Salvadora Sánchez, fabricante de niñas prodigio
Pilar Castillo, la hija de la pianista lucense, nace el mismo año que Pepito Arriola
EL AÑO 1895 se produce en Galicia un hecho singular, pues nacen en A Coruña y en Betanzos dos niños que serán considerados unos fenómenos musicales por su precocidad en el dominio de un instrumento tan complejo como es el piano. Hablamos de Pilar Castillo Sánchez y de Pepito Arriola, del que ya nos ocupamos por cuanto emerge para la música en Lugo.
El caso de Pilar es incluso más sorprendente si tenemos en cuenta que su hermana Salvadora, Dora Castillo, también tuvo esa consideración, aunque la repercusión alcanzada fue menor.
En los tres casos juegan un papel determinante la madre y la tía del primero, Josefa y Aurora Rodríguez Carballeira, protagonista de un experimento más sorprendente aún, como es el de Hildegart Rodríguez; y la madre de Pilar y Dora, Salvadora Sánchez Álvarez (Lugo, 1863).
Estudia y se licencia en la Escuela Normal coruñesa, y cuando lo hace en 1885 con sobresaliente general, reabre en Lugo con su hermana Pilar el llamado Colegio de Señoritas de Campo Castelo, donde además de Francés y otras materias, se dan clases de piano.
Salvadora se casa con el delineante de Obras Públicas Enrique Castillo y Basoa, que muere en 1924.
Ni que decir tiene que sus hijas Pilar y Dora reciben instrucción suplementaria en su domicilio, donde debemos imaginar un ambiente dominado por y para la música.
La instrucción pianística de Pilar continuará en manos de Canuto Berea y de la virtuosa compostelana Eugenia Osterberger Luard, madame de Saunier, mientras Dora, cinco años mayor se enfoca hacia el canto.
Cuenta El Eco de Galicia en 1913 que un día madame de Saunier acude a casa de Salvadora Sánchez y le ofrece la partitura de su última obra. La ejecuta al piano y cuando acaba, se escucha que desde la habitación de al lado, donde Salvadora da sus clases, provienen las mismas notas que acaban de estrenarse. Es la niña Pilar, que así demuestra poseer la rara cualidad del oído absoluto, como Pepito Arriola o Bal y Gay, por ejemplo.
Desde entonces madame Saunier decide darle clases.
La asombrosa predisposición de las dos hermanas para el instrumento se pone de manifiesto, en el caso de Dora, desde que tiene 7 años en la Escuela de Música de la Sociedad Económica. Su madre presenta allí a otras dos alumnas igualmente brillantes, María Gaos Varela, prima del violinista Andrés Gaos, y María Lois Varela. Esta última y Dora terminan la carrera en 1902 con sobresaliente.
Dora se casará en 1914 con Fernando Martínez Morás hijo de Andrés Martínez Salazar, y ambos son tíos de Carlos Martínez Barbeito.
En cuanto a Pilar, Pila o Piliña, será mucho más reconocida como pianista desde 1904, aunque también toca el violín, el arpa y la guitarra, y compone al menos dos títulos, Durme, para canto y piano, y la muiñeira Maruxiña, con letra de Pondal.
Las dos terminan solfeo y piano a la edad en que otras comienzan a estudiar. Antón Buxán considera que Pilar es la mejor pianista europea de su tiempo. Y se dice que Rubinstein se interesa por ella. La prensa catalana se deshace en elogios y en todas sus veladas, coruñesas o madrileñas, llama la atención. Por ejemplo ante la infanta doña Isabel, la Chata, en los salones de la condesa de San Rafael, o en el Ateneo dentro del centenario de Liszt, cuando tiene 16 años.
En 1912, su futuro cuñado Fernando Martínez Morás y ella ofrecen varias conferencias ilustradas sobre Beethoven. Pilar interpreta fragmentos de las sinfonías y Fernando las explica. Los aplausos son generosos.