Manuel Jorge, el arquitecto enamorado de Jávea
El también pintor chantadino deja en la villa alicantina su huella de construcciones amables y respetuosas con el medio
DECÍA EN VIDA que solo vendería sus cuadros a cambio de tiempo, y no porque se diese importancia como pintor, sino por no dársela al dinero y por temer que le haría perder libertad.
Manuel Jorge Fernández (Chantada, 1929), fue un niño feliz con sus estrecheces, al que unos padres humildes le animan a perseverar y unos profesores inteligentes _ don Constantino, don Modesto / Tito de Breu, y doña Maruja Losada _, le abren el camino de las matemáticas, la plástica y las proporciones.
Manolito de Fontearcada, conocido así por el topónimo de su vivienda, hoy Luis Soto Lemos, realiza los estudios de bachillerato en la Academia Santo Tomás de Aquino de Chantada y los revalida en Santiago el mismo día en que descubre el Pórtico da Gloria, germen de su definitiva vocación.
Luego va a Madrid en 1947 para suspender 23 veces la asignatura de dibujo en la Escuela Superior de Arquitectura, según reconoce él mismo en un reportaje de Airoa, Televinte y su Asociación de Amigos. Reparte el tiempo entre el Museo del Prado y el estudio del pintor Pedro Tavera, donde aprende más que en las clases.
También estudia Ciencias Exactas y Cálculo infinitesimal hasta que acaba Arquitectura en 1959 (doctorado en 1965).
Al año siguiente vive en Ibiza y Menorca. Allí conoce la arquitectura mediterránea, a la que se rinde. Expone en la madrileña Sala Biosca, entonces dirigida por Juana Mordó, en otra de Barcelona y en una colectiva de Santiago.
Va a Cadaqués y en aquel universo de artistas coincide con la pintora finlandesa Christina Snellman. Se enamoran y ya no se separarán.
El clima de Cadaqués no les agrada por lo que buscan el lugar ideal para vivir y lo encuentran en Jávea, donde construyen una casa en 1963. Allí viven sin luz durante los siete años siguientes, marcados por el mismo ritmo de las gallinas, el del sol.
En el año 1975 se trasladan a la Cite Internationale des Arts, de París, ideada veinte años antes por Eero Snellman, el padre de Christina. Consigue el proyecto para la vivienda de Abdulrahman Al-Issa en Riadh (Arabia Saudí) y logra reconocimientos internacionales.
De regreso a Jávea lleva a cabo allí más de un centenar de proyectos para viviendas individuales que se caracterizan por fundirse con el paisaje en espacios nunca agresivos con la naturaleza y con materiales siempre autóctonos. El Ayuntamiento se lo premia en 2009 al dedicarle una calle donde se encuentran sus Casas de Fidias. Fuera de Jávea, todos sus proyectos están en Madrid, Valencia y Helsinki.
Se dice que el chalé más moderno de Jávea, la casa del Caracol, es un proyecto suyo de 1964.
En cuanto a la pintura, viene a Chantada para hacer un retrato a su padre y expone en Santiago coincidiendo con exposiciones de Christina en Finlandia. Influenciado primero por las Pinturas Negras de Goya, recoge en ella la luz de la lluvia de Galicia. Más adelante trabaja con formas arquitectónicas, perspectivas, colores y matemáticas, hasta reunir unas dos mil obras. “Pinto _ decía _, porque necesito pintar”.
Entre sus numerosas exposiciones, destaquemos la retrospectiva en el Museo Provincial de Lugo y en Chantada de 2016, así como la última, dos años antes de morir, de nuevo en Chantada, el año 2018.
Su muerte, a los noventa y un años de edad, se produce a causa de las complicaciones surgidas en el postoperatorio de una fractura de cadera.
La Fundación Manuel Jorge desaparece el año 2019 y su fondo de serigrafías se entrega a Jávea / Xàbia.