Mi guerra favorita

Pacifismos pido que para mí no tengo

No a la guerra… que yo no proponga. El eslogan sufre modificaciones según quien lo emita. Cuando habla el reaparecido y nunca ido Iglesias ya sabemos que su pacifismo no afecta a Putin, que puede tirar de tanques si se siente amenazado porque Ucrania puede integrarse en la OTAN. ¡Coño, intégrese usted también y solo nos preocuparán los chinos!

Es chocante ese grito en boca de quien tan cerca se siente del comandante Chávez, del comandante Che Guevara y del comandante Fidel. Putin no es militar, pero como exagente del KGB sabe bien el valor de las fuerzas armadas y de la contrapropaganda entre las filas enemigas.

Y ahí es donde el soldado Iglesias rinde su servicio militar.

Comprenderá Sánchez que gobernando con ese personaje es lógico que Biden no le llame ni para hablar del tiempo. Y a la vista de que es el primero en ser informado de las mocedades del CIS, mucho menos.

Si Zapatero no se levantó al paso de la bandera norteamericana y no repitió ese gesto al paso de ninguna otra enseña, es asunto grave, porque quien no se levanta no es él, sino todos nosotros. Pero que Sánchez salude a la bandera de ETA, se acueste con los separatistas catalanes y gobierne con el ínclito, es de una trascendencia suprema que ni Biden, ni Trump, ni ningún político norteamericano que hubiese llegado a la presidencia iba a pasar por alto sin hacérselo pagar al país que se comporta de una manera tan irresponsable con sus compromisos y su alineación internacional.

Es posible que Putin tiemble al imaginar una Ucrania en la OTAN, pero cuando Biden comprueba quién gobierna en España _ sin necesidad de imaginarse nada _, se le encoge la garganta de tal manera que es incapaz de tragar ni una bromita de ese señor de traje impecable que le persigue por los pasillos.

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