El cartero siempre llama dos veces

Martes y viernes

Haga lo que haga, Sánchez se ha ganado a pulso la condición de sospechoso. Tras cada uno de sus pasos asoma la patita del sectarismo, la ideología, el amiguismo, la arbitrariedad, el partidismo y su propia conveniencia como principios fundamentales de su razón política.

Necesitado por una parte de plegarse a quienes lo mantienen y entregado por otra a la comodidad diaria del “cuerpo, ¿qué pides?”, escuchar sus proyectos es como sumergirse en las aguas donde vierte las suyas una catarata, convencido de que el caudal jamás te permitirá asomar la cabeza, porque es una demolición controlada, machacona y sistemática.

Algunos índices que se resienten de esa política de ruina la denuncian con números o porcentajes. Por eso le han aconsejado al presidente que redoble su protagonismo y convoque un par de consejos de ministros todas las semanas, martes y viernes, con lo cual se garantiza dos de cada siete días con grandes titulares.

Vamos, es como si el fútbol se jugase un jueves la primera parte y el domingo siguiente, la segunda, para salir dos veces en los periódicos, aunque el resultado sea el mismo en caso de hacerlo todo seguido. Cosas del sanchismo.

Podría temerse que los aspectos más negativos de la gobernación encuentren ahora una doble canalización semanal, pero no hay que temer. El hecho de doblar los consejos no significa doblar sus contenidos, sino partirlos en dos. El fondo de la reforma es un nuevo ejercicio de apariencias. Hagámosles creer que trabajamos el doble e inyectémosles doble ración de propagandina.

La medida debería haberla aplicado a otros grandes momentos de la legislatura, como sacar dos veces a Franco del Valle, rescatar dos veces a Plus Ultra o perseguir dos veces a Biden. Bueno, eso ya lo hizo.

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