Pardo Gómez, hacerse médico al lado de Marañón
Será concejal, diputado provincial y senador, a lo largo de una existencia que a punto está de llegar al siglo
DIEZ AÑOS ANTES de morir le hice una cumplida entrevista. Parte se publica en prensa, parte se emite en tv y la mayor permanece inédita. Fernando Pardo Gómez (Madrid, 1922) hablaba mucho y tenía buena memoria. Lástima que algunas de sus declaraciones no son reproducibles, de momento, pues debo respetar el off the record prometido.
Con ese bagaje no hay cromo que lo albergue. Veamos. Nace en Madrid, pero llega a San Ciprián a los dos años. Se había muerto el abuelo de su madre y sus dos hermanas no se ven con fuerzas para mantener los cinco barcos que poseen. De modo que convencen al matrimonio y se vienen con el pequeño.
De su primera enseñanza se encarga la recordada Sagrario Martínez, que lo mantiene con ella entre sus alumnas, mientras los niños son cosa de Emilio Ceide. Hasta hay por ello una denuncia, machista o feminista, según se vea. Lo examina de ingreso Rodríguez Labajo y cuando el catedrático veranea en ese puerto, le dice que podría haber hecho ingreso y 1º de tacada. Doña Sagrario desempeña bien su oficio.
Pasa luego a manos de Francisco Rivera con quien está tres años, pero el maestro no se compromete con el Latín de 4º, y Fernando debe ir a Santiago con los jesuitas. Los planes se complican porque la República los ha expulsado a Portugal y el niño se niega a marcharse fuera de España.
A estas alturas ya tiene en el cuerpo el gusanillo de la Medicina desde que el médico del pueblo, Antonio Soto, sobrino del párroco de Albeiros Luis Soto Camino, lo lleva en coche a ver enfermos. Y no porque a él le gusten los enfermos, sino los coches. “Es muy bonito atender a la gente. Después te vas a casa muy contento”, le dice Soto.
Con la República la familia se deshace de los barcos. Culpan a los sindicatos de actuar sin sentido contra los armadores. El último de ellos lo vende el propio Fernando, aunque el negocio le sale rana. “Nunca fui buen negociante”, reconoce.
Estudia Medicina en Santiago y finaliza la carrera después de la guerra. Su padre conoce al diputado por Viveiro José Soto Reguera y media por él para que trabaje en un hospital. Soto le dice que él es asesor jurídico de la casa Ibis y que los doctores Marañón y Hernando son los asesores médicos de Ibis.
La recomendación surte efecto y el resultado es un bombazo para cualquier médico recién licenciado, pues le dicen:
_ Mañana por la mañana vete al hospital y pregunta por don Gregorio Marañón.
Trabajará más de un lustro como médico asistente en el Instituto de Patología Médica dirigido por Marañón. El año 1951 se traslada a Lugo y aquí abre una consulta del aparato digestivo y endocrinología, que permanece activa en la actual Rúa do Teatro hasta sus últimos años.
Será concejal de la ciudad y diputado provincial. En 1982 forma parte de la candidatura de AP al Senado con Cacharro y Julio Ulloa. Es académico de la Real de Medicina de Galicia y preside el Colegio de Médicos de Lugo dieciséis años (1966-1982). También preside el C.D. Lugo y reconoce que en ese momento fuma algún habano por influencia de Eduardo García, “porque él sin puros no era nadie”.
Es autor de un libro de memorias y de otros tres, La navegación a vela en la Mariña lucense, Historia de la Medicina de Lugo y su provincia e Historia de San Ciprián.
Pardo Gómez se había casado con María Sánchez Pazos y juntos tuvieron siete hijos, Fernanda, Fernando, Felipe, Chus, María del Mar, Pilar y Margarita. Fallece en Lugo, el 13 de febrero de 2019, a los 96 años, una edad que le permite conocer a sus bisnietos.
16 de Mayo , 2022 - 10:02 am
Qué maravilla. Muchas gracias.
8 de Junio , 2022 - 19:25 pm
Gracias por tu opinión.