Uno de enero…
No siempre comenzó a contarse el año tal día como hoy.
Los meses de enero y febrero son añadidos al primitivo calendario romano para completar un ciclo de 365 días. Por lo tanto, antes de Numa Pompilio, que es el reformador de la medición del tiempo, el primer día del año era el 1 de marzo. Y aunque enero/januarius/xaneiro debe su nombre a Jano, que es dios de las puertas y los inicios, la llegada de los dos nuevos meses no alteró en algunos aspectos el orden tradicional de los antiguos meses romanos. Así, la elección de cónsules siguió celebrándose en los idus de marzo, es decir, el día 15 de ese mes.
Fue en el año 153 a. de C. cuando se adelantó este nombramiento dos meses y medio, es decir, hasta el 1 de enero, para permitir que Publio Nobilior se presentase en la hispánica ciudad de Segeda al frente de las legiones en tiempo y hora para sofocar lo que ellos interpretaban como un levantamiento independentista, al otorgarse sus habitantes capacidad para emprender obras de ampliación en la urbe, lo que Roma no permitía.
Ese adelantamiento contribuyó a que cobrase fuerza el 1 de enero como comienzo del año oficial romano, aunque no dejan de tener razón quienes piensan que la mera presencia de enero/Jano en el calendario es lo suficientemente explícita como para imaginar que el dios bifronte, el que mira al futuro y al pasado, promueve el equilibrio y protege las entradas, ya estaría presidiendo por fuerza el mes inicial del ciclo.
Ambos puntos de vista son compatibles si distinguimos entre año civil, militar, oficial, religioso, climático, judicial, etc.
No obstante, el llamado Año Véneto _ por utilizarse en la zona de Venecia _, también tenía su inicio el 1 de marzo y conservaba ancestrales tradiciones relacionadas con la fecha.
Otros días que tuvieron ese carácter de ser los primeros del año entre los países de Occidente fueron el 25 de marzo, llamado de la Encarnación, o calculus Pisanus; el de Navidad, el 25 de diciembre, y el bizantino, que comenzaba a contar el año el primero de septiembre.
Una última curiosidad, las palabras año, anillo y ano comparten un mismo origen etimológico relacionado con su carácter circular.