¡Ay, mi madre!

Paremos, no la ciudad, sino la guerra

Al paso de Rigoberta por el bosque de la fama le ha salido el lobo separatista tras una encina de la Garrotxa para afearle que siendo ella Paula Ribó de cuna, se haya mudado a un nombre español para triunfar fuera de Cataluña.

Estos lobos son tan cuadriculados, tan míseros y egocéntricos, que no ven más allá de sus propias antiparras lobunas, pues si a algo suena su nombre es a guatemalteco, por la Menchú, y su apellido, Bandini, a italiano; aunque en realidad sea norteamericano, porque rinde homenaje a Arturo Bandini, el protagonista de una saga de cuatro novelas de John Fante, escritor de sangre italiana sí, pero nacido en Denver.

Sant Rigobert es francés y el segundo apellido verdadero de Paula es González, que sí, tiene ecos castellanos, pero lo oculta. Nada de eso vio el lobo. Ni siquiera que todos los apellidos catalanes, todos, además de serlo, también son españoles.

El despropósito no impide reconocer que Rigoberta sabe más de marketing que los ratones colorados y que ha hecho una canción que gusta. Quizás la que más en estos últimos años de festival; pero en fin, en cuestión de gustos no vamos a entrar porque ha concursado cada cosa que necesitaría llevar delante la palabra música para que supiésemos que era una canción.

También gustan Tanxugueiras, pero reconozcamos que son demasiado raciales para canción ligera. Es como si Moscú enviase a los Coros del Ejército Ruso, o Austria, a los Niños Cantores de Viena, lo cual debe interpretarse como un piropo para ellas.

Ahora bien, teniendo en cuenta la tensión ruso-ucraniana que vivimos, yo le sugiero a Rigoberta y a la Televisión que mediante un ligero retoque en la letra, se presenten en Turín con una canción mucho más acorde con los tiempos y que se titule ´¡Ay, madre!´ Mamamamamama…

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