Los enredos de una gallega
Díaz y Núñez
O bien se ha hartado de escuchar, o ha escuchado lo suficiente. El caso es que Yolanda, vicepresidenta de la cosa gubernativa, ya ha decidido que en diciembre se presentará en el ruedo, a bombo y platillo, como la gran esperanza de la izquierda, un final que se sospechaba desde que presenta la cuadrilla de Sumar.
Es una gran noticia para Galicia, porque si tenemos en cuenta que Sánchez se ha encargado de imposibilitar una victoria del PSOE, en las próximas elecciones habrá dos gallegos en cada esquina del cuadrilátero, conjunción planetaria que no se daba desde que Pío Cabanillas autoriza el estreno de La prima Angélica, desafía a Franco y éste lo destituye diciéndole con acento de Ferrol: Estate por aí que xa te chamarei.
Por supuesto, no lo volvió a llamar, entre otras razones, porque muere al año siguiente, o cosa parecida.
La operación pasa por pasaportar a los ministros de Pudimos; a las dos infumables, al invisible Subirats y al metepatas Garzón. No me extraña, porque con ese cartel no sacas ni tu escaño.
Ahora bien, entre lo que resta Pudimos y lo que el PSOE va a movilizar, no le arriendo la ganancia a Yolanda, cuya relación con las urnas ha exigido siempre el uso del microscopio para ser analizada, y las circunstancias actuales no ayudan a que muden los vientos en los tendidos.
El récord de paro y los últimos puestos en todos los indicadores de riqueza no favorecen que la foto salga bien, por muchas trenzas que se haga y mucho blanco que se ponga en el traje de luces.
Desde que pierde a Oltra en el paseíllo, todo ha sido un menguar, excepto las cifras del paro. Si el proceso de escucha hubiese importado realmente, a estas horas estaría anunciando su abandono de los toros; pero no, apunta a lo contrario.
La gallegada está servida.