La deriva internacional
Lo de Xirinacs y el pancatalanismo no es más que un chiste comparado con el Califato musulmán que se reclamó este fin de semana en la manifestación de Yakarta. El Califato pillaría todo lo que es el sur asiático, el norte africano y España, incluidos los Països Catalans. Eso sí que tiene chicha y kilómetros cuadrados.
A los gritos de “¡Califato, Califato!”, los panislamistas del partido de su liberación y de nuestra esclavitud, se pusieron las botas metiendo miedo a Occidente, y muy especialmente a España, a la que siguen viendo como un gran Benidorm dispuesto para mitigar las penurias terrenales.
¡Qué majetes! En vez de venir como todo el mundo a través de un tour operator, quieren venir por el morro y encima quedarse para hacer mezquitas en las catedrales. Alguien debería perder una tarde en explicarles los rudimentos del Derecho Internacional, aunque la verdad es que andamos escasos de lumbreras.
La más espabilada, según pudimos saber también este fin de semana, es Elena Valenciano, la secretaria de Política Internacional del PSOE, que posó los ojos en Venezuela y observó con preocupación la deriva autoritaria del régimen de Chávez, que ya hace falta vivir en la inopia para no haberse percatado antes.
Pese a ganarse el título de tuerta en el país de los ciegos, Valenciano es autora de una frase sobre Chávez que merece figurar desde ahora mismo en algún lugar destacado, bien a las puertas del oráculo de Delfos, bien en el atrio de la Escuela Diplomática, allá en el Paseo de Juan XXIII.
Dice así: “El Gobierno venezolano, entre las muchas cosas mal que hace, hace algunas otras cosas bastante bien, por lo que hay que atender con rigor a ambas cosas”.
Léanla varias veces, porque a la primera se les escapará la enorme enjundia que atesora y los sutiles matices entre unas cosas y otras cosas.