Se celebra _ es un decir _, el Día del Orgullo Pedófilo y allí donde se cuela la noticia brotan las opiniones, las críticas, la confrontación de ideas, las condenas, los matices, las diferencias entre el nombre elegido para la campaña y la pederastia… todo muy acorde con un mundo que ha descubierto la propaganda sin fronteras y que flipa en colorines con el libre albedrío y sus múltiples posibilidades de juerga.
Porque vamos a dejarnos de coñas, lo sospechoso de estos orgullos y de estas mandangas no es la propia conducta en sí, sino el afán de propagarla al mismo nivel que la campaña en pro del reconocimiento de los Derechos Humanos, en cuya comparación se advierten ciertas diferencias sustanciales.
Decía el personaje de una novela que los vicios privados no llaman trompetas, y a lo mejor estaba pensando en el orgullo este que nos toca padecer de vez en cuando, de Gomorra en Sodoma.
Se ha demostrado con éxitos comerciales en la mano que la publicidad más efectiva de estos últimos años ha sido aquélla que mejor ha sabido aplicar el absurdo al producto. Y a mayor absurdo, mayor éxito.
Quiere esto decir que un consumidor de televisión, el medio donde encuentra acomodo esta publicidad, está preparado para recibir cualquier iniciativa, por disparatada que parezca.
Si mañana el fotógrafo que reúne manadas humanas en pelotas para sus obras, pide que además de desnudarse, vayan barriendo con la escoba incrustada en el culo, no duden que llenaría el estadio de Viena, el de Berna y la fría estepa rusa. Sería el Día del Orgullo Barrendero, que bien que les vendría a muchas calles.
Dicen los promotores que deben convencer a la sociedad de lo mucho que quieren a los niños. Nadie lo dudó ni por un instante.

Esta entrada se publicó el Martes, 24 de Junio , 2008 a las 10:21 am y está clasificada en General. Puedes seguir las respuestas a través de el feed RSS 2.0. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu sitio.