Besos robados

Besos, joyas, vidas…

Es arrebatadoramente estúpido calificar de “no consentido” el beso que le propicia el príncipe a Blancanieves, y sería suicida que la productora Disney admitiese el reproche eliminándolo de las nuevas versiones.

Si ocurre algo así estaríamos certificando el fin de la libertad creadora y el sometimiento a una dictadura voraz e imparable que año tras año se cobraría nuevos espacios hasta orwellizarnos por completo más pronto que tarde.

El principio filosófico en el que se basan los prohibicionistas es que las chicas no deben ser besadas si ellas no lo permiten ante notario. Esperamos que los chicos gocen de la misma protección. En la trama de la película, si la prota no es besada, muere, permanece alelada o se cubre de musgo, algo de eso. Aún así, para ellos es mejor que recibir los labios del príncipe capado.

Pensemos en otras faltas de autorización a todas luces más graves. En “Topkapi” unos personajes roban la daga de oro del sultán Mahmud I sin el consentimiento de los responsables del palacio. En “El niño del pijama de rayas”, el pueblo judío es masacrado por los nazis sin su consentimiento. En “El Padrino”, un amplio abanico de personajes son agujereados mediante bala sin habérselo consentido.

Es de suponer que si la bobada del beso principesco desaparece de la película infantil, desaparezcan también todas las atrocidades que se llevan por delante vidas y haciendas cuando se actúa sin los permisos oportunos.

Dicho de otra manera, si se aplica el mismo principio jurídico-filosófico, nos hemos cargado, no solo el cine y la literatura universal, sino el género humano, su libre albedrío y los mecanismos de los que nos hemos dotado para castigar los desmanes y defendernos de ellos. Por ejemplo, cuando tratan de jibarizarnos el intelecto.

Un comentario a “Besos robados”

  1. Narval

    Señor Cora,
    En donde se nombra al notario en la ley? Es la clásica hipérbole del victimista.
    Usted le pondria El Padrino a unos niños? No verdad? Aunque siga gozando de su libre albedrío, permita que exiliemos de la literatura infantil comporramientos que a todas luces hoy no son adecuados para niños cuyo intelecto está en construcción.
    Imagínese, hasta el nuevo testamento desterró la idea de un dios envidioso, celoso e irascible, porque esos comportamientos no son ejemplo de nada bueno.
    Aún así, es usted libre de poner Apocalypto a sus nietos y correr el riesgo de que desarrollen alguna psicopatía.

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