Después tenemos a los de Atrancar la calle, Rodear el Congreso, Bailar la conga y demás reacciones propias de los niños de teta; maleducados y consentidos que no dan palo al agua, ni nada bueno se espera de ellos, salvo, eso sí, llenarse la boca de grandes palabras a cada cual más hueca que la anterior.

Ésos son los Trump españoles. Los Supertrump que tan cerca tenemos que ni los vemos.

Hace mes y medio, en este mismo lugar, me jugué el bigote a que no habría terceras elecciones. Me dieron por afeitado porque nadie veía cómo podría hacerse. Desde el domingo me están devolviendo la fama profética, pero nada tiene de extraordinario. Si me lo jugué fue como resultado de una simple operación matemática. En España también hay mucho Trump, pero sabemos estabularlos.

2 Comentarios a “Supertrump”

  1. forneas

    ¡Hola! Ya era hora. Le doy la bienvenida y espero que dure, Un saludo.

  2. Pepe

    Bienvenido, maestro ¡¡¡ Un par de años más y hubiera dejado de visitar a diario su hogar.

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